lunes, 28 de abril de 2014

San GAbo

Milagros documentados que deben ser tomados en cuenta por la Congregación de la Causa de los Santos para la postulación a la santificación de Gabriel García Márquez:

Por el año de 1976 en la entonces escuela, ahora facultad, de Filosofía y Letras de la UACh, un grupo de mujeres que han dado su testimonio pudieron superar sus males a partir de las enseñanzas de “Cien años de soledad”. Presentó algunos fragmentos de la señorita S. omito, por lo menos hasta que la congregación decida sobre la canonización no lo haga público el nombre de la amilagrada.

1.- La señorita S, provenía de una recia familia católica, de sólida moral, visible no sólo por la dominical asistencia a misa, viajes semestrales a Roma a recibir la bendición papal, virginidad santificada a través de un certificado cardenalicio de pureza himénica y de un acuerdo papal para la congelación de las calenturas de la carne. Habiendo llegado a los 32 años la señorita S seguía sin casarse y aquejada de los dolores de la frigidez que la destinaban congelar las manos y demás partes del cuerpo de todo aquel que quisiera tocarla con o sin motivos mancillantes.

Ese año el libro “Cien años de soledad” estaba solicitado a la biblioteca por los próximos dos años, pero el maestro de Literatura Hispanoamericana les había pedido un trabajo sobre dicho libro y aquí empieza el milagro, la alumna a quien le tocaba el préstamo de cinco días del libro, se accidentó y no lo pudo obtener, S se dio cuenta y de inmediato negoció con Queta, la bibliotecaria y el libro quedó en manos de la estudiante frígida. Ese día después de leer varias decenas de páginas dio de pronto con la frase: “Preguntándose asombrado como había llegado a ese abismo de desamparo”… “Sintió que no podía resistir más el rumor glacial de sus riñones y el aire de sus tripas y el miedo y el ansia atolondrada de huir y al mismo tiempo de quedarse para siempre en aquel silencio exasperado y aquella soledad espantosa”.

En ese momento su hielera-corazón empezó a ser invadida por un cierto calorcillo que se anidaba en medio de sus piernas; S supo que eso estaba mal, pero no podía reprobar la materia, corrió hasta la iglesia más próxima de la cual tomó una cubeta de agua bendita para verterla en la tina de baño donde permaneció sentada durante horas, se mojaban sus impurezas y seguía leyendo. Descubrió que las mujeres que son vírgenes huelen a flores de muerte; se van pudriendo en el infierno del hielo y que sólo les queda descubrir el deseo y su posibilidad de ser, de deshacerse en los jugos calientes del cuerpo; no había más razón que el dolor putrefacto de la fortaleza, la moralidad sólo da como certidumbre la fuerza para abrir las puertas del cementerio y que los gusanos se coman las carnes. Vio a Amaranta y no le quedó más remedio que decidir si empezaba a tejer su mortaja o le daba su cuerpo al coronel Gerineldo.

Al día siguiente S se entregó a la santísima vocación del gozo fornicario. Había sido curada para siempre de la frigidez gracias a la intercesión de San Gabo.

2.- Milagro por omisión. Este acto divino ocurrió en sentido inverso: existió un país en donde había muy pocos lectores, cuatro de cada cien personas en edad de leer eran los que se acercaban a los libros. Un día el más torpe de los lectores ocurrió a la más famosa de las ferias lectoras de aquella nación; fue a presentar un libro que escribió pero que no leyó ¡Milagro de milagrería! Interrogado sobre los tres libros más importantes en su vida señaló a la Biblia, “Cien años de soledad” y la “Silla del águila” pero que no los leyó porque se rompió la pata de una silla y los usó para apuntalarla y que no se cayera porque la estaba usando para ver una revista Playboy en que venía una desnudista apodada La Gaviera, y que era responsable de litros de líquido seminal adolescente desperdiciado.

San Gabo fue enterado del asunto y castigó al pueblo de desleídos y los condenó a ser gobernados por un no-lector todavía más bruto que todos ellos juntos.

Como se podrá ver estamos ante un hecho fundamental, podemos promover la santidad oficial del Gabo y es necesario para nosotros, los devotos de este realista de la magia reunir las historias de milagrería logradas para fortalecer la causa de su canonización.

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