La identidad de la Francmasonería adogmática desde 1728 es el equilibrio entre un planteamiento iniciático
encaminado a emancipar a los individuos y el compromiso social y
ciudadano que debe permitir el progreso de la sociedad. No hay pues en
él lugar para integristas de la tradición, ni tampoco para extremistas
de la acción política, pero buscando un equilibrio individual, nos
comprometemos también con el contexto social que nos rodea. Hay pues una
modernidad masónica cuando ésta se basa en este equilibrio entre
planteamiento individual y compromiso común.
Cuando se habla de Francmasonería y
modernidad, se contrapone a menudo tradición y progreso. Como si se
tratara de una paradoja. Realmente, se trata más bien de una
complementariedad. Somos una sociedad que efectivamente se afianza en la
tradición pero en la tradición comprendida como un elemento de
transmisión de lo que han hecho nuestros antecesores y somos ciudadanos
con determinación, activos en el mundo de hoy, participes en la
evolución de la sociedad, o incluso proponiendo acciones o soluciones a
los problemas que nos rodean.
La Masonería ha sido moderna por naturaleza, puesto que defendió la idea de las libertades. La logia se creó por otra parte para permitir dialogar sobre todo lo que era tabú y prohibido exteriormente.
La Masonería se define progresiva, a
veces fue progresista, aunque acoge también a muchos conservadores,
puesto que la conservación de la tradición no es la reacción, es decir,
el hecho de mantener lo que los reunió desde siempre. La Francmasonería
es, por otra parte, la primera sociedad mundializada, puesto que la iniciación
se reconoce como tal para todas y todos – al menos es el caso en las
Obediencias liberales – cualquiera que sea el lugar dónde se ha
realizado con tal que se hayan respetado los valores que nos son comunes
y que estaban muy presentes en la construcción de la República.
Hoy estos mismos valores no han cambiado, los descubrimos en nuestros debates sobre la bioética, sobre la construcción de Europa;
recientemente sobre la integración del Islam o el debate “la
inmigración una oportunidad más que un problema…”. Son debates que no se
abordan en una sociedad que se ha transformado en una sociedad del
espectáculo y las variedades, en la que no se aborda en realidad ningún
debate. El espacio masónico
es el lugar en el que se escucha y donde se intenta proponer algo. Y
ese espacio de libertad es naturalmente moderno -como era moderna la
elección democrática de los Presidentes de las logias a partir de 1773, como era moderna la igualdad
de todos en las logias y la aceptación en ellas de personas que no eran
ciudadanos, de musulmanes, judíos, negros, de las mujeres – algo que en
su tiempo se consideró como una aberración y que lo es considerado
todavía hoy por algunas Obediencias. Hay pues sobre este tema un
verdadero trabajo de modernidad permanente porque lo que es moderno es
el respeto del otro, es el diálogo, es la libertad de opinión,
pero es sobre todo el hecho de encontrar al final una síntesis dinámica
destinada a saber proyectar sobre la base de lo que se ha aprendido y a
hacer progresar por influencia al resto de la sociedad.
Sin embargo, la tradición está en el
centro del ideal masónico; el problema consiste en no confundir la
tradición y el inmovilismo; no considerar que la Masonería es una clase
de referencia, viejos iconos, viejos galimatías que no deben mostrarse
nunca, respetados sin duda, pero desconocidos. La Masonería, es
precisamente ese espacio que en nombre del método, permite estar siempre
presente en las evoluciones y progresos sociales.
Esencialmente, la Francmasonería es
actualmente una gigantesca “caja de herramientas”; un espacio donde cada
uno puede venir a buscar aquello que le es necesario en vista a
expresar con valor, determinación, a veces lucidez, una visión política.
Muchos responsables políticos dudan de la capacidad de la sociedad y la
imaginan mucho más atrasada de lo que en realidad lo está. Desde la
masonería, se da cuenta hoy, de la importancia de considerar la
inmigración como un activo positivo, abogando por una integración
verdadera que respeta las identidades pero que no reconstruye
comunidades artificiales y que permita consolidar el pacto
que nos permite vivir juntos. Presenta la construcción de un Islam de
Europa y no solamente de un Islam en Europa. Hay una serie de elementos
que son anunciados por los Francmasones desde siempre.
Vamos a volver a publicar en poco tiempo
la lista de todas las cuestiones planteadas a las Logias desde la
creación de la Masonería. Se verá hasta qué punto está en anticipo o en
desfase con la sociedad, tratando de los temas que llegarán más pronto o
más tarde… : el derecho de las mujeres a elegir, la libertad de
asociación, la libertad de la prensa, la abolición de la esclavitud, el sufragio universal, la separación de la Iglesia y el Estado; todas eran nuevas ideas, supuestamente imposibles de aplicar en una sociedad que no las aceptaría.
Creo que esto es lo que permite a la Masonería ser útil, moderna; y que el Gobierno
sea más bien de derechas o más bien de izquierda es para nosotros
indiferente; lo que nos interesa, es que avanzamos siempre para
solucionar estos problemas y en consecuencia estamos atentos a aquellos
que utilizan la “caja de herramientas” que les proponemos libremente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario