LA MARCA
Después de la Masonería Simbólica y el Arco Real, si hay un Grado universalmente extendido este es La Marca. Esto no es extraño, dada la importancia de sus enseñanzas en el sendero de la Iniciación.
La historia de La Marca está llena de anécdotas. Los primeros documentos que citan una protoceremonia de registro de marca datan de 1599, pero son todavía de naturaleza operativa. El momento en que realmente La Marca será creada como Grado masónico y tomará un notable protagonismo será en Escocia, durante los años en que la recién formada Gran Logia de Escocia (fundada en 1736) se esforzaba por convencer a las Logias operativas de que abandonasen la leyenda del Tercer Grado noaquita en beneficio de la hiramita.
La Gran Logia de Escocia
En el momento de la fundación de la Gran Logia de Escocia en 1736, de las 100 Logias aproximadamente que existían en Escocia, únicamente 21 eran especulativas, mientas que 12 eran operativas con masones aceptados, y 77 eran exclusivamente operativas. Ante la convocatoria para formar la Gran Logia de Escocia únicamente asistieron 33 Logias, que eran aquellas que contaban con miembros aceptados, mientras que las operativas no quisieron saber nada de la formación de una Gran Logia.
Masones escoceses. Obsérvese que llevan el Mandil por dentro de la chaqueta, al uso Antiguo (llevar el Mandil por fuera de la chaqueta es una costumbre adoptada por los Modernos).
La Gran Logia de Escocia creó entonces una serie de comités que irían a visitar a las Logias operativas con el fin de convencerlas de la idoneidad de integrarse en la Gran Logia. Con tal fin se concedió a las Logias la posibilidad de crear sus propios rituales, mandiles y estatutos, y se les ofreció todo tipo de libertades (aún hoy, las Logias escocesas disponen de estos privilegios, lo que convierte a la Gran Logia de Escocia en la organización masónica estatutariamente más anárquica del planeta). Esto gustó a los masones escoceses operativos, pero el problema surgió cuando los visitantes de la Gran Logia pasaron a explicarles el Tercer Grado hiramita.
En el momento de crear la Leyenda de Hiram, lo último que se le había pasado a los Modernos de Londres por la cabeza era qué pensarían los masones escoceses operativos. En aquellos momentos la Masonería constaba únicamente de dos Grados. En Londres el Grado de Compañero (que era donde se había desarrollado el Levantamiento del Maestro) era ya denominado como Grado de Compañero y Maestro. Sin embargo, en Escocia, sobre todo entre los operativos, los dos Grados seguían denominándose Aprendiz y Compañero. La leyenda que ilustraba el Levantamiento del Maestro en Escocia era todavía la noaquita.
Al explicar a los masones operativos escoceses el nuevo sistema de tres Grados y la Leyenda de Hiram Abiff, resultaba que ellos, que se enorgullecían de ser Compañeros, quedaban convertidos no sólo en asesinos, sino en asesinos del Maestro, que era el crimen más horrendo que un masón operativo podía cometer.
Era preciso solventar este problema de alguna manera, y la forma que encontraron los especulativos escoceses fue potenciar un Grado de intenso contenido esotérico que estaba siendo estructurado en aquellos años: La Marca. La Marca se trabaja en Grado de Compañero, y hoy en día se confieren sus dos Grados, Masón de Marca y Maestro de Marca, en la misma ceremonia, pero en esta etapa inicial ambos Grados se conferían de manera separada, de modo que los Compañeros eran avanzados a Masones de Marca, y los Maestros a Maestros de Marca. El argumento externo de este Grado que redimía a los Compañeros operativos del asesinato de su Maestro era el siguiente: se hacía al Compañero Masón de Marca, tras lo cual el compañero cometía el error de despreciar la piedra angular, que arrojaba a la cantera. Pero una vez que era pasado al Grado de Maestro, en el momento que necesitaba la piedra angular, recordaba que era la piedra que había despreciado anteriormente, e iba a la cantera a recuperarla. Dicho de otro modo, cometía su error como Compañero, pero se redimía como Maestro. Esto, junto con el conveniente aderezo teológico, satisfizo a los operativos escoceses, que paulatinamente fueron aceptando el Grado de Maestro.
Masón de Marca
El ritual del Grado de La Marca comienza con una breve ceremonia, de naturaleza operativa, en la que el Compañero (actualmente el Maestro) es hecho Masón de Marca, siéndole asignada una marca de cantero que le acompañará toda su vida. El Venerable Maestro le designa Masón de Marca (hoy en día sin Obligación), y le enseña cómo reclamar su salario ante el Primer Vigilante.
Maestro Masón de Marca
La parte correspondiente a Maestro Masón de Marca comienza con la Obligación del Candidato (a diferencia del Rito de Emulación, donde el Candidato se arrodilla sobre una pierna, poniendo la otra en escuadra, aquí el Candidato se arrodilla sobre ambas rodillas, a la manera Antigua).
El Candidato y los Diáconos entran a la Logia provenientes de la cantera, portando cada uno una piedra. Un diácono lleva una dovela y el otro lleva un sillar cúbico, pero el Candidato lleva una piedra muy extraña, que no es oblonga ni cuadrada. No solo eso, sino que además esa piedra, a diferencia de las otras dos, no tiene marca de cantero.
Conforme los Sobrestantes van chequeando las piedras, comprueban si se ajustan a los planos y están bien terminadas. Con la piedra oblonga y la piedra cúbica todo parece ir bien, pero la extraña piedra que porta en Candidato causa el desconcierto entre los Sobrestantes, que se niegan a darle la contraseña para cobrar el salario. Sin embargo, dada la cuidadosa factura de esa piedra, los Sobrestantes no se atreven a desecharla por completo, de manera que la piedra es chequeada por ambos Asistentes Sobrestantes, y llega finalmente al Maestro Sobrestante.
Monedas que se entregan por el trabajo,
para poder reclamar el salario.
El Maestro Sobrestante tampoco sabe para qué sirve la piedra que porta el Candidato. No se ajusta a sus planos, y además la piedra no está marcada, de modo que dictamina que la piedra sea arrojada a la escombrera.
A continuación llega la hora de cobrar, y los obreros se dirigen al sitial del Primer Vigilante. Pero el Candidato no es acreedor al salario, y no lleva la moneda, de modo que el Primer Vigilante le agarra por la mano y da la alarma: ¡Un impostor!
El Primer Vigilante se apresta a aplicar la antigua pena, cortándole la mano de un hachazo. Pero el Primer Diácono se lo impide, y conduce al Candidato ante el Venerable Maestro para que dé explicaciones. El Venerable Maestro considera que su error es fruto de la ignorancia más que de la mala fe, de manera que es clemente con el Candidato y lo manda de nuevo a la cantera para que siga trabajando.
Los trabajos prosiguen, pero llega un momento en que estos quedan interrumpidos.
Los trabajadores necesitan la Piedra Clave para el Arco Sagrado del Templo del Rey Salomón, y no la encuentran. El Venerable recuerda que tiempo atrás diseñó un plano para dicha piedra. Finalmente encuentra el plano, y lo muestra a los Sobrestantes, que caen en la cuenta de que anteriormente habían rechazado la Piedra Clave por no saber para qué servía y cuál era su lugar en la obra. Se habían percatado de la belleza de dicha piedra, y por ello no se habían atrevido a descartarla, hasta que finalmente el Maestro Sobrestante estableció que fuese arrojada a la escombrera.
De modo que el Candidato y los Diáconos se dirigen nuevamente a la cantera a buscar esa piedra. La encuentran, y el Candidato la presenta al Venerable Maestro, quien le felicita por la exquisita factura de la piedra y le confía los secretos del Maestro de Marca. Se lee una carta en la que Hiram, Rey de Tiro, comunica al Rey Salomón que le envía a Hiram Abiff, pero a cambio le pide el salario de aceite, grano y vino para los siervos que cortan los cedros del Líbano.
El Venerable prosigue transmitiéndole los secretos del Grado y lee un párrafo del Salmo 118: "La piedra desechada por los constructores se ha convertido en la Piedra Clave". Posteriormente lee un párrafo del Apocalipsis: "Al vencedor le daré el maná escondido y una piedra blanca. Y en la piedra escribiré un nombre nuevo, que sólo conoce el que la recibe".
El Simbolismo del Grado
En la Masonería actual Inglesa y continental el Grado de La Marca, aun teniendo un estatus privilegiado por su elevada membresía, no es requisito imprescindible para poder acceder al Arco Real, que es considerado únicamente como la culminación del Grado de Maestro. Sin embargo, en las masonerías de corte Antiguo (Irlanda, Escocia, Estados Unidos), La Marca es el cuarto Grado de la serie que culmina en el Arco Real.
La Marca profundiza en la evolución que sigue el alma humana conforme se adentra en los misterios de la Iniciación. Dentro de la simplificación que se impone al intentar plasmar en Grados algo tan sui generis como el proceso iniciático, suele presentarse este proceso como algo lineal, como estadios definidos ordenados. Sin embargo, en el transcurso de este proceso, pueden reinar la confusión, el peligro de extraviarse, el dolor de corazón y la incapacidad para reconocer al verdadero Centro, el horizonte que hay que dirigirse durante el proceso de Regeneración y Redención personal.
No olvidemos que en una Tenida de Masonería cada uno de los Oficiales representa una parte del Alma humana (aunque esto se aprecie notablemente mejor en los rituales Antiguos que en las creaciones francesas). Los Sobrestantes no son la parte más burda del ser humano, como el cuerpo físico -representado, según Wilmshurst, por el Guardatemplo Exterior- o el cuerpo astral -representado por el Guardatemplo Interior-. Pero, a pesar de su naturaleza más elevada, desde luego tampoco son el Maestro. Tienen ante sí a la Piedra Angular, la piedra fundamental para construir el Arco Real, pero no la reconocen y no saben para qué sirve, aunque intuyen que no es una piedra normal debido a exquisita factura, y por ello dudan antes de rechazarla. No solo es una pieza de impecable fábrica: también se trata de una piedra sin marca. O dicho de otro modo, no es una creación humana; la Piedra Clave es creación divina, y estamos hablando de lo que de divino hay en el hombre. Pero, ignorantes de ello, el Maestro Sobrestante, dado que tampoco se ajusta a sus planos, ordena que sea arrojada a la escombrera.
Pero finalmente los obreros han de interrumpir su trabajo, pues les falta la piedra que necesitan para que el Arco se sostenga. En este momento el que interviene es el Maestro, la parte del ser humano más elevada, el Espíritu (Pneuma), y reconoce al Centro que da sentido al trabajo. Muestra el plano que había creado a los Sobrestantes, y les explica para qué servía la Piedra Clave. Finalmente los Diáconos y el Candidato regresan a la escombrera a recuperar la Piedra que habían arrojado.
No es casualidad que en ese momento el Venerable Maestro lea entonces la carta en que Hiram, Rey de Tiro, informa a Salomón de que le envía a Hiram Abiff, pues tanto Hiram Abiff como la Piedra Clave representan lo mismo: la chispa divina que hay en nuestro interior. Recordemos la descripción de la tumba de Hiram Abiff que da el ritual de Emulación:
«Se ordenó que nuestro Maestro fuese sepultado tan cerca del Sancta Sanctorum como la ley israelita permitía – en una tumba, tres pies al E. y tres pies al O. del centro; tres pies entre N. y S.; y cinco pies o más en perpendicular».
Si extendemos los brazos a los lados, abarcamos tres pies de distancia a la derecha (Este) y tres pies de distancia a la izquierda (Oeste). Si extendemos un brazo hacia delante y el otro hacia atrás, abarcamos tres pies hacia el Norte y tres pies hacia el Sur. Tres pies entre Norte y Sur se encuentra el tronco del ser humano. Cinco pies o más en perpendicular es la estatura de un ser humano.
Es decir, que el Centro (Hiram Abiff) yace sepultado en nuestro interior.
Y la Piedra Clave representa el mismo concepto.
En enero de 2013 la Logia de Antiguos Maestro de Marca de Somerset llevó a cabo en el Hotel Bali (Benidorm, Alicante) una representación del ritual de La Marca de 1795 con vestimenta de época. Obsérvese que portan las jarras de cerveza en la mano: en 1795 la cerveza no había sido proscrita todavía reglamentariamente del interior de las Logias.
En la misma carta, Hiram, Rey de Tiro, pide a Salomón que pague a los obreros su salario para que estos trabajen en la construcción del Templo. Habitualmente describimos al salario masónico como grano, vino y aceite: pan de vida, un nuevo orden espiritual y sabiduría. Sin embargo, el Ritual de Emulación nos muestra el momento de recibir el salario de una manera que no parece precisamente gozosa: el obrero debe aceptar su salario sin escrúpulos ni inseguridad, sabiendo que es el que le corresponde. Esto sucede porque el salario recibido en la Iniciación en pago al trabajo va de la mano de un dolor y remordimiento que el Candidato no esperaba en modo alguno. Por ello debe aceptarlo sin escrúpulos ni inseguridad, sabiendo que es el que le corresponde, pues en su camino de Redención recibe el pesar que le corresponde, ni más ni menos.
La lectura del Apocalipsis pone punto y final a la peripecia de La Marca: "Y en la piedra escribiré un nombre nuevo, que sólo conoce el que la recibe", pues al marcar la piedra, el hombre reconoce lo que de origen divino hay en sí mismo.
A diferencia de las Grandes Logias nacionales, la Gran Logia de Marca es una Obediencia supranacional, cuyo Gran Maestro es S.A.R. Michael de Kent, primo hermano de la Reina Isabel II de Inglaterra.
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