viernes, 25 de abril de 2014

Melkart


EL TEMPLO DE MELKART V


PERSONAJES QUE
VISITARON EL TEMPLO
Uno de los mayores atractivos del santuario, era la función que desempeñaba. Se había convertido en centro onírico, donde se interpretaban los sueños. Famosa es la explicación que se le dio al de César. Otra característica del mismo fue que nació a partir de un oráculo, por lo que probablemente contara con un equipo de profetas y adivinos como los que había en el santuario de Tiro.
Otra importancia del templo es que se consideró custodio de las cenizas de Hércules. Este prestigio del templo hizo que fuera muy visitado durante la antigüedad, tanto por los navegantes, como por los personajes más relevantes de la antigüedad que pasaron por la ciudad de Gadir.
Entre los personajes de los que hay constancia que visitaron el templo están: Eforo de Cumas, Piteas, Aníbal y Sileno, invierno del 219-218 a.C., en la que el primero hizo una ofrenda de prisioneros procedentes de Sagunto, Magón, Quinto Fabio Máximo, Artemidoro de Éfeso, Poseidón de Apamea, Polibio sobre el 90 a.C.
Se cuenta, que al visitar el templo de Hércules, el general cartaginés Amílcar, exigió a su hijo Aníbal que entonces contaba nueve años de edad, que jurase en ese templo odio eterno a Roma.
Julio César lo visitó en varias ocasiones, como en el año 68 a.C., que ya siendo cuestor, es cuando la tradición cuenta que se lamentó ante la estatua de Alejandro Magno y entonces fue cuando le interpretaron su sueño de buenos augurios para su futuro. En el año 61 a.C. regresa a Gadir como gobernador emprendiendo acciones en Lusitania, implorando protección en el santuario de Hércules, donde regresa tras la batalla de Munda en 45 a.C.
Otros personajes del mundo romano que por allí pasaron fueron: Marco Terencio Varrón, Pomponio Mela, Silio Itálico, Apolonio de Tiana, Avieno, y personalidades del mundo de las ciencias y letras como Asclepíades de Mirlea.

EL TEMPLO DE MELKART IV


El concepto de Melqart fue evolucionando a través del tiempo e identificándose con otras deidades del mundo mediterráneo. Melqart coincidía con Heracles en muchos aspectos (sus viajes a occidente y su matiz solar),llegando a perder el primero su nombre originario para tomar el de Heracles-Hércules con el que fue más conocido.
Aunque es difícil precisar cuando se dio esa asimilación, en Herodoto, Polibio y las inscripciones bilingües se encuentra la asimilación de Melqart a Hércules. En Cádiz se empieza a percibir tal asimilación a mediados del siglo VI a.C., fecha a partir de la cual se comienza a tener interés por lo heleno. Durante el siglo IV a.C. es cuando este interés por lo griego en occidente es patente, y es entonces cuando parece haber surgido en Atenas el mito de Hércules en Iberia. A mediados de este siglo se conoce universalmente el dios gaditano. A lo largo del siglo III las influencias helenas se hacen notar tanto en su aspecto externo (arquitectura), como en el interno (ritos, mitología, credo) y es de esta fecha de cuando se supone el altar de Hércules tebano que se sabe existía dentro del santuario. En estas fechas es cuando cristalizó la asimilación del Melqart tirio y el Heracles griego, haciendo de ambos una misma divinidad.
Con el tiempo se fue adoptando la imagen de Hércules, apareciendo el modelo griego, imberbe y tocado con una piel de león, cuya cabeza aparece en las monedas de la ciudad desde el siglo II a.C hasta la época de Calígula.

EL TEMPLO DE MELKART III



El santuario tuvo una importante participación en los aspectos económicos, ya que poseía recursos que procedían del culto (donativos, diezmos, etc), patrimonio que se fue acumulando a través del tiempo.
Según la estructura comercial de oriente próximo, los fenicios, cuando llegaban a tierras desconocidas realizaban las transacciones en el templo. Según esta teoría, el templo era lugar de contactos, donde los sacerdotes ofrecían una serie de garantías en las operaciones de intercambio bajo la autoridad que emanaba de la presencia del dios. El santuario era el centro de todas las operaciones comerciales realizadas en sus cercanías y, por tanto, lugar de registro de las operaciones comerciales. Este fue, de hecho, el origen del alfabeto fenicio. Los sacerdotes eran los encargados de registrar las transacciones comerciales y por ello exigían una cantidad para el templo donde se realizaban. Lo que podríamos llamar tarifas, se reflejaban por escrito en unas tablillas con signos a partir de los cuales se desarrolló el sistema de escritura.
Otros habitantes habituales de este y otros templos eran las hieródulas o prostitutas sagradas. Mujeres dedicadas a satisfacer las necesidades sexuales de los visitantes, algo que no estaba mal visto, como tampoco lo era mantener relaciones más o menos estables con esclavas y esclavos. Estas mujeres ingresaban en el templo más o menos a la edad de contraer matrimonio y permanecían en él hasta su muerte.
Es muy posible, aunque no exista una confirmación por ningún tipo de testimonio, que en el templo se pudieran encontrar también los llamados barberos sagrados. Parece que los viajeros que acudían por primera vez a un templo debían realizar una ofrenda que incluyera unos cabellos. Estos hombres eran los encargados de realizar el ritual.
Pero de las habitantes que más constancia histórica se tiene es de las bailarinas, de las llamadas por los romanos "Puellae gaditanae" . Estrabón habla de ellas por primera vez al describir como un marino griego llamado Euxodos, embarcó desde Cádiz hacia otras partes del Atlántico a muchachas de Gades, como parte del contingente, que eran famosas ya por su reputación de cantantes, bailarinas e instrumentistas.
La denominación por la que se conocen es la que dieron los escritores romanos, aunque su origen, es muy anterior y evidentemente desconocemos como se las denominaría en lengua púnica. Existe una vinculación más que probable en origen, a los ritos de Astarté del Mar y al concepto de prostitución sagrada como dejan entrever al hablar de ellas y de sus bailes lascivos diversos autores. Marcial (VI.71) describe a una de ellas en los siguientes términos:
"Experta en adoptar posturas lascivas al son de las castañuelas béticas y en danzar según los ritmos de Gades, capaz de devolver el vigor a los miembros del viejo Pelias, y de abrasar al marido de Hécuba junto a la mismísima pira funeraria de Héctor. Teletusa consume y tortura a su antiguo dueño. La vendió como sirvienta y ahora la ha comprado para concubina. "
Por último, toda vez que los marinos acudían al templo a su llegada a esas tierras para hacer sus ofrendas al dios, se supone que era también lugar donde se “archivaban” datos náuticos, indicando accidentes geográficos y descripción de la costa de las diversas rutas marinas. Servía igualmente de albergue de mercaderes, refugio de viajeros y daba asilo a los náufragos.

Se tienen pocos datos sobre la configuración del Templo, pero tenemos alguna descripción tomada de Filóstrato: “La isla en que se halla el templo es tan grande como la nave de éste, y nada hay en ella de rocoso, sino que parece una Meta Pulida”.
Esta cita lleva a pensar que el templo se situara sobre un pódium.

Según narraciones de Porfirio se sabe que el edificio tenía un patio o espacio abierto y puede que tuviese una cerca o muralla para hacer eficaz la defensa y la seguridad. Tenía también una torre dentro del recinto que protegía la zona de acceso al santuario.

Situada en el recinto sagrado del patio se encontraba la nao, estancia principal donde se encontraba el Sancta-Sanctorum, dónde sólo tenían acceso los sacerdotes.

A través de las monedas de Adriano, hay constancia de que existía una capilla dentro del patio. En una se muestra una figura de Hércules de pie, desnudo, con la clava y las manzanas hespéricas en la mano izquierda, cuyo origen es de entorno a los siglos III-IV a.C.

Los altares eran otro elemento que se encontraban en el patio o espacio abierto. Igualmente tenía dos columnas situadas frente al altar donde se oficiaban las ceremonias y eran similares a las del templo de Tiro. Las describe Porfirio en uno de sus relatos, pero más ampliamente las describe aún Estrabón, haciendo alusión a los caracteres que estaban grabados sobre ella, según su opinión, hacían referencia a los gastos de construcción del santuario. Filóstratos dice que eran de oro y plata fundidas en un solo color, de forma tetragonal y con inscripciones en el capitel. Similar descripción hace Herodoto de las columnas del santuario de Tiro.

Estrabón es también quien nos habla de la existencia de fuentes en el templo y de la importancia del agua como elemento purificador para el culto.

Por último, citar que existía un bosque sagrado, representado por un árbol simbólico y áreo que en este caso era el árbol de Pygmalión.

EL TEMPLO DE MELKART (I)


Se sabe que en el Cádiz de la antigüedad existieron tres santuarios dedicados a Astarté o Venus Marina, Baal o kronos y Melkart o Hércules. Este último fue el más importante y trascendente en la historia de Cádiz. Se fundó a la vez que la ciudad pero su existencia fue mayor, ya que su culto se siguió celebrando cuando Gadir era un montón de ruinas, según una cita de Avieno de finales del siglo IV a.C.

Aunque el origen de Melkart fue agrícola, el carácter comercial de los habitantes de Tiro hizo que los navegantes lo tomasen como “protector de la navegación y el comercio”. Por estos motivos fue elegido patrono de Gadir, concepto que llega hasta nuestros días y pervive en la tradición popularmente conocida que señala a Hércules como fundador de Cádiz.


La relevancia del santuario de Melkart según Pomponio Mela radicaba en que allí estaban depositadas las cenizas del dios Hércules, lo que había llevado a la ausencia de imágenes o representaciones del mismo y donde ardía un fuego perenne. Pomponio Mela lo describe como un lugar suntuoso propio de la tumba de los huesos de Hércules.

Otra antigua y conocida leyenda era la existencia de una gran torre sobre la que se situaba una magnífica estatua de Hércules. Así la describen también los árabes cuando pisan estas tierras para conquistarlas, hablan de una torre cuadrada en un desierto de arena a orillas del mar, cuyos cimientos eran tales como la altura de la torre, formada con grandes sillares de piedra colocados de formas admirables y unidas por medio de anillos o ganchos de bronce. Incluso algunos citan que su altura era de 100 codos. En la cima de la torre, un ancho pedestal de 4 palmos de diámetro, sostenía una enorme estatua del dios Hércules, labrada en bronce y cubierta por una capa delgada de oro. La estatua representaba a un hombre con cara cubierta con espesa barba, cabello tosco y levantado al viento, con un mechón sobre la frente. Vestía una túnica con remates cogidos en el brazo izquierdo. En sus pies, unas sandalias y en el brazo derecho sostenía erguido el bastón largo de unos doce palmos, en cuyo extremo se abria en forma dentada tal y como si fuera una clava. En esta misma mano mantenía un candado y unas llaves, como quien quiere indicarnos que es el poseedor de abrir las puertas del mar de más allá.

EL ORACULO Y LA FUNDACIÓN DE GADIR

A principios del siglo I a.C. visitó Gades el filósofo griego Poseidonios de Apamea, que ya era conocida por ser una de las más antiguas de occidente. El mismo escribió una narración sobre su fundación, donde aparecen junto a los motivos religiosos, el mandato de un oráculo, las razones comerciales. Estas noticias fueron más tarde recogidas por Estrabón en su obra Geografía en su tercer libro dedicado a la Península Ibérica, donde le dedica un lugar preferente a Gades y donde inserta un texto que trascribimos en la primera entrada de este blog en la que cita al oráculo que mandó a los tirios a fundar un establecimiento en las columnas de Heracles, en los confines de la tierra habitada.
La elección del emplazamiento de Gadir se intuye que no sólo obedecía a motivos religiosos, sino comerciales y estratégicos. Su localización en una isla lo hacía inexpugnable, estando cerca de los principales núcleos mineros de la zona, y donde además, podrían explotar los productos como el murex, salazones, pesquerías, sal, etc.

Existe una gran controversia en cuanto a la fecha concreta en que se fundó Gadir. Se utilizan tres fuentes: las de carácter oriental (textos bíblicos del Antiguo Testamento), las obras de Homero de las que se puede deducir que la expansión fenicia no es posterior al s. VIII a.C., y por último, los textos de autores griegos y romanos. Esta polémica se debe a la ausencia de restos arqueológicos pertenecientes al siglo XII a.C. La arqueología no ha aportado en la península materiales abundantes que vayan más allá de mediados del siglo VIII a.C., por lo que difícilmente podría estar fundada Gadir.
Para algunos autores, la fundación de Gadir se encuentra en sincronía con acontecimientos como la Guerra de Troya. Pomponio Mela fija la antigüedad del templo de Melkart desde los tiempos troyanos. Se dice que el templo se fundó con la ciudad de Gadir, que fue elegida por los fenicios pues tenía muchas analogías geográficas con Tiro. Una de las ideas más generalizadas es que los fenicios se establecieron primero en la isla de Sancti Petri y luego en la propia Cádiz, y eso está respaldado por el hecho de que los colonizadores orientales una vez que llegaban al lugar elegido para su establecimiento, lo primero que hacían era levantar un altar para ofrecer sacrificios y dar gracias a los dioses por la feliz travesía llevada a cabo, situando estos primeros santuarios en los lugares de su desembarco.

DIOS MELKART

Para entender lo que supuso el culto a Melkart es conveniente conocer algunos de los aspectos de esta deidad.
Etimología.- Melkart significa “Rey de la ciudad”.

Nacimiento del culto a Melkart.- Se le atribuye a Hiram I de Tiro. El fue quien instituyó su fiesta anual que se celebraba en primavera. Durante la misma se ofrecía una víctima humana que debía ser quemada, como fue Melkart, receptor de la oblación. Esta fiesta debía tener lugar ante su tumba de Tiro, no pudiendo acudir extranjeros. Cada cinco años se celebraba otra ceremonia más grandiosa, en la que se celebraban certámenes en honor a la deidad.
Mitología de Melkart.- A Melkart se le consideró fundador de Tiro y descubridor de la industria de la púrpura, la más importante de aquella ciudad. Este dios padeció una pasión, tras la cual tuvo una muerte ritual en su ciudad de Tiro, donde pereció abrasado. Debido a esto se le llamó también “fuego del cielo”.

Diversos aspectos sobre el culto.- Se creía en la presencia directa y permanente de los dioses en la vida cotidiana, y había una certeza de que una intervención divina podía cambiar milagrosamente el curso de cualquier acontecimiento. Por ello, era imprescindible la consulta permanente, la plegaria, el sacrificio, etc. A todo ello se dedicaban los sacerdotes y el templo o casa del dios debía tener una infraestructura para mantener la actividad permanente de sacrificios. Por su mediación y asesoramiento tenían una fuente de ingresos con los que controlar los asuntos económicos. El orante se sentía estrechamente unido a sus dioses, lo que extendió su protectorado a donde llegaban sus empresas marítimas en tierras extranjeras.

El carácter del culto era típicamente semita: las mujeres tenían prohibido el acceso a los santuarios, sacrificaban cerdos, no había imágenes y había un fuego perenne. Aunque se conservara lo esencial del rito semita, las influencias exteriores y el proceso de asimilación debió ser determinante en algunos aspectos del culto, por ello se fueron introduciendo las imágenes figuradas a la manera griega y latina.

Entidad agraria.- La concepción de muerte por cremación y resurgir, le dio en principio a Melkart un carácter solar. Después se le relacionó con los ciclos del campo y el mundo vegetal, lo que daba ese carácter eterno de retorno y vuelta a la vida. Esto último se aprecia en la recreación anual de la naturaleza en la primavera, seguida por su muerte debido al abrasador fuego de verano.

Patronazgo sobre la navegación.- Su concepción agrícola quedó eclipsada por las proezas marítimas y su nuevo patronazgo sobre el mar. Esta vinculación con el mar aparece citada por Estrabón cuando narra la tradición entre los navegantes de ir a Heracleion cuando finalizaban las navegaciones para sacrificar en acción de gracias, o en el texto de Avieno donde describe las múltiples aras dedicadas a Hércules en el Estrecho.

Otros patronazgos.- La nueva situación comercial-colonizadora hizo que Melkart, además de su patronazgo sobre el mar fuese el protector de todo lo que en torno a él se movía: mercaderes, traficantes, comerciantes, artesanos y hasta la fertilidad.

Expansión del culto a Melkart por el Mediterráneo y el Atlántico.- Las influencias políticas, económicas y religiosas que el santuario de Melkart en Tiro ejerció sobre las expediciones coloniales, hizo que los navegantes difundieran su mito por todas las tierras donde iban, tanto en la cuenca Mediterránea como en la Atlántica. Sobre el santuario de Melkart en Tharsos, nos cuenta algo Heródoto al relatar la fundación del mismo en el Egeo Septentrional. En Cartago se encuentra Melkart formando triada con Astarté (su esposa) y Eshmun. En el Atlántico se encuentran los relatos de las fundaciones más antiguas de esa zona: Lixus y Gadir, donde sus santuarios competían en antigüedad. También existen documentos que acreditan que la isla de Saltés (Huelva) estaba consagrada a Hércules.

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