viernes, 14 de abril de 2017

EL SILENCIO



EL SILENCIO

Cuenta la leyenda que un joven llegó a pedir a un maestro que le enseñara los secretos del budismo Zen. El maestro le pidió que le hablara sobre los temas que él mejor conocía y manejaba o en lo que se consideraba mejor preparado. Mientras el joven comenzaba a explicar una larga lista sobre temas que eran de su dominio, como la agricultura, las aves, el clima, entre otros, el anciano maestro le puso entre las manos una taza y comenzó a servirle té. El joven seguía hablando de lo que sabía, de cómo lo había aprendido y de su superioridad sobre otros en ese conocimiento, y mientras él hablaba y hablaba, el maestro seguía sirviendo té, con calma, pero sin detenerse. Tanto fue lo que habló el joven, que el maestro llenó la taza hasta desbordarla. Entonces, el joven, algo incómodo, le dijo: Maestro, ¿por qué sigues llenando la taza, si esta ya está repleta? El maestro contestó: tú has venido a mi igual que esta taza, llena hasta el extremo de perder parte de su contenido. Hasta que no vengas vacío, no necesitas un maestro… Esta leyenda budista refleja la incapacidad de guardar SILENCIO, lo que resulta ser en parte el sentido del tema que se propone abordar este trazado. El silencio parece presentarse como una de las actitudes más difíciles de desarrollar en los hombres, y uno de los bienes más escasos en nuestra sociedad, caótica y en permanente ebullición.

Cuando el templo nos llama a su amparo, y en orden ingresamos a contemplar sus luces, cruzamos ese mágico umbral que nos lleva del ruido al silencio. Dejamos el bullicio del exterior para conectarnos con nosotros mismos y con nuestros hermanos. No hace falta una orden, ni una mirada siquiera. Es solo la presencia de lo SAGRADO la que nos obliga a callar.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario