lunes, 20 de marzo de 2017

Simbología masónica de la granada

Simbología masónica de la granada

La granada en la antigüedad se cultivaba en los huertos caseros para deleitar a las familias y aunque en la actualidad no es un fruto de consumo masivo, ocupa sitiales insospechados en el universo simbólico, en especial en el templo masónico, donde se le considera como el fruto de la vida, que es germen y sustancia a la vez, representando además, la necesaria armonía social que emerge de pequeñas semillas interrelacionadas, unidas que exponen su luminosidad hacia el exterior.

En Egipto se conoció y se cultivaba en tiempos de la XVIII dinastía, unos 1500 años antes de Jesús. Todavía hoy el jugo de su fruto fresco -la granadina- sigue siendo muy popular en El Cairo. Además, en diversos registros históricos encontramos referencias a esta especie. Así por ejemplo: segúan Jacson, en su obra Los Misterios Antiguos, el amanuense del rey Tosues I, llamado Ann (sol), hizo plantar en el parquefunerario de su rey cinco granados.

El libro de los Reyes, capítulo VII, al referirse a la edificación de las columnas del pórtico del Templo de Salomón, construido por Hiram, destaca en el versículo 18: “…y cuando hubo hecho las columnas, hizo también dos órdenes de granadas, alrededor un enredada para cubrir los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas con granadas; y de la misma forma hizo el otro capitel…”

La granada fue el instrumento utilizado por Hades, Señor del mundo subterráneo, para conseguir que su joven y bella esposa, Perséfone, permaneciera a su lado, pese a haber sido raptada por el oscuro Dios: en adelante podría abandonar el mundo de las sombras siempre que no hubiera tomado alimento alguno. Desgraciadamente, la divina dama había ingerido varios granados de una jugosa granada.

En el templo masónico la granada descansa en lo alto de los pilares recordándonos los elevados ideales que persigue nuestra institución. Cada grano simboliza a todos los masones de la tierra, que llevan en sí el néctar y la semilla dispuesta a germinar a favor del bien de la creación. Su jugo rojo de sabor agridulce representa las alegrías y pesares de la vida.

La delgada cáscara de la granada resiste los golpes de la naturaleza y conserva dentro el sabor de un néctar delicioso. Al igual que la Masonería resiste los ataques de quienes son contrarios, conservando la sustancia que da vida. Se le representa abierta, dejando a la vista de toda la estructura organizada, semejante a las logias dispersas por la tierra y reunidas en la masonería universal.

Los masones estamos unidos al igual que los granos de la granada y continuaremos estándolo mientras en nuestras filas exista la armonía y el amor que comprende. Nuestra obra no podría llevarse a cabo sin el entendimiento que permite que al interior de nuestros templos exista la diversidad religiosa y política; pero esta camarería y signo de confianza son necesarios, también en nuestras vidas diarias con todo el universo.

En la representación que encontramos en el templo, las granadas, además de abiertas, lucen adornadas por la flor de la azucena, que corona la cúspide de los capiteles. Esta flor simboliza el candor y la pureza, que significa que la meta del Masón es el idealismo, enmarcado en la pureza de sus sentimientos y el cultivo y práctica de sus virtudes.

La azucena se identifica con el lino o flor de lis, que la tradición heráldica ha escogido como emblema de la paz y la concordia; tales postulados son fundamentos masónicos en la convivencia social.

Así, la Granada y Lirio unidos representan el candor y la pureza junto a la armonía que reina en la Masonería que, por muy multiplicado que sea, constituye una y la misma familia, porque así como las semillas apoyadas recíprocamente en la granada es que toma su verdadera forma. Como las semillas, dentro de nuestras logias somos las semillas: mayores, menores, de apariencias diversas, de aspectos diferentes, de pensamientos propios, profesando distintas creencias o pensamientos políticos, pero siempre unidos por el mismo propósito, unidos por el sentimiento, por idéntico espíritu que la savia nutritiva de vida masónica que está representada en el jugo de la granada.

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