SIMBOLISMO DE LA SEMANA SANTA
Llega
la Semana Santa y con él mucho simbolismo profundo, místico, religioso y
esotérico, donde el Cristo se sacrifica y resucita, para con ello
convertirse en una fuerza universal inextinguible que seguirá animando a
todo el que crea en ella y también al que sea capaz de asimilarla.
Cuando uno lee las Epístolas de Pablo el Apóstol, uno puede verificar por sí mismo que rara vez menciona él a Jesús el Gran Kabir o el Cristo histórico. Siempre alude a un Cristo Íntimo. Todo Hombre que logra asimilarse a la Substancia Cristo se convierte de hecho en un Cristo Viviente.
En la Tierra Santa, Jesús, educado en la tierra de Egipto, fue quien tuvo la dicha de asimilarse el Principio Crístico Universal y, por ello, mereció ser rebautizado con la Seidad del Fuego y de la Cruz (Khristus).
El Rabí de Galilea es un Dios porque encarnó totalmente al Cristo
Cósmico. Hermes, Quetzalcóatl, Krishna… Dioses son porque también
encarnaron al Cristo Cósmico. El nazareno Jesús-Iesús-Zeus es el hombre
moderno que encarna totalmente el Principio Crístico Universal. Antes de él muchos Maestros encarnaron ese Principio Crístico del Fuego.
Entre los persas, Cristo es Ormuz, Ahuramazda, el terrible enemigo de
Ahriman (Satán) que llevamos dentro. Entre los indostanés es Krishna el
Cristo, y el Evangelio de Krishna es muy semejante al de Jesús de
Nazaret. Entre los tibetanos Cristo es “Kuan-yin”, la Voz
melodiosa, el Ejército de la Voz, el Gran Aliento, el Sol Central, el
Logos Solar, el Verbo de Dios. Entre los egipcios, Cristo es Osiris, y
todo aquel que lo encarnaba era, de hecho, un Osirificado; Hermes
Trismegisto es el Cristo Egipcio, el encarnó a Osiris. Así podríamos
citar al Cristo Cósmico en millares de libros arcaicos y viejas
tradiciones que vienen de millones de años antes de Jesús. Todo esto nos
invita a aceptar que Cristo es un Principio Cósmico contenido en los
principios sustanciales de todas las religiones.
Cuando una forma religiosa ha cumplido su misión se desintegra. Jesús,
el Cristo, fue, de hecho, el iniciador de una Nueva Era. Jesús fue una
necesidad religiosa de la época.
Llega la Semana Santa y
con ella la primavera. El sol da toda su energía para que toda la
naturaleza salga de su letargo o muerte aparente y resucite con todo su
esplendor. Ahí está contenido el simbolismo profundo, místico, religioso
y esotérico de la Semana Santa,
donde el Cristo se sacrifica y resucita, para con ello convertirse en
una fuerza universal inextinguible que seguirá animando a todo el crea
en ella y también al que sea capaz de asimilarla.
La redacción de Vopus
Cuando uno lee las
Epístolas de Pablo el Apóstol, con sorpresa puede uno verificar por sí
mismo que rara vez menciona él a Jesús el Gran Kabir o el Cristo
histórico. Siempre alude a un Cristo Íntimo.
Todo Hombre que logra asimilarse a la Substancia Cristo se convierte de hecho en un Cristo Viviente.
En la Tierra Santa, el Gran Gnóstico Jesús, educado en la tierra de Egipto, fue quien tuvo la dicha de asimilarse el Principio Crístico Universal y, por ello, mereció ser rebautizado con la Seidad del Fuego y de la Cruz (Khristus).
El Rabí de Galilea
es un Dios porque encarnó totalmente al Cristo Cósmico. Hermes,
Quetzalcóatl, Krishna... Dioses son porque también encarnaron al Cristo
Cósmico.
El nazareno Jesús-Iesús-Zeus es el hombre moderno que encarna totalmente el Principio Crístico Universal. Antes de él muchos Maestros encarnaron ese Principio Crístico del Fuego.
Entre los persas,
Cristo es Ormuz, Ahuramazda, el terrible enemigo de Ahriman (Satán) que
llevamos dentro. Entre los indostanes es Krishna el Cristo, y el
Evangelio de Krishna es muy semejante al de Jesús de Nazaret. Entre los
tibetanos Cristo es “Kuan-yin”,
la Voz melodiosa, el Ejército de la Voz, el Gran Aliento, el Sol
Central, el Logos Solar, el Verbo de Dios. Entre los egipcios, Cristo es
Osiris, y todo aquel que lo encarnaba era, de hecho, un Osirificado;
Hermes Trismegisto es el Cristo Egipcio, el encarnó a Osiris. Entre los
chinos es Fu-Hi el Cristo Cósmico, quien compuso el I-King, libro de las
leyes, y nombró ministros Dragones. Entre los Japoneses es Amida, quien
tiene el poder de abrir las puertas del Gokurak (el Paraíso). Entre los
griegos, el Cristo se llama Zeus, Júpiter, el Padre de los Dioses.
Entre los aztecas es Quetzalcóatl, el Cristo mexicano. Entre los Eddas
germanos es Balder, el Cristo que fue asesinado por Hoder, Dios de la
Guerra, con una flecha de muérdago, etc. Así podríamos citar al Cristo
Cósmico en millares de libros arcaicos y viejas tradiciones que vienen
de millones de años antes de Jesús. Todo esto nos invita a aceptar que
Cristo es un Principio Cósmico contenido en los principios sustanciales
de todas las religiones.
Cuando una forma
religiosa ha cumplido su misión se desintegra. Jesús, el Cristo, fue, de
hecho, el iniciador de una Nueva Era. Jesús fue una necesidad religiosa
de la época.
EL DRAMA CÓSMICO
LOS TRES TRAIDORES
Obviamente, todo el Drama Cósmico tal como está escrito en los “Cuatro Evangelios”,
deberá ser vivido dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Eso no es
algo meramente histórico, es algo para vivir ahora y aquí.
El Cristo encarnado en el corazón del Hombre tiene que vivir todo el DRAMA CÓSMICO tal
como está estipulado en los Cuatro Libros, los Cuatro Evangelios; tiene
que vivirlo dentro de uno aquí y ahora. Y luego que haya pasado por
todos esos procesos de los Cuatro Evangelios, entonces tiene que ser
juzgado.
Que es amarrado a
la columna, ¡es verdad! Que tiene que recibir cinco mil y más azotes,
¡cierto! Que es coronado con su corona de espinas, ¡nadie lo puede
dudar! Que es herido, insultado, abofeteado, ¡también es muy cierto! Los
Tres Traidores lo juzgan: Pilatos ordena que se le azote (“Ecce Homo”, dice Pilatos; “he ahí al Hombre”).
Sufre lo indecible (el Chrestos, el Logos ) cuando se encarna. Los TRES
TRAIDORES que crucifican al Cristo, que lo llevan a la muerte, están
dentro de nosotros mismos. Los Masones lo conocen, los Gnósticos también
los conocemos: JUDAS, PILATOS Y CAIFÁS.
JUDAS es el DEMONIO
DEL DESEO que nos atormenta. PILATOS es el DEMONIO DE LA MENTE, que
para todo tiene disculpas. Y CAIFÁS es el DEMONIO DE LA MALA VOLUNTAD,
quien prostituye el altar, vende los Sacramentos…
|
JUDAS, el Demonio del Deseo,
cambia al Cristo Íntimo por 30 monedas de plata. 3 + 0 = 3. Ésa es la
adición kabalística. Es decir, lo cambia por cosas materiales: por la
moneda, por los licores, por el lujo, por los placeres animales, por
todos los placeres de la Tierra… PILATOS es el Demonio de la Mente. Ése
siempre se lava las manos, nunca tiene la culpa, jamás, para todo
encuentra una evasiva, una justificación; jamás se siente culpable.
Realmente, todo defecto psicológico que nosotros poseemos en nuestro
interior vivimos siempre justificándolo, jamás nos creemos culpables.
Pilatos siempre justifica sus peores perversidades, busca evasivas,
disculpas, no hace frente a sus errores.
Hay personas que me lo han dicho a mí: “Señor, yo creo que soy una persona, pues, buena. Yo no mato, yo no robo, yo soy caritativo, yo no soy envidioso” (es decir, un “dechado de virtudes”; perfectos, según ellos). “¡Ni modo –digo yo–, ante tanta perfección, good bye!”...
De manera que
miremos las cosas como son, en su crudo realismo. Ese Pilatos siempre se
lava las manos, nunca se considera culpable. Y en cuanto a CAIFÁS, el
Sumo Sacerdote, yo francamente considero que es el más perverso de
todos, traiciona al Cristo Íntimo miserablemente…
Piensen ustedes en
lo que es CAIFÁS. El Cristo Íntimo nombra, muchas veces, a un Sacerdote,
a un Maestro, un Iniciado para que guíe a sus ovejas, las apaciente; le
entrega el mando y lo pone al frente de una congregación, y el tal
Sacerdote, o el tal Maestro, etc., o el Iniciado, en vez de guiar a su
pueblo sabiamente, vende los Sacramentos, prostituye el Altar, fornica
con las devotas, etc., etc., etc. Conclusión: Traiciona al Cristo Íntimo
(eso hace Caifás). ¿Es doloroso eso?... ¡Claro, es horrible, es una
traición, de lo más sucia que hay! Y no hay duda que son muchas las
Religiones que en el mundo se han prostituido, eso es obvio; son muchos
los Sacerdotes que han traicionado al Cristo Íntimo. No me refiero a tal
o cual secta, no, sino a todas las Religiones del mundo.
Es posible que
verdaderos Iniciados que han dirigido grupos esotéricos han sido muchas
veces traidores: han traicionado al Cristo Íntimo; y todo esto es
doloroso, infinitamente doloroso. Caifás, pues, es de lo más sucio que
hay.
Estos Tres Traidores son las TRES FURIAS. Estos Tres Traidores llevan al Cristo Íntimo, pues, al suplicio.
LAS MULTITUDES
Hermanos, recuerden
que multitudes de personas, multitudes de gentes, piden la crucifixión
del Señor. Todas esas multitudes que gritan “¡Crucifixia! ¡Crucifixia!”, que piden la crucifixión del Cristo,
están dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Son los agregados
psíquicos inhumanos que en nuestro interior cargamos, son todos esos
elementos psíquicos indeseables que llevamos dentro, los DEMONIOS ROJOS
DE SETH, viva personificación de todos nuestros defectos de tipo
psicológico. Son ellos los que gritan“¡Crucifixia! ¡Crucifixia! ¡Crucifixia!”. Y el Señor es entregado a la muerte.
¿Quiénes le azotan? No son acaso las “multitudes” que
llevamos en nuestro interior ¿Quiénes le escupen? ¿No son todos esos
agregados psíquicos que personifican nuestros defectos? ¿Quiénes ponen
sobre Él la corona de espinas? ¿No son acaso todos esos engendros del
Infierno que nosotros hemos creado?
LAS TRES CLASES DE HOMBRES QUE LO ODIAN
No olviden ustedes que cada vez que el Señor de Compasión viene al mundo, es odiado por tres clases de hombres.
Al HIJO DEL HOMBRE
lo condenan tres clases de gentes: primera, los SACERDOTES del Templo,
es decir, las Religiones de todas las épocas y los devotos de todos los
tiempos.
Segundo, lo condenan los ESCRIBAS, es decir, los intelectuales de su tiempo… Ésos son los famosos “virtuosos”que condenan a los Iniciados.
Tercero, los ANCIANOS, las gentes llenas de experiencias, muy “juiciosas”, con muchas “virtudes”, ésas lo juzgan a través de su propio “lente psicológico”, lo mal entienden y le excomulgan...
Los SACERDOTES, las gentes de todas las religiones, de todos los cultos, ven en él un peligro para sus respectivas sectas.
Los ESCRIBAS, los
intelectuales, los que están apegados a tantos códigos de moral podrida,
cada vez que el Señor de Gloria ha venido al mundo, han estado contra
él, lo odian mortalmente, porque no encaja dentro de sus teorías,
significa un peligro para sus sistemas, para sus sofismas, etc.
Los ANCIANOS, las gentes llenas de experiencias dicen: “Ese
hombre está loco, vean lo que trae, oigan lo que está diciendo, no está
de acuerdo con lo que nosotros pensamos, tenemos experiencia, este
hombre perjudica, daña”. Los Ancianos, las gentes muy juiciosas, muy llenas de experiencia, no entienden jamás a los Iniciados.
Así que, hermanos,
en realidad de verdad, el Hijo, el Chrestos encarnado, es odiado por las
multitudes, odiado por los Sacerdotes, abominado por los Escribas y
repudiado por los Ancianos. No encaja el Chrestos dentro de los moldes
humanos; por eso es rechazado.
El Chrestos es
revolucionario por naturaleza, terriblemente rebelde, y está más allá
del Bien y del Mal: No lo comprenden las Fuerzas del Bien, lo odian las
Fuerzas del Mal; actúa en consonancia con eso que podríamos denominar,
nosotros, “COMPRENSIÓN INDIVIDUAL PROFUNDA”...
No hay comentarios:
Publicar un comentario