jueves, 31 de marzo de 2016

“Por tal me reconocen mis hermanos”

El análisis que voy a presentar sitúa la declaración “Por tal me reconocen mis hermanos” en el contexto del ritual de apertura de los trabajos en grado de aprendiz, en el REAA, en lugar de referirme a la mención que se hace de ella en los mementos de instrucción. En la actualidad, muchas Obediencias han suprimido esta apertura tan rica en significados, en contraste con otras Obediencias que siguen manteniendo esta fórmula. Quiero aprovechar esta ocasión para reivindicar su recuperación generalizada por las razones que voy a exponer.
Empecemos recordando, para aquellos que no han practicado esta apertura, cuales son las palabras exactas empleadas:
El Guarda-Templo acaba de cerrar las puertas del taller. El Venerable Maestro ha pedido a los HH.·. que ocupen su lugar. Ha llegado el momento de iniciar los trabajos, y, para ello, una doble precaución debe ser tomada: 1º) asegurarnos de que el templo está debidamente cubierto, es decir, que nada indeseable, desde el exterior, va venir a perturbar el paréntesis de tiempo en el que intentamos introducirnos. 2º) asegurarnos de que los que nos encontramos dentro del templo somos aprendices francmasones y conocemos el Arte Real que nos permite construir y mantener ese especial y frágil momento que es la tenida y que desafía el dominio de las probabilidades. Una pregunta del Venerable Maestro precipita entonces los acontecimientos: Tras una solemne pausa, el Venerable Maestro lanza una sorprendente pregunta: “¿Sois Masón, H.·. Primer Vigilante? A la que este contesta: “Venerable Maestro, ¡Por tal me reconocen mis Hermanos!”
“¡Por tal me reconocen mis Hermanos!”. Esta es la declaración que hoy requiere nuestra atención. Intentaremos acercarnos a ella progresivamente, girando a su alrededor, como mandan los cánones Masónicos y hermenéuticos.
En primer lugar, hay que recordar que cualquier interpretación de cualquier acto comunicativo debe empezar situándolo dentro de un contexto. Es lo que acabo de hacer y, a lo largo de la exposición, iremos examinando algunos aspectos de este contexto que me parecen especialmente relevantes para nuestro estudio.
Vamos a ocuparnos un momento de un primer aspecto de este contexto: nuestra frase se encuadra dentro de un propósito general de VERIFICACIÓN DE LA CALIDAD MASÓNICA Y DE LA PRIVACIDAD.
¿POR QUÉ ES NECESARIO VERIFICAR QUE TODOS LOS PRESENTES SON APRENDICES FRANCMASONES?
De la Obra Masónica se pueden decir muchas cosas, una de ellas es que se trata de una obra colectiva. El quehacer Masónico no consiste en una tarea solitaria, aunque el 50% de su fruto se revierta al individuo. La construcción ética que pretende el Masón es el fruto de una reflexión colectiva, de un diálogo, es decir, de una recíproca influencia. El espejo de mis limitaciones son mis hermanos con sus puntos de vista, sus ideas y sus maneras de ver el mundo. Pero el diálogo no es un fenómeno espontáneo, la comunicación es una tarea laboriosa y el malentendido está acechando siempre. Si no queremos que nuestras buenas intenciones constructivas se aborten al primer intento, es necesario asegurarnos de la buena fe de los asistentes, de que todos buscamos, por encima de todo, la verdad, y de que aceptamos el marco de trabajo propuesto. El reconocimiento del otro como interlocutor válido nos garantiza que todos sabemos cual es la obra a realizar, que todos sabemos manejar las herramientas y que sabemos gestionar la acción en equipo. ¡Pues bien! Este es el propósito de la precaución al iniciar los trabajos de verificar que todos somos aprendices francmasones y el hecho de que esta verificación se haga manifiesta y protocolariamente debe recordar a los asistentes que esta no es una cuestión baladí y que se les va a exigir precisamente esas cualidades Masónicas.
Por otra parte y atendiendo ahora a aspectos psicológicos, esta verificación explícita de la calidad Masónica, empezando por la del Primer Vigilante y después por la de todos los presentes, contribuye a la progresiva instalación de una actitud interna que ha de ser ganada desde la actitud profana del cotidiano y perdido “estar ahí” hasta la sagrada posesión del “ser dentro”. Este “crescendo” interno es el objetivo primordial de la apertura de los trabajos, desde el momento de recogimiento cuando el Maestro de Ceremonias nos pide que abandonemos los metales fuera del Templo, hasta la aparición de las Tres Grandes Luces en el Altar de los Juramentos.
ANÁLISIS DE LA RESPUESTA: “POR TAL ME RECONOCEN MIS HERMANOS”
Ciertamente, esta es una respuesta ejemplar, es decir, que debe ser tomada como ejemplo de lo que debemos responder cuando alguien nos asalta con una pregunta tan directa y a bocajarro.
La intervención del Primer Vigilante es admirable. Es comedida, es prudente, es humilde, porque, a pesar de los títulos que hubiera podido exhibir para demostrar su pertenencia a la Orden Masónica, se somete a la opinión de sus hermanos, en una especie de juicio permanente.
Vamos a analizar con más detalle esta declaración descomponiéndola en sus elementos significativos: POR MASÓN + ME RECONOCEN + MIS HERMANOS.
Empecemos con el primer término: “POR MASÓN”. Esto nos va a llevar a hablar de
LA CONDICIÓN MASÓNICA
Se suele decir que la Iniciación Masónica imprime carácter. Esto quiere decir que una íntima e imborrable transformación se opera en el individuo, abriéndolo a un espectro de ricas posibilidades espirituales. Pero estas posibilidades tienen que ser desplegadas con la práctica del Método. El desarrollo, pues, de ese carácter Masónico es lo que podríamos llamar la condición Masónica. Esta vendría a ser un conjunto de cualidades, capacidades y saberes que conducen al individuo a la práctica de la virtud, al discernimiento ético y a la autodeterminación.
Esta condición Masónica tiene un aire de familia que la hace reconocible mediante unos rasgos externos de fácil evaluación. Por ejemplo, por sus hábitos masónicos como el de asistir asiduamente a las tenidas de su Logia; después, por el conocimiento práctico de nuestros ritos y costumbres; por el empleo de un lenguaje común salpicado de locuciones Masónicas; por unas inclinaciones intelectuales a veces atraídas por ciertos esoterismos y otras por discursos racionalistas o laicistas, etc… También comparten los masones un interés por su historia y por la estructura institucional de la Orden, a nivel mundial. Igualmente, suelen ser amantes de la Filosofía y las ciencias humanas. En lo concerniente al comportamiento, los masones suelen ser gente de modales corteses, respetuosos, con gusto por la oratoria y muy sociables.
Podemos decir, pues, que entre los Masones existe una comprensión de término medio de lo que significa “ser Masón”.
Pero ¿acaso todas las características que constituyen la condición Masónica tienen una manifestación exterior tan específica y aparente? Pienso que no; yo creo que la principal potencialidad que otorga eso que antes llamábamos el “carácter” Masónico que nos siembra la Iniciación, se desarrolla muy lentamente en la forma de una nueva mirada con la que vemos el mundo, a los otros y a sí-mismo; en sutiles descubrimientos de imbricaciones, antes desapercibidas, que conectan fenómenos y situaciones; en percepciones de lentos pero inexorables movimientos donde antes sólo había fijación. Y todo esto nos va convirtiendo en mejores interpretes de la acción humana, en mejores reconocedores del fabuloso don de la vida, en mejores asumidores de la precariedad humana y, por lo tanto, más tolerantes.
Imaginemos ahora, por un momento, una situación ficticia. Supongamos que nuestro Método, nuestras Tradiciones, nuestros Ritos, hubieran ido perdiendo con el tiempo, en sucesivos y pequeños cambios, su virtud iniciática, hermética y enigmáticamente contenida en su origen. Posiblemente, los Masones hubiéramos conservado nuestro aire de familia, pero el “carácter” de la Iniciación no se hubiera ido implantando. Os formulo entonces la siguiente pregunta: ¿Serían estos auténticos Masones?
Abordemos ahora el segundo término de nuestra frase: EL RECONOCIMIENTO
En realidad, cuando el Primer Vigilante declara: “Por tal me RECONOCEN mis hermanos”, no quiere decir que antes de entrar al Templo le hayan manifestado que piensan que es un buen Masón o que le hayan exigido alguna prueba de su condición y que, habiéndola superado, los hermanos lo hayan reconocido como tal. Más bien, lo que expresa la acción de reconocer es que muchos de estos hermanos estuvieron en su iniciación; que después de observarle e instruirle juzgaron que era merecedor de acceder sucesivamente a los grados de compañero y maestro; que, finalmente, tras demostrar su celo por el devenir del taller y su maestría en el manejo de las herramientas, le confiaron la enorme responsabilidad de cuidar de la columna del mediodía, de ser la segunda luz y el segundo mallete de la logia. Dicho de otra forma, la opinión de los hermanos acerca del Primer Vigilante viene avalada por largos años de observación por lo que se puede decir, con un grado mínimo de error, que los rasgos masónicos demostrados no son una simple y mimetizada apariencia, sino que están hondamente arraigados en su condición más íntima. De tal manera que el Primer Vigilante hubiera podido contestar a la pregunta del Venerable Maestro con esta otra frase casi equivalente: “POR TAL ME VIENEN ACEPTANDO MIS HERMANOS”.
Pero el término “RECONOCIMIENTO” va más allá de la simple aceptación, porque para re-conocer, previamente hay que conocer. Esto implica un proceso de identificación de una realidad objetiva (la del hermano que tenemos delante) con unos modelos de la condición masónica elaborados con la experiencia propia y que está en permanente transe de perfeccionamiento a medida que nuestro propio conocer evoluciona.
Esto, evidentemente, no quiere decir que no incluyamos en nuestras costumbres otras fórmulas, más expeditivas pero no más eficientes, para asegurarnos de que estamos ante un iniciado Masón. Me refiero al retejo y a las credenciales. Muchas veces, cuando se trata de visitantes, son los únicos procedimientos disponibles para tal fin. Pero no falta en Masonería quienes prefieren los métodos expeditivos que hasta un robot puede utilizar porque son muy fáciles de interpretar. O tiene las credenciales o no las tiene; o me da el toque y las palabras correctas o no me las da; o procede de una logia de una Obediencia regular o no procede.
Quizás tendríamos que detenernos aquí, ahora que hablamos de reconocimiento, para tratar el espinoso problema del reconocimiento entre Obediencias y cuales de los criterios tendrían que pesar más a la hora de evaluar las necesidades evolutivas de la Masonería Universal: 1) el excluyente criterio de Origen (sólo es regular la Logia que procede de mi); 2) el criterio de la Letra (sólo es regular la Logia que se atiene al pie de la letra a las Constituciones de Anderson y los Landmarks); 3) el criterio del espíritu (será regular toda Logia que siga la Tradición con el ánimo de hallar en ella un instrumento de progreso ético en lo personal y en lo colectivo). Pero ello nos quitaría un tiempo precioso que hoy escasea, así es que, por muy tentadora que sea la ocasión, la dejaré pasar sin mayores menciones.
Examinemos ahora el tercer término de nuestra frase: “MIS HERMANOS”.
Queda muy claro, a mi juicio, y de forma inequívoca, que el Primer Vigilante NO recurre al testimonio de ningún hermano u oficial en concreto, sino al colectivo de hermanos. Esta implicación del conjunto de hermanos me parece decisiva y una de las características específicamente masónica. Es más, no se puede comprender lo que significa la Masonería si no se entiende esta dimensión social; hasta el punto que si tus hermanos no te reconocen como Masón, pues sencillamente, no eres Masón.
En el fondo, es una perogrullada, porque la calidad de Masón no es algo que está ahí como puesto imperturbablemente por la naturaleza o por Dios, sino un producto cultural muy particular, en permanente estado de factura, a la medida de y para un colectivo de personas que se llaman a sí mismas Masones. Por lo tanto, si hay alguien autorizado para certificar lo que es la Masonería es precisamente ese conjunto de personas, o sea, los hermanos. El Masón bebe de la fuente masónica la luz masónica y por eso, en este caso, el solipsismo es absolutamente inadmisible. No existe el Masón encerrado en la cueva de su subjetivismo, porque es el pueblo masónico el que hace al Masón, el que lo alimenta espiritualmente y el que lo reconoce.
Pero entonces, ¿quiere esto decir que el Masón sacrifica su individualidad por el sentimiento de grupo, que el Masón es abeja en un enjambre? Podría ser, pero el tipo de miel que produce nuestra colmena es uno muy particular, y es precisamente el mejor antídoto contra la uniformidad, la “mundanidad” y la “clonicidad”; porque esta miel alimenta su ansia de libertad y de originalidad al mismo tiempo que se percata de que, ejerciendo esa originalidad, es la mejor forma de ser útil a la comunidad. ¿Cómo es eso posible? Pues porque la Masonería es el arte de equilibrar individualidad y colectividad, una ambigüedad que arrastra el humano y que sólo podemos gestionar si somos plenamente concientes de su permanente realidad y conveniencia.
RECAPITULACIÓN
Llegados a este punto, hagamos una breve recapitulación de lo averiguado hasta aquí.
a) La verificación de la condición masónica de todos los presentes es un requisito muy importante.
b) La condición masónica tiene caracteres aparentes que son reconocibles por todos los masones.
c) La condición masónica tiene unos caracteres no aparentes que son difícilmente reconocibles porque se presentan de manera integrada en el comportamiento.
d) El reconocimiento de esta condición masónica está avalada por la observación en el día a día.
e) El reconocimiento de esta condición masónica está avalada por el conjunto de los hermanos masones.
Pero ocurre que todas estas averiguaciones podrían aplicarse a cualquier colectivo humano que se reuniera alrededor de una tarea o interés concreto. Entonces ¿qué falta para garantizar la naturaleza masónica de nuestros procedimientos?
Si analizamos de cerca el resumen que acabamos de hacer, veremos que todos los puntos recogidos hablan de una condición masónica ya dada, que aceptamos y reconocemos todos, aunque sea más de una manera implícita que explícita; eso que hemos llamado la “comprensión de término medio” de lo que es la Masonería. Sin embargo, nada nos asegura que esta “comprensión de término medio” de la condición masónica sea la que debe ser. ¿Cómo puede el Método no prever esta deriva inevitable que provocaría la propia naturaleza humana?
Para intentar ver más claro en el tema suscitado, consideremos ahora otros aspectos del contexto que nos van a permitir comprender cómo el Método prevé esta posibilidad de deterioro del sistema y trata de llamar la atención sobre este riesgo. Me refiero a la pregunta del Venerable Maestro, que origina la respuesta: ¿Sois Masón, Hermano Primer Vigilante? así como el hecho de que esta pregunta-respuesta sea lo primero que acontece en el ritual. Hasta aquí nos hemos ocupado de una respuesta dada a una pregunta. Ahora vamos a ocuparnos de la pregunta misma.
Resulta cuando menos extravagante que el Venerable Maestro dude de la condición masónica de su más cercano ayudante y codirector de los trabajos que es el Primer Vigilante. El Venerable Maestro sabe bien que los Hermanos Vigilantes son Masones y que los demás hermanos también lo saben, ¿entonces, a que viene ahora esta pregunta? ¿cómo encajarla en el conjunto coherente que es el ritual? Se podría explicar esta cautela del Venerable Maestro diciendo que se trata de poner de manifiesto que también es Masón el oficial que se va a encargar, dentro de unos momentos, de verificar si todos los presentes son Aprendices Francmasones, y que, por lo tanto, está bien cualificado para llevar a cabo esta tarea. La verdad es que la pregunta, formulada públicamente, levanta más sospechas que su propia ausencia. Quizás sea esta la razón por la cual esta pregunta-respuesta haya sido suprimida en muchos rituales. Pero entonces, si este argumento resulta insatisfactorio ¿de que otra forma podemos explicar la presencia de esta pregunta-respuesta, justo al principio del ritual
Sin embargo, si recordamos que una de los fundamentos constitutivos del ser humano (y también del método masónico) es su capacidad para repensarse permanentemente, o sea, cuestionarse, hacerse preguntas, no dar nada por definitivo, ¿no sería lógico entonces que el Venerable Maestro iniciara los trabajos de construcción interna planteando un humilde cuestionamiento? Y, si estamos iniciando una Tenida Masónica, ¿Qué otro cuestionamiento más apropiado cabe, que poner en duda, o en revisión, o en alerta, ante todos los presentes, el significado más primario del concepto mismo de Masonería?
En la intimidad de su gabinete, el Venerable Maestro se hubiera preguntado a sí-mismo, desde su “yo anhelante”: “¿Soy verdaderamente Masón?”, y su “yo cognoscente” contestaría: “Eso parece, puesto que yo me esfuerzo sinceramente en ello y todos parecen reconocerme como tal”… Pero estamos en un grupo organizado y la íntima y muda conversación se convierte aquí en un diálogo entre Oficiales que actúan cada uno desde la especificidad de sus cargos: el Venerable Maestro, con la vista puesta en el objetivo final de la obra que hay que construir, para acomodar los planos a este objetivo, se inquieta por la verdadera intención de la Tenida, por la correcta actitud y la debida aptitud: “¿Estamos seguros que esto que practicamos es Masonería y que hemos venido aquí con la intención de hacer verdadera Masonería?”
¡Tremenda pregunta! Todo queda cuestionado: el método, la capacidad, las intenciones…
El Primer Vigilante, en su calidad de ejecutor de las obras, sólo puede responder desde su conocimiento, desde su experiencia, desde lo ya explicitado. Viendo, sin embargo, el fondo que encierra la pregunta del Venerable Maestro, le contestaría: “Yo no puedo responderos a esa pregunta. Lo más que puedo decir es que todos nosotros creemos de buena fe estar practicando buena Masonería. Y si no fuera así, en la medida en que nuestros Ritos y Símbolos sean fieles a la Tradición, y en la medida en que apliquemos sabiamente el VITRIOL, la PLOMADA y la REGLA, podremos reconstruir las vías correctas que nos permitan permanecer entre la ESCUADRA y el COMPÁS.”
El Venerable Maestro toma conciencia de que la Masonería Perfecta, la Masonería Perdida, es un ideal, un horizonte hacia el que debe tender la Masonería encarnada en hombres y mujeres. Sabe que esta es siempre susceptible de deriva, de ceder a las modas o a las radicalizaciones. Intenta tomar la medida del “gap”, no en términos de distancia sino de dirección. Sabe que mientras que el método practicado contenga los elementos simbólicos adecuados, la Masonería actual estará abierta a la posibilidad de encaminar sus pasos hacia la dirección correcta. También sabe que la toma de conciencia de nuestros apriorismos, de nuestros prejuicios, para su constante revisión, es un elemento estructural de nuestro método. El primer prejuicio al que trata de enfrentarse públicamente, a la hora de iniciar los trabajos masónicos, no podía ser otro cual: ¿Qué entendemos verdaderamente por Masonería? De esta manera abre la posibilidad de la respuesta ponderada y sabia del Primer Vigilante que viene a confirmarle que él también es conciente de la imperfección, pero que, desde esta imperfección, estamos encaminando nuestros pasos por los senderos adecuados, evitando las avenidas del dogmatismo.
CONCLUSIÓN
A modo de conclusión voy a resumir algunas ideas que se derivan de la meditación en torno al tema que hoy nos ha reunido aquí.
Si bien es difícil definir lo esencial del ser humano en una sola frase, podemos señalar, como uno de los fundamentos de su existencia, el pensar. Con ello no quiero referirme simplemente a la manipulación de representaciones mentales que conlleva el pensar. El pensar es, esencialmente, pensar que se piensa a sí mismo. Esta característica inherente al pensar es la que permite que el “a priori” en que se basa toda comprensión nos sea abierto. En la libertad que nos viene dada por esta estructura del pensar radican las conquistas que el hombre puede llevar a cabo en distintas esferas. En el terreno ético y personal, la posibilidad de que podamos adueñarnos de nuestros propios valores y de asir el destino individual, se asienta también en el comprender el “a priori” de la comprensión.
Si esto es lo esencial en el ser humano, también, consecuentemente, lo será en Masonería. Ahora bien, el ejercicio de este repensarse, aún cuando sea una posibilidad permanentemente abierta a todo individuo, no es una actividad inmediatamente disponible desde la cotidianidad, es decir, desde la profanidad. El método masónico debe contener, pues, esos elementos rompedores de la profanidad (el desarraigo de los metales, la angostura de la entrada el Guarda-Templo con su puntiaguda espada, etc.); esos otros elementos que nos recuerden que hay que profesar un permanente cuestionamiento de lo que creemos evidente (¿Sois Masón, H. Primer Vigilante?), y la necesidad de aproximarnos a los asuntos hermenéuticamente, para ir desde las apariencias hacia su sentido profundo (la Plomada, el VITRIOL, etc.).
En mi opinión, este es el papel que juega la pregunta-respuesta “¿Sois Masón, H. Primer Vigilante?- Por tal me reconocen mis Hermanos”. Su ausencia no invalida el resto del Ritual, pero con su presencia al principio de la apertura queda abierta la posibilidad de cuestionarse qué es lo que verdaderamente se entiende por Masonería y por lo tanto, queda garantizada la posibilidad de su progresividad.

martes, 29 de marzo de 2016

Los iniciados (II)

Los iniciados (II)

 Para no alargarnos demasiado podemos retomar el hilo de nuestro paseo histórico dando un salto desde la antigüedad clásica para a irnos ya a la plena Edad Media.
Cuando prácticamente solo los Gremios de Masones Operativos, algunos pocos monjes y los Caballeros de las Ordenes Militares eran dueños del saber, y conocían como profundizar en los Misterios antiguos. Así pues en un momento dado, por los siglos XII y XIII, los únicos dueños del saber continuador de las escuelas iniciáticas son los Masones y también los Templarios, y es difícil imaginar los unos sin los otros. Los Masones construían castillos, templos, murallas, pero los Templarios, con su también poder temporal, eran la parte importante receptora del trabajo de los masones y aun más, eran artífices del dominio económico que permitía a Obispos, Nobles y Reyes hacer frente a los gastos económicos que comportaban las impresionantes construcciones del medioevo. En fin, Masones y Templarios compartían trabajos, saber y ceremonias iniciáticas heredadas de los antiguos; por ello os hablo ahora un poco de los Caballeros Templarios ya que de los Masones Operativos medievales seguramente estáis bien informados.
No hace falta repetir las vicisitudes de la historia de los Templarios y de su brutal desaparición en 1314. Yo acabo de haceros notar las indudables conexiones y complicidades que debían de existir entre Masones y Templarios. Pero lo más interesante son las semejanzas entre la iniciación de un Caballero Templario con las de incluso un masón actual. Ello nos ha llegado a través de retazos históricos, pues estas ceremonias eran evidentemente secretas.
Sabemos que el neófito Templario pasaba por un periodo de reflexión frente a una calavera, era sometido a un interrogatorio de “de donde venís” “sois de buena voluntad” y se pregunta a la asamblea “si entre vosotros hubiera alguno que conozca algo que impida..” como en la cámara de reflexión del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Se le menciona al que se inicia el ideal de llegar a ser como la piedra pura del cielo, alusión muy congruente con la piedra pulida de los masones. Y hay también aquella ceremonia turbadora de muerte y resurrección, y resurrección a la luz, cuando el novicio ha de pasar sobre una tumba abierta, en este caso de Jesucristo, simbolizada con una cruz. Adicionalmente no son menos significativos para la comparación del contenido iniciático del Temple con el Masónico los hechos de que el Gran Maestre del Temple sea nombrado en muchos escritos como el “Arquitecto” y que su símbolo de mando fuera el ábaco, el bastón sagrado de los Maestros constructores de Templos desde los lejanos tiempos de Egipto. Es más está perfectamente atestiguado que en la celebración del solsticio de San Juan de invierno se reúnen Templarios y Masones, y que los Maestros de ambas Ordenes encienden personalmente las hogueras rituales.
La persecución y destrucción de la Orden del Temple marca también un hecho trascendental para los Masones. Muchos Caballeros logran escapar y es de lógica incontrovertible el que algunos buscaran refugio entre los Francmasones. De aquí nace la reivindicación de que algunos Templarios habrían creado el Rito Masónico denominado Escocés Rectificado y ello da lugar a que en nuestras ordenes colaterales, en muchos lugares de Europa, esté presente el Rectificado constituyendo Prioratos con el título de “Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa”. El relato se basaría en que ciertos Templarios se habrían refugiado en Escocia, cerca de Heredon, donde fueron acogidos por los Caballeros de San Andrés del Cardo. Esto está atribuido hacia el 1340, aunque existe otra versión según la cual el Rey escocés Bruce los habría acogido y habría fundado en su honor la Orden del Cardo en 1313.
Por el lado de los Masones operativos en aquella época, lo que sí es un riguroso e incontrovertible hecho, es la existencia atestiguada de Logias muy estructuradas en Inglaterra hacia 1.212 y en Francia (en Amiens) hacia el 1.221, y los francmasones estaban dotados de constituciones muy elaboradas, que podemos suponer venían ya de mucho tiempo antes. Algunas de estas constituciones las encontramos publicadas, como en el caso del Manuscrito Regius del 1390. Y es un hecho fundamental el que desde el mismo momento de la desaparición del Temple hasta hoy mismo, existe en la Masonería una constante mención de los ideales Templarios de sus hazañas y ritos.
Un masón moderno debe de tener, para bien comprender el sentido que pueda imprimir a su personal camino iniciático, un gran interés por conocer la historia de la masonería antigua, pues por algo somos una hermandad, una familia, y a quien no le interesa conocer de donde viene para saber a donde va!!. Hay miles de libros serios sobre la historia de la masonería y los masones. Algunos sobre su antiguo pasado en general, y otros sobre los particulares de un país o incluso de una región o de una ciudad.
Rechazad los escritos de esoterismos tontos y de fantasías; con una simple ojeada ya veréis si son un panfleto. Como que el tema “masonería” despierta mucho interés siempre hay desaprensivos que explotan el tema para vender libros. Con todo tienen mucho interés los libros antimasónicos, pues con sus ataques, y por pasiva, uno se va reafirmando en nuestros valores e ideales. Una buena práctica es la búsqueda de publicaciones sobre nuestro Arte. Yendo de viaje es bueno husmear por librerías, por tiendas de Grandes Logias y, como no, también entre los libros de viejo. Todos los Hermanos deberían de tener su propia biblioteca de libros masónicos. Son sus propias herramientas de investigación y de elaboración de su camino hacia el inalcanzable fin del conocimiento iniciático perfecto. Hay tema para toda una vida.
En cualquier caso os recomendaría como libros de cabecera la Historia de la Masonería de nuestro amigo el jesuita José Antonio Ferrer Benimeli, y una traducción de las Constituciones de Anderson que, a parte de sus especulaciones más o menos fantasiosas sobre los orígenes de la Masonería, contiene las Reglas por las que aun nos regimos los Masones Regulares hoy. Quizás un libro interesante para que vuestro nexo de unión con los Hermanos de la antigüedad se consolide es el tener un ejemplar del poema Regius que he citado ya que contiene las reglas, normas y constituciones de unos Hermanos del 1390. Este libro, cuyo original está escrito en inglés arcaico y se halla la British Library, se puede encontrar traducido a diversas lenguas. Es absolutamente apabullante como en el Regius se dice en esencia todo lo que seguimos diciendo y se describe todo lo que seguimos haciendo. Incluso yo recomendaría el leer versículos del mismo en Logia.
Claro que este poema tiene el interés adicional de ser uno de los pocos documentos escritos que nos han llegado, pues como es sabida la trasmisión era oral y el secreto es siempre bien guardado. Sin embargo el libro no rompe ningún secreto y en cambio insta a guardarlo. Tampoco cita palabra secreta alguna ni fórmula alguna de juramento de iniciación, pero algunas muy similares a las de hoy se han encontrado en constituciones de masones como las de Canterbury y otras. Estas formulas de juramento antiguo son la esencia que debería trasmitirse a los nuevos iniciados, porque son el nexo que une nuestra cadena de Hermanos a los de todos los tiempos. Varían algo según tiempos, pero vienen a decir lo mismo. Es espiritualmente elevador pensar en los miles de Hermanos que siglos atrás dijeron…..”Juro por Dios y San Juan (patrón de los masones junto con los Cuatro Coronados) asistir a la Logia, obedecer al Maestro, guardar las llaves (se refiere al secreto)……bajo la pena de tener la g.r. y la.l.a.del m. y arrojada a la orilla allí donde el flujo y el reflujo de las olas llegan cada día dos veces…….”
He hecho una referencia a los Templarios pero que quede claro que si bien tenemos una organización colateral, de la que os hablare más adelante, llamada Gran Priorato de España de las Ordenes Militares, Masónicas y Religiosas del Temple y Malta, jamás osan los Masones proclamarse descendientes de la Orden de los Templarios, como han hecho un sinnúmero de grupos, algunos con nefastas consecuencias. Ved, ya en el Siglo XIX fue entregado a Napoleón Bonaparte una carta, supuestamente del Siglo XIV, la llamada Carta Larmenius, según la cual Jacques de Molay habría entregado antes de morir la maestranza del Temple a este tal Larmenius, y en función de ello existiría una sucesión legítima, que Napoleón reconoció, creando la Orden Soberana y Militar del Templo de Jerusalén, y que aun hoy existe. Personalmente creo que el astuto Napoleón intento con este reconocimiento crear una Orden en contrapeso de la del Hospital de San Juan de Jerusalén (dicha de Malta) que de facto había él disuelto en 1796 ocupando la isla de Malta, y como consecuencia de ello se encontraba con el problema de que Caballeros dispersos, sobre todo en los Estados Italianos, reivindicaban la soberanía de Malta y difundían un mensaje antinapoleónico. En cualquier caso existen numerosas ordenes que se reclaman seguidoras o hasta herederas de la de los Templarios. El Vaticano ha realizado un censo donde aparecen más de cuatrocientas con los más variopintos objetivos. Como la de la magia en la Ordo Templis Orientis, la lucha contra la droga de los Caballeros de la Alianza Templaria, la alquimia de la Orden del Temple Cósmico, o la Orden de los Caballeros del Temple y la Madre de Dios. Generalmente son gentes de buena voluntad e incluso realizan actividades meritorias, pero en algunos casos el espíritu templario ha sido profundamente mancillado como lo es en el caso del Ku Kux Klan americano que reivindica herencias templarias, o en la Orden de los Nuevos Templarios que fundo en 1907 Von Liebenfels de carácter racista y a la que perteneció el Jefe de las SS Himmler.
Lo mas adecuado es decir que los legales herederos, al menos jurídicos y materiales, de los Templarios lo fueron los Hospitalarios, los Caballeros del Hospital de San Juan de Jerusalén, vulgarmente dichos de Malta. Quizás os chocará que os hable ahora un poco de ellos pero veréis sus también existentes conexiones con la Masonería.
De los Hospitalarios tampoco es necesario disertar ahora sobre sus hechos históricos, sobradamente conocidos por todos vosotros. Me limitaré a las conexiones con la Masonería que tenemos perfectamente documentadas y bastará con decir que los Hospitalarios, después de las pérdidas sucesivas de Arce, Rodas y Creta, y estando asentados en Malta no tenían una vida tranquila. Se encontraban en la frontera marítima que separaba a los otomanos de los reinos europeos. Para esto precisamente estaban ahí. Pero por otra parte siempre tuvieron un, llamemos, activo intercambio cultural, y ello tanto por el hecho de la movilidad de los mismos Caballeros, provenientes de las clases altas nobiliarias de las diferentes lenguas europeas, como por el hecho de ser La Valetta, en Malta, puerto obligado de paso y refugio de escuadras y mercaderes de todo el mundo. Mucho del intercambio cultural de los siglos XVIII y XIX lo es gracias a los puertos. Y la masonería, ya en su esquema actual de masonería no operativa, sino solo especulativa, también es muy difundida por comerciantes y militares.
En cualquier caso está atestiguada por sus propias actas la existencia en Malta desde 1764 de la Logia Harmony and Secrecy y que, fijaos, se dice literalmente en sus documentos que se rige por la “Doctrine of the Lodges of St. John of Scotland”, aquellas precisamente que reivindican desde antiguo el haber incorporado a los fugitivos Caballeros del Temple y su herencia espiritual y ritual. Esto es un poco como el eslabón perdido por el que podemos intuir, entre los Caballeros en Malta, no solo interés iniciático por la Masonería sino un recuerdo del espíritu templario, sanjuanista y solsticial latente desde siempre.
También en Malta aparece otra Logia con un nombre similar, la St. John Lodge of Secrecy, que en el Registro de la Gran Logia de Inglaterra, la Logia madre de toda la Masonería Regular mundial, estaba inscrita con el número 539, siendo años después renumerada con el 448. Pues bien, según sus actas pertenecían a esta Logia altos cargos como varios Bailos – que son los jefes de las casas de las diferentes lenguas o nacionalidades, o jefes en provincias de ultramar – y también el mismísimo Gran Maestro Rohan que se inició en 1756 y su posterior y último sucesor Hompsech de Branderburgo.
La Masonería debía ser desde hacía tiempo muy activa en Malta, como lo atestiguan los escritos del Papa Clemente XII instando al Gran Maestre a prohibir la actividad masónica en Malta, lo que se tradujo en una Orden del Gran Maestre en el 1740 prohibiendo las reuniones masónicas, pero que seguramente fue más formal que efectiva, no solo por lo que acabamos de explicar de las Logias documentadas sino por el curioso hecho, también documentado, de que el Gran Inquisidor en aquel momento, Joan Felip Scotti, también era masón.
Y ahora con relación a los Caballeros del Hospital y nuestro Gran Priorato llegamos a un hecho histórico fundamental para nosotros. La legitimidad del colateral de la Gran Logia llamado Gran Priorato de España le viene de haber sido establecido por el Gran Priorato de Inglaterra en el año 1994, en una ceremonia que se realizo precisamente en la Gran Logia de Barcelona, y se celebró con un Servicio Religioso en el Monasterio de Montserrat presidido por su Abad. Este Gran Priorato de España, y como es habitual entre las organizaciones masónicas, sustenta su autoridad territorial por el reconocimiento de que como tal le dan todos los otros grandes prioratos del mundo. Pues bien, el Gran Priorato de Inglaterra, piedra madre angular de los Grandes Prioratos, se rige aun actualmente por unos estatutos aprobados el 24 de junio del 1791, siendo en aquel momento su Gran Patrón el Príncipe Eduardo de Inglaterra. Lo cual no quiere decir que exista solo desde entonces, sino seguramente de mucho antes, puesto que algunos Caballeros, que venían de corporaciones ya existentes, simplemente se reunieron aquel día de San Juan para dotarse de una estructura administrativa única y que continúa hasta hoy en día.
Y si esto ocurre en 1791, ello quiere decir que al menos los Caballeros masones existentes en Malta debían de forzosamente conocer la creación y existencia de este Gran Priorato, puesto que la ocupación de la Isla por Napoleón, y la dispersión y practica desaparición de los Hospitalarios, no se produce hasta 1798. Por lo tanto nuestro Gran Priorato en su forma actual es durante unos años coetáneo con la Orden de San Juan de Jerusalén y bastante anterior a la disolución de la Orden por Napoleón.
Como ya os había comentado los Caballeros se dispersaron por varios estados no ocupados por los franceses y es muy lógico que algunos buscaran refugio en Inglaterra, sobre todo entre los masones. Con todo los que quedaron vagando por los Estados italianos fueron finalmente acogidos, ya mucho más tarde, y solo en 1834, por el papado, lo que ha dado lugar a la actual organización de la llamada Soberana Orden de Malta, cuyos miembros han de ser exclusivamente cristianos católicos, y que cuenta con sacerdotes y conventos de monjas, y realiza una benemérita labor de enseñanza y hospitalaria, sobre todo en Roma y Austria con su servicio de ambulancias, un poco como la Cruz Roja, una organización también creada en su día por el Masón Hermano Dunant. En algunas ocasiones el Gran Priorato de Inglaterra y la Soberana Orden de Malta han realizado actividades de beneficencia conjuntas. El Gran Priorato de España y la Preceptoria que yo mismo presido este año se reúne en la Sala Capitular del Monasterio de Santa Ana de Barcelona, antigua abadía del Siglo XII que ha quedado escondida entre edificios por la zona de la Plaza Cataluña, y que a su vez es también la sede de la Orden del Santo Sepulcro, fundada en el Siglo XIII y también ahora llamada Capítulo Noble de Aragón y Cataluña.
Bueno solo he querido ofreceros un relato anecdótico y sucinto, con algunos ejemplos curiosos, de cómo los Misterios antiguos vienen de tiempos inmemoriales y han llegado hasta hoy en día a nuestra Masonería y también a nuestras organizaciones colaterales como el Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado o el Gran Priorato de España, las dos líneas del filosofismo que se prolongan de las Logias rojas de escocés o de las azules de la emulación o las verdes de San Andrés.
Bueno, si habéis tenido la paciencia de leer este escrito, que en el fondo también me ha servido a mi mismo como “deberes de masón” para profundizad en el Arte, os doy las gracias por vuestra atención, y deseo que, a través de algunos retazos de las anécdotas de la historia, hayáis podido entrever toda la carga iniciática, cultural, humana, social y benéfica que los siglos han ido transmitiendo a nuestros miembros y ello tanto por el hecho de ser todos masones como también miembros de los cuerpos colaterales para cultivar el filosofismo y el espíritu caballeresco, valores que intentamos instaurar en nosotros mismos y llevar al mundo, junto con aquellos grandes ideales masónicos de tolerancia, fraternidad.

Pero el mensaje que fundamentalmente este trabajo intenta transmitidos, queridos Hermanos, es esta pervivencia de los iniciados que buscamos la luz interior y el bien de la humanidad, siendo nosotros, los Masones, los justos y legítimos herederos de los Misterios de la antigüedad.

miércoles, 23 de marzo de 2016

SIMBOLISMO DE LA SEMANA SANTA

SIMBOLISMO DE LA SEMANA SANTA

Llega la Semana Santa y con él mucho simbolismo profundo, místico, religioso y esotérico, donde el Cristo se sacrifica y resucita, para con ello convertirse en una fuerza universal inextinguible que seguirá animando a todo el que crea en ella y también al que sea capaz de asimilarla.
Cuando uno lee las Epístolas de Pablo el Apóstol, uno puede verificar por sí mismo que rara vez menciona él a Jesús el Gran Kabir o el Cristo histórico. Siempre alude a un Cristo Íntimo. Todo Hombre que logra asimilarse a la Substancia Cristo se convierte de hecho en un Cristo Viviente.
En la Tierra Santa, Jesús, educado en la tierra de Egipto, fue quien tuvo la dicha de asimilarse el Principio Crístico Universal y, por ello, mereció ser rebautizado con la Seidad del Fuego y de la Cruz (Khristus).
El Rabí de Galilea es un Dios porque encarnó totalmente al Cristo Cósmico. Hermes, Quetzalcóatl, Krishna… Dioses son porque también encarnaron al Cristo Cósmico. El nazareno Jesús-Iesús-Zeus es el hombre moderno que encarna totalmente el Principio Crístico Universal. Antes de él muchos Maestros encarnaron ese Principio Crístico del Fuego.
Entre los persas, Cristo es Ormuz, Ahuramazda, el terrible enemigo de Ahriman (Satán) que llevamos dentro. Entre los indostanés es Krishna el Cristo, y el Evangelio de Krishna es muy semejante al de Jesús de Nazaret. Entre los tibetanos Cristo es “Kuan-yin”, la Voz melodiosa, el Ejército de la Voz, el Gran Aliento, el Sol Central, el Logos Solar, el Verbo de Dios. Entre los egipcios, Cristo es Osiris, y todo aquel que lo encarnaba era, de hecho, un Osirificado; Hermes Trismegisto es el Cristo Egipcio, el encarnó a Osiris. Así podríamos citar al Cristo Cósmico en millares de libros arcaicos y viejas tradiciones que vienen de millones de años antes de Jesús. Todo esto nos invita a aceptar que Cristo es un Principio Cósmico contenido en los principios sustanciales de todas las religiones.
Cuando una forma religiosa ha cumplido su misión se desintegra. Jesús, el Cristo, fue, de hecho, el iniciador de una Nueva Era. Jesús fue una necesidad religiosa de la época.
Llega la Semana Santa y con ella la primavera. El sol da toda su energía para que toda la naturaleza salga de su letargo o muerte aparente y resucite con todo su esplendor. Ahí está contenido el simbolismo profundo, místico, religioso y esotérico de la Semana Santa, donde el Cristo se sacrifica y resucita, para con ello convertirse en una fuerza universal inextinguible que seguirá animando a todo el crea en ella y también al que sea capaz de asimilarla.
La redacción de Vopus
Cuando uno lee las Epístolas de Pablo el Apóstol, con sorpresa puede uno verificar por sí mismo que rara vez menciona él a Jesús el Gran Kabir o el Cristo histórico. Siempre alude a un Cristo Íntimo.
Todo Hombre que logra asimilarse a la Substancia Cristo se convierte de hecho en un Cristo Viviente.
En la Tierra Santa, el Gran Gnóstico Jesús, educado en la tierra de Egipto, fue quien tuvo la dicha de asimilarse el Principio Crístico Universal y, por ello, mereció ser rebautizado con la Seidad del Fuego y de la Cruz (Khristus).
El Rabí de Galilea es un Dios porque encarnó totalmente al Cristo Cósmico. Hermes, Quetzalcóatl, Krishna... Dioses son porque también encarnaron al Cristo Cósmico.
El nazareno Jesús-Iesús-Zeus es el hombre moderno que encarna totalmente el Principio Crístico Universal. Antes de él muchos Maestros encarnaron ese Principio Crístico del Fuego.
Entre los persas, Cristo es Ormuz, Ahuramazda, el terrible enemigo de Ahriman (Satán) que llevamos dentro. Entre los indostanes es Krishna el Cristo, y el Evangelio de Krishna es muy semejante al de Jesús de Nazaret. Entre los tibetanos Cristo es “Kuan-yin”, la Voz melodiosa, el Ejército de la Voz, el Gran Aliento, el Sol Central, el Logos Solar, el Verbo de Dios. Entre los egipcios, Cristo es Osiris, y todo aquel que lo encarnaba era, de hecho, un Osirificado; Hermes Trismegisto es el Cristo Egipcio, el encarnó a Osiris. Entre los chinos es Fu-Hi el Cristo Cósmico, quien compuso el I-King, libro de las leyes, y nombró ministros Dragones. Entre los Japoneses es Amida, quien tiene el poder de abrir las puertas del Gokurak (el Paraíso). Entre los griegos, el Cristo se llama Zeus, Júpiter, el Padre de los Dioses. Entre los aztecas es Quetzalcóatl, el Cristo mexicano. Entre los Eddas germanos es Balder, el Cristo que fue asesinado por Hoder, Dios de la Guerra, con una flecha de muérdago, etc. Así podríamos citar al Cristo Cósmico en millares de libros arcaicos y viejas tradiciones que vienen de millones de años antes de Jesús. Todo esto nos invita a aceptar que Cristo es un Principio Cósmico contenido en los principios sustanciales de todas las religiones.
Cuando una forma religiosa ha cumplido su misión se desintegra. Jesús, el Cristo, fue, de hecho, el iniciador de una Nueva Era. Jesús fue una necesidad religiosa de la época.

EL DRAMA CÓSMICO
LOS TRES TRAIDORES
Obviamente, todo el Drama Cósmico tal como está escrito en los “Cuatro Evangelios”, deberá ser vivido dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Eso no es algo meramente histórico, es algo para vivir ahora y aquí.
El Cristo encarnado en el corazón del Hombre tiene que vivir todo el DRAMA CÓSMICO tal como está estipulado en los Cuatro Libros, los Cuatro Evangelios; tiene que vivirlo dentro de uno aquí y ahora. Y luego que haya pasado por todos esos procesos de los Cuatro Evangelios, entonces tiene que ser juzgado.
Que es amarrado a la columna, ¡es verdad! Que tiene que recibir cinco mil y más azotes, ¡cierto! Que es coronado con su corona de espinas, ¡nadie lo puede dudar! Que es herido, insultado, abofeteado, ¡también es muy cierto! Los Tres Traidores lo juzgan: Pilatos ordena que se le azote (“Ecce Homo”, dice Pilatos; “he ahí al Hombre”). Sufre lo indecible (el Chrestos, el Logos ) cuando se encarna. Los TRES TRAIDORES que crucifican al Cristo, que lo llevan a la muerte, están dentro de nosotros mismos. Los Masones lo conocen, los Gnósticos también los conocemos: JUDAS, PILATOS Y CAIFÁS.
JUDAS es el DEMONIO DEL DESEO que nos atormenta. PILATOS es el DEMONIO DE LA MENTE, que para todo tiene disculpas. Y CAIFÁS es el DEMONIO DE LA MALA VOLUNTAD, quien prostituye el altar, vende los Sacramentos…

JUDAS, el Demonio del Deseo, cambia al Cristo Íntimo por 30 monedas de plata. 3 + 0 = 3. Ésa es la adición kabalística. Es decir, lo cambia por cosas materiales: por la moneda, por los licores, por el lujo, por los placeres animales, por todos los placeres de la Tierra… PILATOS es el Demonio de la Mente. Ése siempre se lava las manos, nunca tiene la culpa, jamás, para todo encuentra una evasiva, una justificación; jamás se siente culpable. Realmente, todo defecto psicológico que nosotros poseemos en nuestro interior vivimos siempre justificándolo, jamás nos creemos culpables. Pilatos siempre justifica sus peores perversidades, busca evasivas, disculpas, no hace frente a sus errores.
Hay personas que me lo han dicho a mí: “Señor, yo creo que soy una persona, pues, buena. Yo no mato, yo no robo, yo soy caritativo, yo no soy envidioso” (es decir, un “dechado de virtudes”; perfectos, según ellos). “¡Ni modo –digo yo–, ante tanta perfección, good bye!”...
De manera que miremos las cosas como son, en su crudo realismo. Ese Pilatos siempre se lava las manos, nunca se considera culpable. Y en cuanto a CAIFÁS, el Sumo Sacerdote, yo francamente considero que es el más perverso de todos, traiciona al Cristo Íntimo miserablemente…
Piensen ustedes en lo que es CAIFÁS. El Cristo Íntimo nombra, muchas veces, a un Sacerdote, a un Maestro, un Iniciado para que guíe a sus ovejas, las apaciente; le entrega el mando y lo pone al frente de una congregación, y el tal Sacerdote, o el tal Maestro, etc., o el Iniciado, en vez de guiar a su pueblo sabiamente, vende los Sacramentos, prostituye el Altar, fornica con las devotas, etc., etc., etc. Conclusión: Traiciona al Cristo Íntimo (eso hace Caifás). ¿Es doloroso eso?... ¡Claro, es horrible, es una traición, de lo más sucia que hay! Y no hay duda que son muchas las Religiones que en el mundo se han prostituido, eso es obvio; son muchos los Sacerdotes que han traicionado al Cristo Íntimo. No me refiero a tal o cual secta, no, sino a todas las Religiones del mundo.
Es posible que verdaderos Iniciados que han dirigido grupos esotéricos han sido muchas veces traidores: han traicionado al Cristo Íntimo; y todo esto es doloroso, infinitamente doloroso. Caifás, pues, es de lo más sucio que hay.
Estos Tres Traidores son las TRES FURIAS. Estos Tres Traidores llevan al Cristo Íntimo, pues, al suplicio.

LAS MULTITUDES
Hermanos, recuerden que multitudes de personas, multitudes de gentes, piden la crucifixión del Señor. Todas esas multitudes que gritan “¡Crucifixia! ¡Crucifixia!”, que piden la crucifixión del Cristo, están dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Son los agregados psíquicos inhumanos que en nuestro interior cargamos, son todos esos elementos psíquicos indeseables que llevamos dentro, los DEMONIOS ROJOS DE SETH, viva personificación de todos nuestros defectos de tipo psicológico. Son ellos los que gritan“¡Crucifixia! ¡Crucifixia! ¡Crucifixia!”. Y el Señor es entregado a la muerte.
¿Quiénes le azotan? No son acaso las “multitudes” que llevamos en nuestro interior ¿Quiénes le escupen? ¿No son todos esos agregados psíquicos que personifican nuestros defectos? ¿Quiénes ponen sobre Él la corona de espinas? ¿No son acaso todos esos engendros del Infierno que nosotros hemos creado?
LAS TRES CLASES DE HOMBRES QUE LO ODIAN
No olviden ustedes que cada vez que el Señor de Compasión viene al mundo, es odiado por tres clases de hombres.
Al HIJO DEL HOMBRE lo condenan tres clases de gentes: primera, los SACERDOTES del Templo, es decir, las Religiones de todas las épocas y los devotos de todos los tiempos.
Segundo, lo condenan los ESCRIBAS, es decir, los intelectuales de su tiempo… Ésos son los famosos “virtuosos”que condenan a los Iniciados.
Tercero, los ANCIANOS, las gentes llenas de experiencias, muy “juiciosas”, con muchas “virtudes”, ésas lo juzgan a través de su propio “lente psicológico”, lo mal entienden y le excomulgan...

Los SACERDOTES, las gentes de todas las religiones, de todos los cultos, ven en él un peligro para sus respectivas sectas.
Los ESCRIBAS, los intelectuales, los que están apegados a tantos códigos de moral podrida, cada vez que el Señor de Gloria ha venido al mundo, han estado contra él, lo odian mortalmente, porque no encaja dentro de sus teorías, significa un peligro para sus sistemas, para sus sofismas, etc.
Los ANCIANOS, las gentes llenas de experiencias dicen: “Ese hombre está loco, vean lo que trae, oigan lo que está diciendo, no está de acuerdo con lo que nosotros pensamos, tenemos experiencia, este hombre perjudica, daña”. Los Ancianos, las gentes muy juiciosas, muy llenas de experiencia, no entienden jamás a los Iniciados.
Así que, hermanos, en realidad de verdad, el Hijo, el Chrestos encarnado, es odiado por las multitudes, odiado por los Sacerdotes, abominado por los Escribas y repudiado por los Ancianos. No encaja el Chrestos dentro de los moldes humanos; por eso es rechazado.
El Chrestos es revolucionario por naturaleza, terriblemente rebelde, y está más allá del Bien y del Mal: No lo comprenden las Fuerzas del Bien, lo odian las Fuerzas del Mal; actúa en consonancia con eso que podríamos denominar, nosotros, “COMPRENSIÓN INDIVIDUAL PROFUNDA”...

martes, 22 de marzo de 2016

Derecho y Masonería en la independencia de Hispanoamérica II

Derecho y masonería en la independencia de Hispanoamérica (II)



Francisco José del Solar Rojas, (Lima 1945-2012) Abogado y Periodista por la PUCP y la U. Central de Venezuela (UCV). Doctor en Derecho, Historia y Ciencias de la Comunicación. Profesor de Historia del Derecho en la UIGV.

LOGIAS, MASONES Y DERECHO EN HISPANOAMÉRICA 

Por un lado, debemos dejar señalado que las primeras logias en Hispanoamérica fueron informales, vale decir, que no tuvieron “Carta Patente”, es decir, carta constitutiva expedida por una “Gran Logia”, y que es el documento que autoriza su creación y funcionamiento de acuerdo con las “Constituciones de Anderson”.
Así también, que estas logias datan de 1750, en adelante. Fueron promovidas por agentes ingleses, franceses y españoles. Los primeros, máxime, del rito York (color azul), mientras que los demás, del rito Escocés (color rojo). Estas logias fueron eminentemente especulativas y contribuyeron a sustentar las bases ideológicas de la emancipación como periodo previo a la independencia, que fue producto, principalmente, de las logias operativas, algunas masónicas y otras no masónicas, dentro del esquema anteriormente expuesto.
De otro lado, asimismo, debemos precisar que debido al éxito alcanzado y al secretismo desarrollado, la masonería y los masones fueron excomulgados por varios papas. El primero fue Clemente XII, que con su bula In Eminente, de 24-04- 1738, prohibió todo tipo reuniones secretas (Liberi Muratori) condenándolas por ser perniciosas tanto para la seguridad de los Estados como para la salvación de las almas. El segundo fue Benedicto XIV, quien con su bula Apostolici Providae, de 18-05-1751, ratificó la excomunión para los masones, etc. El tercero fue Pío VII, en 1821, con su Ecclesiam a Jesu Christo. El cuarto fue León XII, en 1825, que con su Quo graviora, confirmó las bulas anteriores, etc.
El rey de España, Fernando VI, siguiendo el dictado del papa Benedicto XIV, sin empacho alguno,  promulgó la Real Cédula, fechada en Aranjuez, el 2-07-1751, proscribiendo a la orden masónica y a sus integrantes. Con ello, las logias y las demás instituciones secretas y sus miembros, no sólo quedaban fuera de la ley, sino, que serían perseguidos, encarcelados y ajusticiados por el Tribunal de la Santa Inquisición, acusados de herejía, apostasía, brujería, etc., de acuerdo con el Derecho Canónico.
Esa rigidez política contra la masonería en España cambió a climas de flexibilidad y cierta tolerancia, más aún cuando muchos nobles ilustrados se iniciaron en la orden y habían logrado separar a la masonería española del rito inglés. Uno de ellos fue el Conde de Aranda (Pedro Pablo Abarca de Bolea, décimo conde… 1719-1798), hermano masón desde muy joven, iniciado en la Logia La Matritense, pero que, en 1760, constituyó la Gran Logia Española, saliendo elegido su primer “Gran Maestre” y, luego, la convirtió en “Gran Oriente”, dependiendo de Francia (1769). En ella, participaron el primer Conde Campomanes (Pedro Rodríguez de Campomanes, 1723-1802), De Jovellanos, los criollos o españoles americanos De Olavide y Jáuregui, De Miranda y Rodríguez, Belgrano y José Javier Leandro Baquíjano y Carrillo de Córdoba (Lima 1751-Sevilla, España 1817.
La Gran Logia Española asumió el rito Escocés que, no obstante su nombre, no se originó en Escocia, sino en Francia, en 1754. Se creó en búsqueda de perfección, con más grados de los establecidos en el antiguo rito inglés York.

LAS LOGIAS DE CÁDIZ Y DE LONDRES 

En 1807, el militar venezolano Francisco de Miranda y Rodríguez fue iniciado hermano masón en la Logia América Unión de Filadelfia, de rito Escocés, apadrinado por el general francés Marqués de La Fayette (Marie-Joseph-Paul-Yves-Roch-Gilbert Motier, marqués de… 1757-1834), con quien compartió la lucha de la independencia de Estados Unidos de América.
Recordemos que Francia y España apoyaron a las colonias en su guerra contra la metrópoli inglesa.
La visión universal y continental de ver la realidad, le llevó a De Miranda a fundar las logias Reunión Americana y Caballeros Racionales, tanto en Madrid como en Cádiz. Al invadir Napoleón Bonaparte la península Ibérica, en 1808, y tomar cautivos a la realeza borbónica, Cádiz quedó como último reducto español donde el pueblo representó a la Corona.
En efecto, el 19-03-1808, Carlos IV abdicó a favor de su hijo Fernando VII, y éste, pocos días después, fue forzado a entregar la corona a José Bonaparte, hermano del emperador francés. La familia real fue llevada prisionera a Valencay (Francia). No saldría de ahí hasta el 11-12-1813, fecha del tratado del mismo nombre que puso fin a la guerra de independencia de España frente a Francia.
Empero, regresemos a 1808. Inglaterra – enemiga de Napoleón – abrió sus puertas a Cádiz y al restablecimiento comercial y cultural con esta ciudad española y sus habitantes. La oportunidad fue propicia para De Miranda, quien se trasladó a Londres. Ahí tomó contacto con sus compatriotas y hermanos masones, entre otros, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad de Bolívar y Palacios (Caracas 1783-Qta. San Pedro Alejandrino 1830), Andrés Bello (Caracas 1781- Santiago de Chile 1865) y Simón Rodríguez, quien fue maestro del Libertador. En este contexto, De Miranda promueve la creación de nuevas logias en Londres, con el apoyo de los americanos con los cuales había levantado columnas de varias logias en España. Por ahora regresemos a la Península.
El militar argentino José Francisco de San Martín y Matorras (Yapeyú, Misiones, Argentina 1778- Boulogne-sur-Mer, Francia 1850), peleaba en el ejército español contra los franceses bajo las órdenes del criollo Marqués del Socorro y hermano masón (Francisco María Solano Ortiz de Rosas). Éste inició a De San Martín como masón en la Logia Integridad, la cual se reunía en su casa y de la que era “Gran Maestre”. La invasión napoleónica arrinconó a las fuerzas españolas en Cádiz, y, consecuentemente, José Francisco fue destinado a esa plaza.
Ahí, contactó con sus compatriotas, quienes venían trabajando en la Logia Caballeros Racionales Nº 3, (Para algunos masónica, para otros no, quienes afirman que sólo era patriótica).
Lo cierto es que el militar argentino fue formalmente “afiliado” o “regularizado” en 1810, ya que  anteriormente había sido iniciado hermano masón. El “venerable maestro” era su paisano, el joven y acaudalado Carlos María Antonio del Santo Ángel Guardián de Alvear Balbastro (1789-1852), con quien, el nuevo o ratificado hermano masón, trabó al inicio una profunda y sincera amistad y hermandad, sentimientos que duraron hasta 1813. Ellos acabaron por los celos y las envidias agigantadas en el corazón del joven masón, que antepuso los intereses personales a los de la patria y así también su odio al amor fraternal de la hermandad. Dicho sea de paso, el comportamiento masónico del general De San Martín siempre fue “en esencia”, esto es, de verdad, ejemplar.
Poco tiempo después, De San Martín fue elevado al tercer grado (aumento de salario), asumiendo su nivel de maestro masón (1811). Engañando a las autoridades gaditanas pidió licencia en el ejército y viajó  a Inglaterra. Ahí contactó con De Alvear, quien venía trabajando en la filial de la “Logia de Cádiz”  Caballeros Racionales), en Londres. Empero, a la par, también lo hacía en la Logia Lautaro (operativa) y junto con otros compatriotas en la Logia Flor de los Americanos. En esta última, a De San Martín se “le aumentó el salario” a quinto grado, bajo la severa mirada de los bustos de los filósofos griegos y de los romanos iusnaturalistas, en las que sobresalían Cicerón, Séneca y Marco Aurelio, a la par se juraba bajo la consigna de “Unión, Firmeza y Valor”. (1) Fue entonces, cuando De Alvear le ofreció su apoyo  económico y social a José Francisco, para regresar a Buenos Aires, e iniciar juntos tanto la labor masónica como la lucha por la autonomía argentina, de la metrópoli española. Ambos pensaban en una posible monarquía constitucional tipo inglés para el virreinato del Río de La Plata. El veterano militar de Yapeyú ya no tenía ningún pariente ni conocía a nadie en su tierra natal. El apoyo de Carlos María Antonio le resultaba oportuno y generoso para comenzar su nueva vida y carrera militar en América.
Por ello aceptó. Ambos se embarcaron en la fragata británica George Canning, en enero de 1812. Mientras tanto, el venezolano De Miranda había concertado con el joven De Bolívar, regresar a la Capitanía General de Venezuela, para ponerse al frente del movimiento  independentista caraqueño.
Fue así como este precursor decretó la independencia de Venezuela, el 5-7-1811. La Logia Lautaro había sido fundada, en Londres, por De Miranda, José Gurruchaga, Francisco Isnardi (italiano nacionalizado venezolano amigo íntimo del general De Miranda) y el militar chileno Bernardo de O’ Higgins (hijo del XXXVI virrey del Perú, Ambrosio O’ Higgins, marqués de Osorno). Fue éste, quien le  dio la idea al prócer venezolano del nombre de esta logia, al narrarle con pasión, la histórica defensa del líder indio mapuche Lautaro, quien se opuso con coraje y tenacidad a la conquista y dominación españolas. Es oportuno señalar, sea  dicho de paso, que De San Martín no conoció a De Bolívar, en los trabajos de la Lautaro, en Londres.
Esta logia dio sus primeros frutos con los éxitos revolucionarios obtenidos en Venezuela por De Miranda. Ello fue un aliciente para que se renovara e incrementara su membresía con nuevos jóvenes revolucionarios ávidos de llevar la libertad e independencia a sus pueblos. Ahí estaban, el mexicano José María Caro, los chilenos De O’ Higgins y José Miguel Carrera, los argentinos De San Martín, De Alvear, el tío de éste, Gervasio Antonio de Posadas y Dávila (1757- 1833) – por ser primo de su madre -, Bernardo Monteagudo Cáceres (Tucumán 1790-Lima 1825), entre otros. Trabajaban indistintamente en las casas de los próceres tanto del venezolano Andrés Bello como del argentino Luis López Méndez.
Ahí se delineó el proyecto de restablecer el “Imperio Incaico” ideado por De Miranda, recogido de los documentos que dejó el prócer peruano y ex jesuita, Juan Pablo Viscardo y Guzmán (Pampacolca, Arequipa 1748-Londres 1798), expulsado del virreinato del Perú, por orden del rey Carlos III, en 1767, y quien tomó el seudónimo de “Abate Rosi” para pasar de incógnito y burlar la persecución española. (2).

[1] FERNANDEZ DÍAZ, Jorge. La Logia de Cádiz. 3a. Edic. Buenos aires. Planeta. 2008.
[2] GRISANTI, Ángel. La personalidad de Juan Pablo Viscardo y Guzmán. Arequipa, Perú, 1948.

GRADO 18

El simbolismo y el sentido filosófico del Grado 18º de la Masonería

 “La divinidad atribuida a Jesús de Nazareth no es para nada tomada en cuenta en este grado, ni la Masonería se ocupa en atribuirle ni negarle tal o cual carácter. Es para nosotros el símbolo del maestro, la alegoría que representa el poder del amor y la virtud. En él vemos el luchador que combate la ambición con las armas de la Tolerancia y la Caridad, y como éstos son los únicos medios que debemos emplear para realizar la obra masónica, se deduce que Jesús es para los masones un símbolo de abnegación, un emblema de la Sabiduría, extirpando el error con la razón.” Lorenzo Frau Abrines. (Diccionario enciclopédico de la Masonería. Tomo 5. P. 795)
Por su simbolismo y su ceremonial, el Grado de Soberano Príncipe Rosacruz (Grado 18) ha sido interpretado por algunos masones, como un grado de tipo religioso, dedicado a conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo, y la doctrina compendiada en los cuatro evangelios.
Frente a esa interpretación es preciso anotar que la Masonería que se practica en este Oriente y en este Valle, auspiciada por el Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia, del R:. E:. A:. A:., no establece en ninguno de sus grados las creencias religiosas. Al contrario, advierte al iniciado que todas las religiones fueron creadas por el hombre[1], enmarcadas en el contexto económico, político, literario, lingüístico e histórico de la coyuntura que las vio nacer.
En esa misma secuencia de ideas es importante anotar que los principios de la Orden se fundamentan en el racionalismo, médula filosófica de la Edad Moderna, de cuyas entrañas surgió la Masonería. La Masonería, es entonces una escuela de formación moral e intelectual de corte racionalista. Por eso, ante la triada religiosa que enseña: fe, esperanza y caridad, la Masonería dice: caridad, esperanza y fe[2].
Dicho esto es necesario aclarar que la posición teológico-religiosa es congruente con el pensamiento de San Agustín, cuando dice: “Creo para comprender”. En cambio, el racionalismo de la burguesía naciente, que más tarde será recogido por la Masonería, comienza a balbucear por boca de Abelardo, quien invertía la frase de San Agustín y decía: “Comprendo para creer”. Es importante recabar sobre estos planteamientos: Si San Agustín decía: “Creo para comprender”, Abelardo manifestaba: “Comprendo para creer”[3].
Con estos prolegómenos vamos a entender mejor por qué la teología dice: Fe, esperanza y caridad; mientras que la Masonería dice: “Caridad, esperanza y fe”.
Ahí está la diferencia entre el fanatismo y la razón, entre la astucia que engaña y la verdad que enseña. En otras palabras, en esa simple transposición de palabras que son la base del Grado XVIII, está la diferencia sustancial entre religión y Masonería[4].
La Masonería empieza con la caridad. Pero en este punto también es preciso hacer otra aclaración: para nosotros la Caridad no es la limosna, que consuela un día para hacer más angustioso el día siguiente, tal como la entienden las religiones. Para nosotros la caridad es la educación que perfecciona al hombre y lo forma como trabajador digno, para que la justicia y el amor recíproco reinen en el universo[5].
La religión dice: “Fe es creer lo que no entendemos y no vemos”[6]. Apreciación que se opone a la razón. Para la Masonería la fe es la certeza de lo que se espera. Es la “Confianza en avanzar en el progreso y mejora de la humanidad”[7]. En ese sentido, la Masonería tiene Fe en la ciencia que ha de traer la perfectibilidad y el bienestar al género humano.
Por eso el Grado XVIII debe enfocarse con los criterios y la metodología que nos depara la ciencia y la perspicacia que nos dan las enseñanzas iniciáticas. Con esas guías para analizar los hechos, nadie puede entender cómo para salvar a la humanidad se tenía que sacrificar a un hombre justo, como fue Jesús. En cambio, desde el punto de vista iniciático podemos entender que la muerte y resurrección en los libros sagrados es un simbolismo de la iniciación.
La resurrección de Lázaro, por ejemplo, es el simbolismo de una iniciación. Los exégetas de la Biblia, como Eduardo Shure, dicen que la muerte y resurrección de Lázaro es una simbolización de la iniciación de Juan, el discípulo amado. En una dimensión más profunda, “La escena del Gólgota no es otra cosa que una Iniciación transportada sobre el plano de la historia Universal”[8].
Entonces tenemos que la resurrección ha sido entendida de dos maneras:
1. La interpretación que tienen las religiones, la cual es una resurrección material. Es decir, es un acto mediante el cual “todas las almas de los hombres, tanto buenos como malos, se juntarán con sus cuerpos en la segunda venida de Cristo.”[9] En otras palabras, es la vuelta a la vida, con carne y todo, del cuerpo material que dejó de existir hace mucho tiempo.
2. La interpretación que tiene la Masonería de la resurrección es diferente. Para nosotros la resurrección es espiritual, y no es más que la profunda idea de la iniciación. Para el Masón, la resurrección significa la purificación y regeneración espiritual, hechos que comienzan con la iniciación y deben continuar con el pulimento permanente de la piedra bruta.
Un verdadero masón, que razone sobre el simbolismo de sus grados, y que use bien las herramientas y la antorcha que le da la Orden, no puede ver el espectro religioso en el contenido esencial del grado XVIII, ni puede dejarse engañar por las mentiras de las sectas fanáticas y supersticiosas. No olvidemos la enseñanza Masónica: “No serás verdadero masón mientras no sepas distinguir la verdad de la mentira y hacer la demostración.”[10]
En el simbolismo del grado XVIII se reafirma que la muerte de Jesús constituyó una catástrofe que estremeció el templo de la libertad, la justicia y la fraternidad. Es el momento en que el Hijo del Hombre cayó victima del despotismo político y religioso, que le dio un suplicio de esclavo, al sublime redentor de la humanidad, al amigo de los pobres e infortunados, al modelo inmaculado de las más excelsas virtudes.
Por eso la hora del Capitulo Rosa Cruz es: “La que nos recuerda el instante en que el velo del Templo se rasgó, en que las tinieblas y la Consternación cubrieron la tierra, en que desapareció la Estrella Flamígera, en que se oscureció la Luz del día, en que las CCol:. y los instrumentos Mmas:. cayeron destruidos; en que la Piedra cúbica sudó sangre y agua, el instante, en fin, en que se perdió la Libertad de la Palabra, y la censura, la delación, el despotismo y el envilecimiento, fueron la Ley Universal de las naciones”[11].
Cabe preguntar: ¿Qué significan estos fenómenos para la Masonería?
Para la Masonería estos acontecimientos no son sobrenaturales, sino que poseen una trascendencia simbólica y una significación mística. Ellos representan las intangibles consecuencias de la muerte del Maestro. En palabras más explicitas: la muerte de Jesús es la luz perdida o la palabra perdida. Es la destrucción de los instrumentos masónicos que simbolizan las excelsas virtudes. Es el momento en que la piedra Cubica, que representa el alma del que aspira alcanzar su fuente -en este caso Jesús- sudó sangre y agua en la angustiosa noche de Getsemaní. Es la desaparición de la Estrella Flamígera, que simboliza al Hombre o microcosmos[12], como expresión del espíritu que anima al universo y se constituye en principio de toda sabiduría.
En síntesis, he aquí la verdad punzante: el Maestro ha desaparecido, y con él desapareció la esperanza de libertad, igualdad y fraternidad. Sin embargo, un rayo de luz rasga las profundas tinieblas. Jesús ha resucitado y con la antorcha de su ideario alcanzaremos la victoria. Por eso, la emancipación que plantea la Orden en el Grado 18 está clara cuando dice: “Pues si la Mas:. Conmemora tal catástrofe, EExc:. CCab:. VVig:. pedid a los HH:. que decoran nuestros VVall:., que nos ayuden a continuar los TTrab: del Sob:. Cap:., para tratar con renovados esfuerzos de volver a poseer esas libertades incomparables”[13]. En efecto, la Masonería recupera la doctrina diáfana de Cristo, simbolizada en la Ceremonia del domingo de pascua de resurrección en el que se encienden las luces apagadas el jueves santo. En ese sentido, “se restaura el reino de Jesús, para lo que el iniciado debe prepararse, convirtiéndose en sabio universal.”[14]
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1 Liturgia del Grado XXX. Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia (Fundado en 1833). R:. E:. A:. A:..Barranquilla, febrero de 2006. p. 12.
2 Liturgia del Grado XVIII. Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia (Fundado en 1833). R:. E:. A:. A:. . Barranquilla, noviembre de 2004. pp. 35-36
3 Véase: Ponce, Aníbal. Educación y lucha de clases. Pp. 151-152
4 Liturgia del Gr:. XVIII. Op. Cit. p. 36.
5 Ibíd. Pp. 36-37.
6 Catecismo Católico Explicado del P. Gaspar Astete y el P. Eliecer Salesman. Editorial centro Don Bosco. Santafé de Bogotá, 1983. P. 199
7 Diccionario Akal de la FrancMasonería. Ediciones Akal. S. A. Madrid, 1997. P. 148. [1] Shure, Eduardo. Iniciaciones Secretas de Jesús. Editorial Solar. Bogotá, 1993. p. 168.
8 Sagrada Biblia. (glosario). Traducción de la Vulgata Latina al Español (1884) por el Ilmo. Señor Félix Torres Amat. Editorial: Impreandes Presencia S. A. Santafé de Bogotá, 1999. Pp.1290-1291.
9 Sagrada Biblia. (glosario). Traducción de la Vulgata Latina al Español (1884) por el Ilmo. Señor Félix Torres Amat. Editorial: Impreandes Presencia S. A. Santafé de Bogotá, 1999. Pp.1290-1291.
10 Liturgia del Grado XXX. Op. Cit. p. 12.
11 Liturgia del Grado XVIII. Op. Cit. p. 59.
12 Daza, Juan Carlos. Diccionario Akal de la Francmasonería. Op. Cit. P. 141.
13 Liturgia del Grado XVIII. Op. Cit. p. 3.
14 Daza, Juan Carlos. Op. Cit. p. 332.

EL SANTO GRIAL


El Santo Grial

 Probablemente a la mayoría de la gente el tema del Santo Grial y su búsqueda le resultará un asunto tedioso y aburrido; ¿Qué interés se puede tener en un “mito”?. Los valores espirituales se derrumban a nuestro alrededor, ya nadie está seguro de lo que cree, todo se ha vuelto relativo y sin embargo en lo más profundo de nuestro ser seguimos necesitando algo sólido a lo que aferrarnos; nos ha tocado vivir una época de transición.
Tal vez pensamos que somos muy distintos, que estamos viviendo una era única, observando los avances de la ciencia, la tecnología, la medicina, etc.; pero no nos damos cuenta que no estamos consiguiendo nada realmente importante, el mundo es cada vez más injusto, el desastre ecológico empieza a amenazar nuestra propia supervivencia, nuevas pestes aterrorizan a la humanidad y nuestro progreso no nos da la respuesta, tal vez necesitamos una reflexión, tal vez necesitamos una vuelta a la espiritualidad tradicional, una vuelta a las raíces telúricas de nuestros antepasados y tal vez en el “mito” podamos encontrar algunas de las respuestas que tan urgentemente necesitamos.
Cuando empecé a interesarme en el Grial, creía saber bastante sobre el tema, había leído que el Santo Grial era la copa que Jesús usó en la última cena y en la que luego José de Arimatea recogió la Sangre de Cristo en la cruz, que era una de las fuentes principales de inspiración en las novelas que componen el Ciclo Artúrico que surgió en Inglaterra y Francia en los siglos XII y XIII, había leído de Merlín el Mago, Arturo y los Caballeros de la Tabla Redonda.
Recuerdo que todo empezó hace algunos años cuando leí un artículo publicado en “El País”, se titulaba “Tímida Búsqueda del Grial” , me sorprendió mucho que el Grial tuviera que ver con los Templarios, los Cátaros, e incluso con España; este artículo fue la chispa que encendió la mecha de lo que con el tiempo iba a despertar en mí una pasión por el tema.
El mundo que rodea la temática del Grial es realmente sorprendente y lleno de misterio, cualquiera que estudie mínimamente el tema se dará cuenta que la interpretación vulgar que se da al mismo es bastante simplista y ridícula.
Una de las impresiones mas fuertes que me produjo esta investigación fue descubrir personajes históricos que estuvieron obsesionados con su búsqueda, incluso hoy en día hay personas interesadas en ello, en un principio me pareció una curiosidad, pero a medida que iba recopilando datos me fui dando cuenta de la trascendencia del tema.
¿Qué se esconde debajo de este mito?, ¿Qué relación puede tener con el hombre del siglo XXI?, ¿Realmente existió como un objeto físico?, si es así, ¿Quién lo tiene y dónde se encuentra?, estas preguntas pueden parecer ingenuas, sin embargo creo que en el fondo de todo esto se esconde un mensaje muy importante para el desarrollo espiritual del hombre del siglo XXI.

Etimologías Griálicas:

Las raíces etimológicas de la palabra Grial constituyen un razón de disputa entre los distintos estudiosos de tema, hemos intentado reunir una muestra los más extensa posible de las diferentes interpretaciones, primero hemos incluido como fuentes varias enciclopedias y en una segunda parte referencias a citas de diferentes autores.

Enciclopedia Británica.

La prestigiosa Enciclopedia Británica precisa que: “la etimología de la palabra graal, permanece incierta, pero ha sido usada en numerosas regiones de Francia para denotar una vasija / vaso de boca ancha”.

Enciclopedia Durban.

La Enciclopedia Durban; considera la palabra francesa “gréal”, ésta de la palabra latina “cratalis”, y esta de “crater”, que significa copa.

Enciclopedia Espasa. 

Según la Enciclopedia Espasa, la raíz etimológica de la palabra Grial deriva del vocablo latino “gradalis” ó “gratalis” y este a su vez de la palabra “crater” que significa vaso ó copa muy grande.

Enciclopedia Larousse.

Según la Enciclopedia Larousse, define los términos “graal”; ( con este significado suele escribirse con mayúscula ) // Ant. Escudilla; y “grial” ( Probablemente del latín, “cratalem”, derivado del griego “kräter”, vaso para beber ).

The Catholic Encyclopedia, Online Edition.

La Enciclopedia Católica; El significado de la frase también se ha explicado de diversas maneras. La más aceptada es la del cronista cisterciense Helinandus (m. aprox. en 1230). Este historiador hace referencia a la visión de un ermitaño (aprox. en 717) acerca del plato utilizado por Nuestro Señor en la Última Cena, sobre la cual el ermitaño escribiría posteriormente un libro en latín (ahora en francés) llamado “Gradale”. Helinandus nos informa: “Gradalis o Gradale es un plato (scutella) ancho y un poco profundo en el que solían servirse costosos manjares a los ricos en forma gradual (gradatim), bocado tras bocado en diferentes hileras. En francés popular también se le llama ‘greal’ porque a él le parece placentero (grata) y aceptable comer ahí”. La palabra del latín medieval “gradale” proviene del francés antiguo “graal”, “greal” o “greel” de donde proviene la palabra inglesa “grail” (español “grial”). Otros asumen que la palabra se deriva de “garalis” o “cratalis” (crater, tazón para mezclar). Seguramente significa plato; pues la derivación de “grata”, mencionada en la última parte del pasaje citado, o de “agréer” (complacer), que se encuentra en las historias caballerescas francesas, es secundaria. La interpretación de “San greal” como “sang real” (sangre real) no se difundió hasta la última parte de la Edad Media y otros orígenes etimológicos propuestos pueden pasarse por alto por obsoletos.

Jean-Michel Anglebert, Hitler y la Tradición Cátara. 

Un gran estudioso del tema Jean-Michel Anglebert, en el libro Hitler y la Tradición Cátara.; Plaza y Janes (f), 1972, pretende encontrar un origen persa de la palabra Grial, acepta el término “graal” o “piedra-Graal” y pretende que este deriva de las palabras persas “gorr” y “al” que significan: piedra preciosa y fragmento respectivamente, lo cual daría el significado de “piedra preciosa grabada” (pág. 41, ob cit.)

Joan Corominas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. 

Grial, según el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, de Joan Corominas, 3ª edición, Editorial Gredos, Madrid,1897) ‘escudilla’, S. XIII (greal). Del mismo origen incierto que el catalán greala (catalán arcaico gradal, femenino, 1010), occitano antiguo grazala, francés antiguo graal íd. Aunque la leyenda del Santo Grial se propagó desde el Norte de Francia, el vocablo es anterior y procedía del Sur de este país y de Cataluña, donde todavía designa utensilios de uso doméstico.
Garcia Gual Carlos, Historia del rey Arturo y de los nobles y errantes caballeros de la Tabla Redonda.
Garcia Gual Carlos cita en: Historia del rey Arturo y de los nobles y errantes caballeros de la Tabla Redonda – Alianza, Madrid, 1989.
– Significado etimológico de Graal – Gradalis, pág. 115. La primera mención del Grial, para nosotros, es la del texto novelesco de Chrétien. En El cuento del Grial, redactado, como dijimos, hacia 1190, es donde se nos describe la primera aparición del enigmático objeto.
Perceval ve desfilar ante sus asombrados ojos la procesión repentina en la que una doncella porta, entre sus dos manos, el resplandeciente “graal”–que etimológicamente viene del vocablo latino “gradalis”, que designa una especie de plato ancho y poco hondo, una fuente especialmente apropiada para servir a la mesa grandes pescados–, todo de oro recamado de pedrería.
– Etimología de Graal, pág. 152. El término “graal”, un vocablo común, pero de uso poco frecuente en francés, significa sencillamente “un plato ancho y poco profundo”, como lo define hacia 1230 el monje Helinand de Floidmon: “scutlla lata et aliquantulum profunda”. Podía usarse tal plato para presentarse algún pescado a la mesa, como sugiere Chrétien al indicar que “no contenía ni salmón ni lucio ni lamprea”.
Por lo demás el plato podía presentarse cubierto o descubierto, tal como pasa en la primera visita de Perceval al castillo. Luego, en el Ciclo (es decir, en L’estoire del Saint Graal y en la Queste), se explica que es la bandeja en que Jesús y sus discípulos recibieron la carne del cordero pascual en la Última Cena; y también en Perlesvaus se identifica con la Parópside, el santo plato. Robert de Boron afirma que fue utilizado para recoger las últimas gotas de la sangre del Crucificado, tras de haber servido como cáliz en la Ultima Cena.
El plato santo se va trasformando en una copa, semejante al ciborio eucarístico. (Como apunta precisamente Martín de Riquer, las diferencias entre el cáliz y el copón no estaban aún formalizadas en la liturgia de fines del XII).
Puede haber resultado sugerente al respecto la forma “sangreal” (“santo grial”), entendida como una alusión a la “sangre real” (“sang real”) de Cristo. Wolfram ha introducido una extraña variante al presentar el Grial como una piedra preciosa, llamada “grâl” (entendida tal palabra como un nombre propio) y “lapis exillis”. Aunque la piedra guarda una relación con la eucarística, ya que el Viernes Santo de cada año desciende sobre ella el Espíritu Santo en forma de paloma con una blanca oblea que renueva sus poderes, el origen de la misma remonta a los orígenes del mundo, cuando en la lucha entre Dios y Lucifer fue traída de los cielos a la tierra por ángeles neutrales. Este Grial no tiene referencias a la pasión ni a la historia apostólica relatada por R. de Boron y sus seguidores.
Tan misteriosa piedra puede remontar al eco de un famoso pasaje del viaje de Alejandro Magno al Paraíso, el Iter Alexandri Magni ad Paradisum, en el que Alejandro no logra acceder a éste, por su orgullo y soberbia, y sólo recibe de allí como reliquia una piedra prodigiosa, de muy variable peso ( según la virtud de quien la levanta ) y que irradia juventud. esa “lapis ex celis”, “wun sch von pardîs”, el Grial, es una “piedra humilde”, “lapis exilis”, que sólo puede ser vista por los puros y fieles, al modo de la “lapis exilis” de los alquimistas. (De la que afirma Arnaldo de Vilanova: “Hisc lapis exilis estat pretio quoque vilis./ spernitur a stultis, amatur plus ab edoctis”). Como la “piedra filosofal”, sólo es apreciada en su justo valor por los sabios. Múltiples son los comentarios y las influencias que se han sospechado en esa joya.

Louis Charpentier. El Enigma de las Catedral de Chartres.

Louis Charpentier – El Enigma de las Catedral de Chartres – Plaza & Janes, S.A.. Editores, Barcelona, 1976. ( Cap. 14, págs 143 a 154).
El origen del Grial no es con seguridad céltico. Puede muy bien ser anterior. Creo que ese vocablo deriva de la raíz «Car» o «Gar», que tiene el significado de «piedra».
El Gar-Al o Gar-El, pudiera ser el vaso que contiene la piedra, o el vaso de piedra (Gar-AI), o la Piedra de Dios (Gar-El).Ambas etimologías son, por lo demás, muy similares. En el primer caso, se trataría del vaso en el que se hace la «Piedra»; en el segundo, sería cuestión de la «Piedra» misma. Es indudable que el símbolo es el alquímico. No se puede, en efecto, separar la palabra Grial de la de «Caldero».
En tiempos del celtismo primitivo, era el caldero (Caldron) de Lug donde, sobre un fuego muy particular, se cocían las «medicinas universales».
Por otra parte, el rey Gradlon nos indica, por su nombre, que se trataba de un «guardián del Grial» en su ciudad de Is, que las olas sumergieron cuando su hija Mahu, cristiana, destruyó los menhires de fijación de los suelos. Grial es un vocablo céltico, pero, con otros nombres, la leyenda del vaso sagrado se encuentra en otros lugares y tiempos.
Melquisedec es representado en el pórtico de Chartres -pórtico Norte, llamado de los Iniciados- portando la copa que entregó a Abraham y de la que asoma la Piedra. Cada templo griego tenía su «crátera» (de Teras: maravilloso, o Theos: divino, con, tambien ese radical: «Cra … » «Car»).
Con el nombre que sea, designa, constantemente, un vaso cuyo contenido se diviniza; está penetrado por la Divinidad; está, por tanto, transmutado.

Roso de Luna, Mario – Wagner, mitólogo y ocultista.

Roso de Luna, Mario – Wagner, mitólogo y ocultista – Eyras, Madrid, 1987.
Etimología del Graal, pág. 181, 182. En cuanto a los nombres “Grailus”, “Gralius” y “Grail”, su parentesco con el nombre “Graal” y el íntimo enlace de su leyenda con la que ha servido de base al Parsifal wagneriano, es bien notoria y merecedora de un especial estudio.
A la apreciación de semejante parentesco se puede llegar también por la versión del Lohengrin que es popular en la comarca francesa de Cléves, y en la que “Swan”, el Caballero del Cisne, o Lohengrin, recibe los dichos nombres de “Elías”, “Helios”, “Gralius”, “Grail”.
Etimologías del Grial, pág. 486. Don Juan Valera, hablando del escritor árabe Flegetaris (denominado Telegetanos por el crítico alemán Wolzogen), llama “Grial” a la copa santa. Los italianos escriben “Graal”; los ingleses, “Grail”, y Menéndez y Pelayo, “Gral”; y no pocas veces se encuentra escrito “Greal” en los cronistas, todo ello, según se dice en el diccionario de Mistral, como derivado del latín gradale y después del “Grasan”, provenzal; “grian”, marsellés; “grasal”, lionés: “grial”, lemosino; “grasans”, románico; “gresal”, catalán; “graal”, francés, y “grial”, galaico-castellano, cual en el antiguo romance de “El Conde del Sol” (el Caballero Helios o Lohengrin), cuando dice: “¡Padre, padre de mi vida, por la del “Santo Grial”, que me deis vuestra licencia para el conde ir a buscar!” Otros etimologistas, forzando cuanto pueden la palabra, tratan, en vano, de hacerla derivar de la palabra latina “crater” o copa, para adaptarla mejor a la idea cristiana “de la copa de la última cena”, con mejor intención que fortuna, porque, como se ve. la etimología “grial” es más bien la de plato que la de copa, si bien no resulte tan poético ni tan adecuado al canon cristiano el ver la sangre de Jesús recogía, no en alguna copa, sino en plato, escudilla o fuente vulgarismos”.
Etimología del Graal, pág. 490. Ya Mauricio Kufferat, uno de los mejores comentaristas de Wagner, interpretando con perfecta corrección el texto del Parzival alemán de Wolfram de Eschenbach ( 1200 – 1216 ), dice que el “Graal”, “Greal” o “Grial” primitivo de la leyenda, no es un vaso, ni un cráter, ni un cáliz, ni siquiera una escudilla o plato, sino una piedra. en efecto, la traducción fiel de dicho poema, derivado del aun más antiguo de Chrertien de Troyes (siglo XII), nos muestra al Grial como ” una piedra preciosa, traída a la tierra por los ángeles y confiada a su custodia a una Fraternidad iniciática que se llamó de los Custodios del Grial. “
Henos aquí ya, pues, con la Piedra de Jacob, la Piedra del Liafail escocés, la Piedra cúbica de los masones, la Piedra o Pétera iniciática y tantas piedras simbólicas, no cristianas, del mito universal.