“Entrar en el silencio es excelente practica; es entrar realmente en el silencio interno del alma, en el sagrado santuario donde mora el Espíritu Divino en su plenitud. Con el abuso de este poder interno tras fines egoístas y destructivos y para forzar nuestra voluntad humana sobre la vida, con el objeto de hacerla conforme a lo que nosotros pensamos que debería ser, se comete un crimen que solo puede redundar en fracaso final y en desastre”.
Al escuchar sobre armas de destrucción masiva enseguida nos imaginamos las armas nucleares, los virus, por mencionar algunas. Pero nunca nos imaginamos y mucho menos mencionamos a la más destructiva de todas, la que acaba y corroe los cimientos de las instituciones, organismos, familias, gobiernos, individuos etc., etc. etc. Me estoy refiriendo en este espacio a la LENGUA HUMANA. Si, así como lo escribí en mayúscula, lengua humana. Amigos y Hermanos, es sabido por todos que el hablar es el mayor don que nos ha concedido el Ser Supremo y lo hacemos gracias a este gran y maravilloso órgano llamado lengua. La lengua es un músculo extraordinario, el cual nos permite emitir sonidos que los otros seres vivos no pueden emitir. Pero ¿Como la estamos utilizando? ¿La estamos utilizando para exaltar o para dañar a los seres que nos rodean? Ciertamente, este órgano tan necesario puede servir para ayudar cuando se utiliza de buena manera; pero también puede servir para destruir, denigrar y enterrar la moral y la virtud de algunos hacia otros. Los que la utilizan para destruir son seres inescrupulosos, irrespetuosos de la dignidad humana y llegan a convertirse a su vez en irrespetuosos de su misma dignidad, ya que, al caer en ese mundo de infamias e intrigas se transforman en seres despreciables y no dignos de llamarse seres humanos. Dicen que “La lengua es el castigo del cuerpo” ¿Será cierta esta afirmación? Personalmente pienso que sí.
Reflexionemos sobre esto y no caigamos en esta práctica tan usada por muchos. Cuando sientas que vas a caer en ella, busca la manera de llevar a cabo la práctica del SILENCIO, esta es la mejor arma para acallar esa otra mala práctica que daña y corroe al propio corazón. En cuanto al que escucha al practicante de esa “técnica de hablar mal de otro” se convierte en uno más del montón y practicante involuntario del mismo.
Pero no todo es malo relacionado con este órgano, lo que sucede es que muchos no la saben usar y la transforman en destructiva, no sabiendo que se están destruyendo a sí mismos, ya que llegara el tiempo en que los seres que lo rodean tratarán de ignorarlos y los aislaran de lo social por dañinos y destructores. Pero hablemos de lo bueno y dejemos para la reflexión lo escrito anteriormente.
Ahora bien, una de las mayores virtudes del ser humano es el respeto hacia su prójimo y ese respeto se gana siendo solidario, sincero, humilde, amable, condescendiente. Quien anhele entrar al reino de la sabiduría debe despojarse primeramente de las dañinas costumbres que entorpecen el camino hacia la elevación. Los prejuicios, opiniones y comentarios preconcebidos dificultan el camino hacia la verdadera sabiduría. Las ideas prejuiciosas tienen siempre influencias trastornadas que trancan la puerta de entrada hacia los pasillos que conducen a la verdad. Estas malas prácticas, en lugar de ayudar activamente al progreso del entorno, son estorbos que impiden los círculos del progreso. Sin embargo, su labor es infecunda, pues mientras estos se quedan atrás rotos y vencidos, el carro triunfal de la verdad avanza sin detenerse en su camino.
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