lunes, 27 de enero de 2014

“DIOSES ENCADENADOS”

“DIOSES ENCADENADOS”

Los conceptos que tenemos sobre Dios, nos han dificultado comprender algo de la abstracción que llamamos Dios, y muchos de estos conceptos no son propios, sino heredados por nuestros ancestros y religiones familiares.

Si Dios es mente, el universo es su cuerpo, y las leyes del cosmos, forman parte de la naturaleza de Dios, sin embargo, le asignamos poderes plenipotenciarios más allá de él mismo, al pensar que puede modificar, infligir, suspender, o eliminar las leyes; Nadie puede ir más allá de sus propias facultades, y éstas a su vez, están condicionadas y restringidas por las leyes que forman parte de su propia naturaleza, de ahí que Jesús el Cristo dijera:«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” Mt. 5:17.

Dios como el ideal supremo del hombre, es dinámico de acuerdo a la evolución del pensamiento humano; “Dios el Padre o Causa Primera”, es incognoscible en su cabalidad, y solo es posible y relativamente,  conocerle a través de analogías al observar los eventos de la naturaleza, donde el universo habla de Dios a la mente humana.
Los Dioses son fuerzas que tienen existencia y cobran manifestación por hombre y el universo; inclusive los Dioses que las religiones nos presentan son fuerzas o poderes con capacidad de crear o destruir.
Bajo la óptica anterior, el hombre es potencialmente Dios o Cristo, y conforme descubre y domina las fuerzas que en él habitan, se desarrolla en su interior la deidad oculta. “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste; Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?, Le has hecho un poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies” Sal. 8:1-6.

La evolución tecnológica y científica es una evolución externa al hombre, La verdadera evolución humana se desarrolla en su interior a través del conocimiento sobre sí mismo y el dominio o control de sus propias naturalezas, porque actualmente somos “Dioses encadenados y cautivos”  a las exigencias de la materia y la sociedad que en muchos aspectos y situaciones, nos impiden o dificultan nuestra propia realización.

Las órdenes, fraternidades y escuelas de filosofía místicas,presentan la verdadera esencia del hombre, como su pensamiento elevado a su máxima expresión, las religiones la espiritualidad exaltada, y los materialistas expresan que la mente, consciencia y sentimientos del hombre, son producto de la materia altamente organizada; Todos tienen “algo” de razón y quizás la suma de todas nos revele algo lo que ser es. Sin embargo lo que distingue al hombre del resto del reino animal, es su autoconsciencia y capacidad mental o psicológica que revela la existencia del ser.

La divinidad es el ideal supremo del hombre, y alcanzarlo representa la realización humana y la trascendencia hacia el espíritu o alma, entonces es cuando el hombre inicia realmente a convertirse en Dios o Cristo; Teilhard de Chardin lo llama CRISTOGÉNESIS: Jesús engendrando a Cristo. Mediante la CRISTOGÉNESIS, el hombre se transforma en lo que realmente es; pierde aquello que no es y se convierte en lo que es: el hombre se vuelve «Cristo»” (1);
Pero no en el Dios que las religiones nos han hecho creer, ni mucho menos el Dios Padre o Causa Primera, y esto está lejos de ser el final de todo proceso evolutivo, sino que el Keterh alcanzado es el Malkuth de un nuevo ciclo de evolución.

El hombre y el universo, son expresiones del Dios Primero en este plano, es la consciencia del cósmico tratando de descubrirse y ampliarse experimentándose a sí misma.
Dios se expresa y manifiesta en actos e ideas a través de todo ser humano según su grado de evolución y consciencia, teniendo su mayor expresión a través de mentes y manos más capacitadas para llevar a cabo sus propósitos. Dentro de la humanidad, las manos, ojos, boca, y pies de Dios, son los del hombre.

Algunas religiones han alejado al hombre de Dios, manteniéndole encadenado y cautivo   templos a través de sofismas y paradigmas que dificultan  su búsqueda. El sendero que conduce a Dios, es interior y personal, y solo puede ser transitado por nuestros propios pies, pero muchos se niegan a andar, y prefieren el confort de la indolencia al comer de manos ajenas.

 “Yo (Jesús Cristo) estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.” Jn. 14:20.
“Yo dije: Vosotros sois Dioses, Y todos vosotros hijos del Altísimo” Sal. 82:6-8.
 "Te advierto, quien quiera que fueres, ¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera; Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En tí se halla oculto el Tesoro de los Tesoros; ¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los Dioses" (2).

Pax Vobiscum.

Lázaharo Hael,’,

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