Derecho y masonería en la independencia de Hispanoamérica (II)
Francisco José del Solar Rojas, (Lima 1945-2012) Abogado y Periodista por la PUCP y la U. Central de Venezuela (UCV). Doctor en Derecho, Historia y Ciencias de la Comunicación. Profesor de Historia del Derecho en la UIGV.
LOGIAS, MASONES Y DERECHO EN HISPANOAMÉRICA
Por un lado, debemos dejar señalado que las primeras logias en Hispanoamérica fueron informales, vale decir, que no tuvieron “Carta Patente”, es decir, carta constitutiva expedida por una “Gran Logia”, y que es el documento que autoriza su creación y funcionamiento de acuerdo con las “Constituciones de Anderson”.
Así también, que estas logias datan de
1750, en adelante. Fueron promovidas por agentes ingleses, franceses y
españoles. Los primeros, máxime, del rito York (color azul), mientras que los demás, del rito Escocés
(color rojo). Estas logias fueron eminentemente especulativas y
contribuyeron a sustentar las bases ideológicas de la emancipación como
periodo previo a la independencia, que fue producto, principalmente, de
las logias operativas, algunas masónicas y otras no masónicas, dentro
del esquema anteriormente expuesto.
De otro lado, asimismo, debemos precisar que debido al éxito alcanzado y al secretismo desarrollado, la masonería y los masones fueron excomulgados por varios papas. El primero fue Clemente XII, que con su bula In Eminente,
de 24-04- 1738, prohibió todo tipo reuniones secretas (Liberi Muratori)
condenándolas por ser perniciosas tanto para la seguridad de los
Estados como para la salvación de las almas. El segundo fue Benedicto XIV, quien con su bula Apostolici Providae, de 18-05-1751, ratificó la excomunión para los masones, etc. El tercero fue Pío VII, en 1821, con su Ecclesiam a Jesu Christo. El cuarto fue León XII, en 1825, que con su Quo graviora, confirmó las bulas anteriores, etc.
El rey de España, Fernando VI, siguiendo el dictado del papa Benedicto XIV,
sin empacho alguno, promulgó la Real Cédula, fechada en Aranjuez, el
2-07-1751, proscribiendo a la orden masónica y a sus integrantes. Con
ello, las logias y las demás instituciones secretas y sus miembros, no
sólo quedaban fuera de la ley, sino, que serían perseguidos,
encarcelados y ajusticiados por el Tribunal de la Santa Inquisición,
acusados de herejía, apostasía, brujería, etc., de acuerdo con el
Derecho Canónico.
Esa rigidez política contra la masonería en España
cambió a climas de flexibilidad y cierta tolerancia, más aún cuando
muchos nobles ilustrados se iniciaron en la orden y habían logrado
separar a la masonería española del rito inglés. Uno de ellos fue el Conde de Aranda
(Pedro Pablo Abarca de Bolea, décimo conde… 1719-1798), hermano masón
desde muy joven, iniciado en la Logia La Matritense, pero que, en 1760,
constituyó la Gran Logia Española, saliendo elegido su primer “Gran Maestre” y, luego, la convirtió en “Gran Oriente”, dependiendo de Francia (1769). En ella, participaron el primer Conde Campomanes (Pedro Rodríguez de Campomanes, 1723-1802), De Jovellanos, los criollos o españoles americanos De Olavide y Jáuregui, De Miranda y Rodríguez, Belgrano y José Javier Leandro Baquíjano y Carrillo de Córdoba (Lima 1751-Sevilla, España 1817.
La Gran Logia Española asumió el rito Escocés
que, no obstante su nombre, no se originó en Escocia, sino en Francia,
en 1754. Se creó en búsqueda de perfección, con más grados de los
establecidos en el antiguo rito inglés York.
LAS LOGIAS DE CÁDIZ Y DE LONDRES
En 1807, el militar venezolano Francisco de Miranda y Rodríguez fue iniciado hermano masón en la Logia América Unión de Filadelfia, de rito Escocés, apadrinado por el general francés Marqués de La Fayette (Marie-Joseph-Paul-Yves-Roch-Gilbert Motier, marqués de… 1757-1834), con quien compartió la lucha de la independencia de Estados Unidos de América.
Recordemos que Francia y España apoyaron a las colonias en su guerra contra la metrópoli inglesa.
La visión universal y continental de ver la realidad, le llevó a De Miranda a fundar las logias Reunión Americana y Caballeros Racionales, tanto en Madrid como en Cádiz. Al invadir Napoleón Bonaparte
la península Ibérica, en 1808, y tomar cautivos a la realeza borbónica,
Cádiz quedó como último reducto español donde el pueblo representó a la
Corona.
En efecto, el 19-03-1808, Carlos IV abdicó a favor de su hijo Fernando VII,
y éste, pocos días después, fue forzado a entregar la corona a José
Bonaparte, hermano del emperador francés. La familia real fue llevada
prisionera a Valencay (Francia). No saldría de ahí hasta el 11-12-1813,
fecha del tratado del mismo nombre que puso fin a la guerra de
independencia de España frente a Francia.
Empero, regresemos a 1808. Inglaterra –
enemiga de Napoleón – abrió sus puertas a Cádiz y al restablecimiento
comercial y cultural con esta ciudad española y sus habitantes. La
oportunidad fue propicia para De Miranda, quien se trasladó a Londres. Ahí tomó contacto con sus compatriotas y hermanos masones, entre otros, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad de Bolívar y Palacios (Caracas 1783-Qta. San Pedro Alejandrino 1830), Andrés Bello (Caracas 1781- Santiago de Chile 1865) y Simón Rodríguez, quien fue maestro del Libertador. En este contexto, De Miranda promueve la creación de nuevas logias en Londres, con el apoyo de los americanos con los cuales había levantado columnas de varias logias en España. Por ahora regresemos a la Península.
El militar argentino José Francisco de San Martín y Matorras (Yapeyú, Misiones, Argentina 1778- Boulogne-sur-Mer, Francia 1850), peleaba en el ejército español contra los franceses bajo las órdenes del criollo Marqués del Socorro
y hermano masón (Francisco María Solano Ortiz de Rosas). Éste inició a
De San Martín como masón en la Logia Integridad, la cual se reunía en su
casa y de la que era “Gran Maestre”. La invasión napoleónica arrinconó a
las fuerzas españolas en Cádiz, y, consecuentemente, José Francisco fue destinado a esa plaza.
Ahí, contactó con sus compatriotas,
quienes venían trabajando en la Logia Caballeros Racionales Nº 3, (Para
algunos masónica, para otros no, quienes afirman que sólo era
patriótica).
Lo cierto es que el militar argentino
fue formalmente “afiliado” o “regularizado” en 1810, ya que
anteriormente había sido iniciado hermano masón. El “venerable maestro”
era su paisano, el joven y acaudalado Carlos María Antonio del Santo Ángel Guardián de Alvear Balbastro (1789-1852), con quien, el nuevo o ratificado hermano masón, trabó al inicio
una profunda y sincera amistad y hermandad, sentimientos que duraron
hasta 1813. Ellos acabaron por los celos y las envidias agigantadas en
el corazón del joven masón, que antepuso los intereses personales a los
de la patria y así también su odio al amor fraternal de la hermandad. Dicho sea de paso, el comportamiento masónico del general De San Martín siempre fue “en esencia”, esto es, de verdad, ejemplar.
Poco tiempo después, De San Martín fue elevado al tercer grado (aumento de salario), asumiendo su nivel
de maestro masón (1811). Engañando a las autoridades gaditanas pidió
licencia en el ejército y viajó a Inglaterra. Ahí contactó con De Alvear,
quien venía trabajando en la filial de la “Logia de Cádiz” Caballeros
Racionales), en Londres. Empero, a la par, también lo hacía en la Logia
Lautaro (operativa) y junto con otros compatriotas en la Logia Flor de
los Americanos. En esta última, a De San Martín se “le
aumentó el salario” a quinto grado, bajo la severa mirada de los bustos
de los filósofos griegos y de los romanos iusnaturalistas, en las que
sobresalían Cicerón, Séneca y Marco Aurelio, a la par se juraba bajo la consigna de “Unión, Firmeza y Valor”. (1) Fue entonces, cuando De Alvear le ofreció su apoyo económico y social a José Francisco, para regresar a Buenos Aires, e iniciar juntos tanto la labor masónica como la lucha por la autonomía argentina,
de la metrópoli española. Ambos pensaban en una posible monarquía
constitucional tipo inglés para el virreinato del Río de La Plata. El
veterano militar de Yapeyú ya no tenía ningún pariente ni conocía a
nadie en su tierra natal. El apoyo de Carlos María Antonio le resultaba
oportuno y generoso para comenzar su nueva vida y carrera militar en
América.
Por ello aceptó. Ambos se embarcaron en la fragata británica George Canning, en enero de 1812. Mientras tanto, el venezolano De Miranda había concertado con el joven De Bolívar, regresar a la Capitanía General de Venezuela, para ponerse al frente del movimiento independentista caraqueño.
Fue así como este precursor decretó la
independencia de Venezuela, el 5-7-1811. La Logia Lautaro había sido
fundada, en Londres, por De Miranda, José Gurruchaga, Francisco Isnardi (italiano nacionalizado venezolano amigo íntimo del general De Miranda) y el militar chileno Bernardo de O’ Higgins (hijo del XXXVI virrey del Perú, Ambrosio O’ Higgins,
marqués de Osorno). Fue éste, quien le dio la idea al prócer
venezolano del nombre de esta logia, al narrarle con pasión, la
histórica defensa del líder indio mapuche Lautaro, quien se opuso con coraje y tenacidad a la conquista y dominación españolas. Es oportuno señalar, sea dicho de paso, que De San Martín no conoció a De Bolívar, en los trabajos de la Lautaro, en Londres.
Esta logia dio sus primeros frutos con los éxitos revolucionarios obtenidos en Venezuela por De Miranda.
Ello fue un aliciente para que se renovara e incrementara su membresía
con nuevos jóvenes revolucionarios ávidos de llevar la libertad e
independencia a sus pueblos. Ahí estaban, el mexicano José María Caro, los chilenos De O’ Higgins y José Miguel Carrera, los argentinos De San Martín, De Alvear, el tío de éste, Gervasio Antonio de Posadas y Dávila (1757- 1833) – por ser primo de su madre -, Bernardo Monteagudo Cáceres (Tucumán 1790-Lima 1825), entre otros. Trabajaban indistintamente en las casas de los próceres tanto del venezolano Andrés Bello como del argentino Luis López Méndez.
Ahí se delineó el proyecto de restablecer el “Imperio Incaico” ideado por De Miranda, recogido de los documentos que dejó el prócer peruano y ex jesuita, Juan Pablo Viscardo y Guzmán (Pampacolca, Arequipa 1748-Londres 1798), expulsado del virreinato del Perú, por orden del rey Carlos III, en 1767, y quien tomó el seudónimo de “Abate Rosi” para pasar de incógnito y burlar la persecución española. (2).
[1] FERNANDEZ DÍAZ, Jorge. La Logia de Cádiz. 3a. Edic. Buenos aires. Planeta. 2008.
[2] GRISANTI, Ángel. La personalidad de Juan Pablo Viscardo y Guzmán. Arequipa, Perú, 1948.
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