Que
la francmasonería data de antes del diluvio; que es una mera creación
de antaño; que es sólo una excusa para la convivencia; que es una
organización atea destructora de almas; que es una asociación
caritativa, haciendo el bien bajo una tonta apariencia de secreto; que
es un engranaje político de extraordinaria potencia; que no tiene
secretos; que sus discípulos guardan en secreto el conocimiento más
grandioso concedido a la humanidad; que celebran sus misteriosos ritos
bajo los auspicios e invocaciones de Mefistófeles; que sus
procedimientos son perfectamente inocentes, por no decir sumamente
estúpidos; que cometen todos los asesinatos que no conducen a alguien
más; y que existen sólo con el propósito de promover la hermandad y la
benevolencia universales; son algunos de los alegatos hechos por
charlatanes fuera del círculo de los hermanos Libres y Aceptados. Omne ignotumpro magnifico. Cuanto menos se sabe, más se cree de la francmasonería. The Daily Telegraph, Londres, 1871.
La
masonería hace considerable hincapié en motivar altos estándares de
moralidad entre sus miembros. Pero difícilmente sorprende que se
sospeche que una sociedad que utiliza saludos de mano, signos y
lenguajes secretos para el reconocimiento mutuo de sus miembros, sea
una influencia para el mal más que para el bien. ¿Por qué tener
semejantes métodos si no para esconder la verdad? ¿Por qué esconder, si
no hay nada que esconder? Aquellos que están fuera de la masonería
perciben la idea de disfrazarse, recitar textos esotéricos y
representar rituales extraños tan tonta que tienen la tendencia de creer
que debe haber otra atracción hacia ella, que puede ser más siniestra.
Es probable que no la haya... pero una negativa es siempre más difícil
de probar. The Daily Telegraph, Londres, 1995.
ABSOLUTA INUTILIDAD
En 1871 a la Reina
Victoria todavía le quedaban 30 años por gobernar, Ulises S. Grant aún
era presidente de Estados Unidos, y la francmasonería era el centro de
las especulaciones públicas. Ciento veinticinco años después el primer
alunizaje pertenece a una generación del pasado, el mundo está
conectándose a la red Internet, y la francmasonería sigue siendo el
centro de las especulaciones públicas.
Encontramos
la primera de estas citas en un pedazo de periódico cuidadosamente
cortado y doblado dentro de un empolvado volumen de historia masónica,
en donde algún francmasón muerto hace mucho tiempo lo usó como
separador. Chris leyó el segundo mientras volaba sobre el Atlántico,
entre el almuerzo y la película.
Casi
todo, incluyendo los estilos de escritura, ha cambiado en los últimos
ciento veinticinco años, pero la actitud pública en general hacia la
francmasonería hoy día es tan confusa como lo era en el siglo XIX. La
mayoría de la gente no confía en lo que no entiende y, si percibe un
elitismo que los excluye, la desconfianza muy pronto se convierte en
disgusto e incluso odio. Si bien la francmasonería siempre ha estado
abierta a todos los hombres mayores de 21 años (18 según la constitución
escocesa) de cuerpo y mente sanos, que puedan demostrar buen carácter
y expresar su creencia en Dios, no hay duda de que, en el pasado, en
las Islas Británicas la membrecía era exclusiva de la aristocracia, y
los socios ordinarios provenían de los estratos altos de la clase media.
En
el periodo Victoriano medio, para un hombre profesional era socialmente
importante, casi esencial, ser francmasón. Los nuevos ricos de la
revolución industrial buscaban el estatus social por medio de su
membrecía en una sociedad exclusiva que tenía un alto perfil entre los
aristócratas de todos los niveles, incluida la propia familia real. Por
lo menos en teoría, los miembros de las clases trabajadoras estaban
calificados por igual para convertirse en masones, pero en la práctica
era difícil que pensaran en unirse al "club" de sus jefes; por ello,
por mucho tiempo se ha asociado a la logia con los ricos. Todos
aquellos, en todos los niveles de la sociedad, que no eran francmasones,
no podían más que especular acerca de los secretos revelados a los
miembros de esta misteriosa organización. Se sabía que usaban mandiles y
largos collares, y se rumoraba que se recogían los pantalones e
intercambiaban extraños saludos con la mano, mientras se susurraban
contraseñas.
En
la segunda mitad del siglo XX, la francmasonería es, por mucho, una
organización menos elitista, ya que hombres de todos los niveles
sociales han solicitado su membrecía y la han obtenido. Sin embargo, un
vistazo a la parte más elevada de la jerarquía masónica inglesa nos
muestra de inmediato que ser miembro de la familia real o formar parte
de la nobleza no es precisamente un impedimento mayor para los
prospectos de ascenso.
En
el mundo occidental, la mayoría de la gente está, al menos de manera
vaga, consciente de la francmasonería, y sus misterios seducen a dos
grandes grupos: aquellos que no son masones, que se preguntan cuáles
son los secretos de la orden; y aquellos que sí lo son y que se
preguntan lo mismo. Una de las fuertes razones del silencio entre los
masones no es tanto la obligación de respetar sus votos sagrados, o un
temor a una retribución macabra de parte de sus compañeros, sino que no
entienden una palabra de las ceremonias en las que participan y su
único temor es que la gente pudiera burlarse de los rituales en
apariencia ridículos y sin sentido que llevan a cabo.
La
francmasonería, para nosotros y para cada uno de los hermanos que
conocemos, significa algo más que un club social que nos permite
practicar teatro de principiantes, seguido de una comida con bastante
cerveza y vino. El complejo y oscuro ritual debe memorizarse durante
años de repetición de los cantos. Se hace hincapié en la sinceridad de
la manera de expresarse, pero en realidad sólo pequeñas partes de la
ceremonia pueden entenderse como simples mensajes alegóricos
concernientes a la rectitud del carácter moral; el resto es una extraña
mezcla de palabras sin sentido y de nuevas promulgaciones de supuestos
sucesos históricos en torno a la construcción del Templo del Rey Salomón
en Jerusalén, hace casi tres mil años.
En
tanto los que estamos adentro no hacemos más que aprender versos
excéntricos de memoria, muchos de los que están afuera intentan destruir
la organización porque sospechan que es causa de corrupción, y la ven
como el bastión de los privilegios capitalistas o un club para apoyarse
en forma mutua. Innumerables libros sobre el tema han alimentado la
curiosidad y el antagonismo del público en general. Algunos, como
aquellos escritos por el estadounidense John J. Robinson, se basan en
excelentes investigaciones; otros, como aquellos del finado Stephen
Knight, han sido más que nada libros de ficción para satisfacer los
peores temores del sector antimasónico
El
mencionado sector trabaja con constancia para probar supuestos delitos,
y ya hemos tenido experiencias de primera mano al respecto Hace poco
un cristiano vuelto a nacer, amigo de Chris, nos aseguró que tomaría el
papel de consejero en su grupo eclesiástico. Cuando le preguntamos a
quién pretendía aconsejadme horroricé al escuchar la respuesta."A aquellos que sufren por las maldiciones masónicas".
"¿Qué es una maldición masónica?", pregunté, sin decirle de mi conexión con la Ciencia (como se le llama a la francmasonería entre sus miembros).
"Los
masones tienen que jurarse lealtad los unos a los otros, a expensas de
todos los demás, incluso sus familias. Si fallan, les caen maldiciones
que les causan terribles sufrimientos a ellos y a quienes los rodean."
Por
un momento me quedé sin palabras. La francmasonería es muchas cosas
excepto maldad, aunque algunas personas parecen estar decididas a
encontrársela. En franco repudio de semejantes acusaciones mal
informadas, la Gran Logia Unida de Inglaterra afirma públicamente que el
deber de un francmasón como ciudadano siempre debe prevalecer sobre
cualquier obligación que tenga hacia otro masón y que a la
francmasonería no se le debe permitir dañar a la familia de un hombre o
alguna otra de sus relaciones mediante el abuso de su tiempo o su
dinero o haciéndole actuar en cualquier otra forma en contra de sus
intereses.
No
deseamos hacer una apología de la francmasonería, pero hace mucho bien
y, hasta donde sabemos, nada de mal. Siempre ha donado grandes
cantidades de dinero para obras de caridad, por lo general de manera
anónima, promueve niveles de rectitud y responsabilidad moral
impresionantes, y ha sentado estándares que otros siguen. El color, la
raza, el credo o la política siempre han sido irrelevantes para poder
ser miembro y sus dos metas guía son un orden social basado en la
libertad del individuo y la búsqueda del conocimiento. El único
requisito absoluto es la creencia en Dios... cualquier dios.
Nuestra
mayor crítica a la francmasonería es su absoluta inutilidad. No se
sabe de dónde viene, nadie parece saber qué trata de lograr, y cada vez
parece más improbable que pueda tener algún futuro en un mundo que
demanda claridad de propósito y beneficio. No sólo ya no se conocen los
orígenes de la francmasonería, sino que se admite que los auténticos
secretos de la orden se han perdido, y que en las ceremonias masónicas
se utilizan en su lugar secretos sustitutos, hasta que llegue el tiempo
en que aquellos sean redescubiertos.
Si
las palabras usadas en el ritual se toman tal cual, la francmasonería
tendría al menos tres mil años de antigüedad. Los oponentes de la orden
no son los únicos que descartan eso, la propia Gran Logia Unida de
Inglaterra no asegura que tenga semejante antigüedad. Para prevenir el
escarnio público, evita cualquier opinión oficial acerca de los orígenes
de la Ciencia y permite que las llamadas "logias de estudio" discutan la limitada evidencia histórica que existe.
UN POBRE CANDIDATO EN UN ESTADO DE OSCURIDAD
Cuando nos hicimos
francmasones ambos pasamos por el proceso que todo iniciado en la
Ciencia ha tenido que experimentar desde hace al menos 250 años. Como
parte de esta ceremonia, se nos pidió jurar, como hombres de honor, que
no divulgaríamos al mundo exterior ninguno de los secretos de la
francmasonería, sabemos bien que la información que damos aquí puede ser
considerada por algunos masones como una traición a esos secretos. Sin
embargo, la Gran Logia Unida de Inglaterra considera que los
únicos secretos protegidos de la orden son los medios de reconocimiento,
y nadie podría hacerse pasar como francmasón después de leer este
libro. Es necesario explicar los rituales con considerable detalle ya
que forman la base de toda nuestra investigación. Algunas de las
palabras mencionadas son instrumentos de identificación secretos, pero
no señalamos qué palabras deben usarse en qué circunstancias, por lo que
hemos hecho todo lo posible para respetar el espíritu de nuestros
juramentos. En cualquier caso, estuvimos de acuerdo en mantener estos
secretos en el entendido de que no interferirían con nuestra libertad
de agentes morales, civiles o religiosos, y si nuestras promesas
tuvieran como propósito evitar que compartiéramos tan importantes
descubrimientos como los que hemos hecho ahora, con toda seguridad
habrían interferido con esa libertad
Si
bien nos unimos a diferentes logias con varios años de diferencia,
recordamos experiencias idénticas. Éstas son las experiencias (usamos
el pronombre "yo" para ambos):
Habiendo sido entrevistado por un jurado de antiguos maestros (past masters) varios
meses antes, estaba listo para convertirme en francmasón. A lo que me
estaba uniendo era virtual-mente desconocido para mí; la única pregunta
firme que se me habían hecho era: "¿Crees en Dios?" Dije que sí, y
todo continuó hasta que ahora me encontraba de pie, junto a un guardia
que golpeaba la gran puerta del templo con la empuñadura de una espada
desenvainada, solicitando permiso para que me dejaran entrar
Me
vendaron los ojos y me vistieron con una camisa y unos pantalones
blancos que me quedaban holgados. Un pie tenía una pantufla sencilla (slipshod en
inglés), mi pierna izquierda estaba descubierta hasta la rodilla y la
parte izquierda de la túnica había sido movida hacia un lado de tal
forma que mi pecho quedaba desnudo de ese lado. Para mi sorpresa, tenía
una soga de ahorcado alrededor del cuello, la cual colgaba de mi espalda
(véase la figura 1). Se me había desprendido de todos los objetos de
metal y ahora estaba preparado para ser guiado al interior del templo.
(Más tarde supimos que este tipo de vestimenta, la tosca bata con la
soga corrediza alrededor del cuello, era exactamente la de un hereje
medieval antes de hacer su confesión a la Santa Inquisición )
Recuerdo
que percibí la presencia de un gran número de personas y me sentí muy
vulnerable. Sentí un punto frío que me presionaba la piel del pecho.
"¿Sientes algo?", me preguntó la voz frente a mí. Un susurro en el oído dio la respuesta formalizada que yo repetí en voz alta.
"Sí.”
"Entonces
que esto sea un aguijón para tu conciencia, así como una muerte
instantánea, si alguna vez traicionas cualquiera de los secretos que
ahora te serán impartidos."
Después habló una voz distinta desde otra parte del salón; reconocí que le pertenecía al Maestro Venerable.
"Cómo
ningún hombre puede hacerse masón a menos que sea libre y de edad
madura, ahora yo te demando, ¿eres un hombre libre y tienes la edad de
21 años?
"Sí.
"Habiendo
respondido esa pregunta de manera tan satisfactoria, hay otras que de
inmediato procederé a plantearte y que confío responderás con igual
honestidad. ¿Das tu palabra de honor de que, sin ser influenciado por
las solicitudes impropias de amigos en contra de tus propias
inclinaciones, o por ser mercenario o por ningún otro motivo que no
valga la pena, libre y voluntariamente te ofreces a ti mismo como
candidato para los misterios y privilegios de la francmasonería?
¿Declaras además con toda seriedad, por tu honor, que eres instado a
solicitar estos privilegios por una opinión favorable y preconcebida de
nuestra orden, una avidez general por el conocimiento y un deseo sincero
de rendir tus servicios en forma más extensa para con tus prójimos?
"Sí."
La
daga que había sido sostenida con firmeza contra mi pecho fue retirada
(aunque en ese momento yo no lo sabía), pero la soga (un cable de
remolque) seguía alrededor de mi cuello. El hombre a mi derecha me
susurró al oído que me arrodillara y se dijo una pequeña oración,
invocando al Supremo Gobernador del Universo (Dios, descrito en forma
neutral para que sea igualmente accesible a los miembros de cualquier
religión monoteísta).
La ceremonia continuó; mi ayudante me guió por el perímetro del templo, deteniéndose tres veces para presentarme como un "pobre candidato en un estado de oscuridad".
Pese a que no podía verlo, en el centro del suelo del templo había un
rectángulo de cuadros blancos y negros En la esquina occidental estaba
el trono del Maestro Venerable, en el sur se sentaba el Primer Vigilante
y en el oeste el Segundo Vigilante, ambos en tronos menores.
Después de mis tres vueltas completas, me llevaron, aún vendado, al trono del Maestro Venerable, quien me preguntó: "Habiendo permanecido en un estado de oscuridad, ¿cuál es el deseo que predomina en tu corazón?"
Una vez más, la respuesta me fue susurrada al oído.
"La luz.
"Entonces deja que esa bendición sea restaurada."
Me
quitaron la venda y, mientras mis ojos se acostumbraban, pude ver que
me encontraba frente al Maestro Venerable, quien de inmediato dirigió mi
atención hacia las luces emblemáticas de la francmasonería que se
explicaban como el Volumen de la Ley Sagrada (para los candidatos
cristianos era la Biblia), la Escuadra y el Compás. Luego me dijo que
había adquirido el rango de Aprendiz Francmasón, el primero de los tres
grados por los que tendría que pasar antes de ser aceptado como un
Maestro Masón completo. Me explicaron los signos secretos, apretones de
manos y contraseñas del Primer Grado y me dijeron que la columna del
lado izquierdo que se hallaba a la entrada del Templo del Rey Salomón
tenía especial significado para los francmasones. Ambas columnas, la de
la derecha y la de la izquierda, están reproducidas en la logia y se
encuentran detrás y a ambos lados del Maestro Venerable. A la de la
izquierda se le dio el nombre de Boaz, bisabuelo de David, rey de
Israel.
Después
de deambular varias veces alrededor del templo, me dieron un sencillo
mandil blanco de piel curtida que simbolizaba el rango que acababa de
obtener. Después me dijeron que "es más antiguo que el Vellocino de
Oro o el Águila Romana, más honorable que la Estrella, la Insignia o
cualquier otra orden que exista, siendo la insignia de la inocencia y el
vínculo de la amistad...". Esta sección resultó ser una parte del
ritual masónico en particular reveladora; como mostramos más adelante,
contiene clara evidencia de haber sido construida en tres periodos de
la historia muy distintos, del genuinamente ancestral al relativamente
moderno.
A
lo largo de la ceremonia, se me recomendaron varias virtudes sociales y
morales mediante el uso de algunas analogías arquitectónicas, por
ejemplo, relacionando las herramientas del albañil con métodos de mejora
personal. Hacia el final de la ceremonia de iniciación, me alarmé al
saber que hay preguntas de prueba que deben aprenderse de memoria para
poder ascender al siguiente grado, el de Compañero Francmasón. Entre
estas preguntas y respuestas hay pedazos de información que intrigan
más de lo que informan:
Pregunta: "¿Qué es la francmasonería?"
Respuesta: "Un peculiar sistema de moralidad, envuelto en alegoría e ilustrado por símbolos".
Pregunta: "¿Cuáles son los tres grandes principios en los que se fundamenta la francmasonería?"
Respuesta: "Amor fraternal, alivio y verdad".
Para
cualquier candidato el primero de estos principios suena razonable,
pero los dos siguientes son un poco difíciles de comprender. ¿Alivio de
qué? ¿Cuál verdad?
Siendo
ahora un hermano aceptado por completo, aunque sólo un simple aprendiz
recién ingresado, dejé el templo sintiendo que algo especial había
pasado, pero sin tener idea de lo que todo ello podría significar.
Siguió la comida festiva y, en mi papel de hombre del momento, se me
situó a la izquierda del Maestro Venerable. Hubo brindis y discursos y
todos pasamos un buen rato. Ciertamente no habían sido revelados los
misterios de la Ciencia. Tal vez, pensé, todo se aclararía en la
siguiente ceremonia.
No fue así.
LOS MISTERIOS OCULTOS DE LA NATURALEZA Y LA CIENCIA
Unos
meses después participé en una ceremonia de Segundo Grado para adquirir
el rango de Compañero Francmasón. Esta vez entré al templo con los
demás hermanos, y usando el sencillo mandil blanco de piel curtida que
era el símbolo de mi genuina inocencia... y muy humilde posición.
Entonces la logia se abrió en el Primer Grado y, como candidato a la
elevación, se me puso a prueba mediante la respuesta a las preguntas que
se me explicaron al final de la ceremonia anterior. Tan pronto como
terminé esta prueba de mis habilidades para recitar jerigonza, me
dijeron que dejara el templo temporalmente para ser preparado de manera
apropiada para la ceremonia de aprobación.
Me
volvieron a admitir vistiendo las mismas ropas que usé en mi ceremonia
de iniciación, ahora con la pierna izquierda y el pecho derecho
desnudos. En tanto que los diáconos me conducían alrededor del templo,
se me revelaron nuevas contraseñas y signos, incluyendo una postura con
las manos alzadas que se dice se originó cuando "Josué peleó las
batallas del Señor (en el valle de Josafat) y pidió que el sol detuviera
su curso hasta que la derrota de sus enemigos fuera completada". Más tarde esto resultó ser muy significativo.
La
columna a la derecha de la entrada del Templo del Rey Salomón se
describió como el complemento de la información proporcionada en el
grado anterior con respecto a la columna izquierda. Esta columna
derecha, identificada como Jachin, tomó su nombre del gran sacerdote que
ayudó a la dedicación de esta sección del templo en Jerusalén. Las
columnas gemelas, Boaz y Jachin, se convertirían en puntos esenciales de
nuestra futura investigación. Se dice que el primero representa la
fuerza o que en él hay fuerza; el segundo, establecerse, y cuando se
unen, la estabilidad.
Al término de la
ceremonia de Segundo Grado, se me permitió extender mis investigaciones
a los misterios ocultos de la naturaleza y la ciencia.
Una vez más, después de la ceremonia se sirvió la comida y la bebida y hubo discursos y cantos.
UNA CHISPA DE LUZ
Meses
más tarde, como Compañero, usando un mandil blanco con dos rosetones
azules, se me eligió para ser ascendido a lo que suele llamarse el
"sublime" grado de Maestro Masón; pero primero era necesario que probara
mi competencia una vez más aprendiendo las respuestas a nuevas
preguntas.
Durante mi práctica de las respuestas, me llamó la atención el hecho de que "nuestros
hermanos ancestrales recibían sus salarios en la cámara media del
Templo del Rey Salomón, sin escrúpulos o vergüenza por la gran
confianza que tenían en la integridad de sus empleadores en aquellos
días" .Tras un cuidadoso estudio de la Biblia, no encontré mención
alguna sobre la cámara media del Templo de Salomón. Semejante error es
improbable, de manera que, para que tenga sentido, asumimos que las
preguntas de prueba indicaban que en el pasado la hermandad pudo
confiar en sus empleadores, pero tal vez no podría hacerlo ahora.
En
esta etapa también se me dio una referencia aparentemente bíblica, la
cual no aparece en la Biblia, pero que indica la misión que se me
confiaría una vez que fuera ascendido al grado sublime de Maestro Masón:
"Porque el Señor ha dicho en la fuerza estableceré Mi Palabra en esta Mi Casa que permanecerá firme por siempre".
Esta
cita sería de extrema importancia, aunque no tiene sentido alguno para
los francmasones modernos, ni lo tuvo para ninguno de nosotros cuando la
escuchamos por primera vez.
Se
me dio una contraseña que me permitía volver a entrar al templo cuando
se hubieran iniciado sus rituales, ya como una logia de Maestros
Masones. Esta vez las cosas fueron muy diferentes y dramáticas.
Regresé
al interior del templo para hallarlo en completa oscuridad, excepto
por la solitaria llama de una vela que ardía al este y frente al Maestro
Venerable. En un salón tan grande y sin ventanas, la vela solitaria
daba poca de la preciada iluminación, pero, cuando mis ojos se
acostumbraron, pude distinguir caras detrás de ella y captar la forma de
todo el templo en sombras negras y gris oscuro. Después se me informó
de manera dramática que el tema de este grado era la muerte misma.
La ceremonia empezó con un breve resumen de los grados anteriores:
Hermanos,
cada grado de la masonería es progresivo y no puede ser alcanzado más
que con tiempo, paciencia y constancia En el Primer Grado, se nos
enseñan las obligaciones que le debemos a Dios, a nuestro prójimo y a
nosotros mismos. En el Segundo Grado, somos admitidos a participar en
los misterios de la ciencia humana, y a seguir la bondad y majestuosidad
del Creador, mediante el análisis minucioso de sus obras Pero el
Tercer Grado es el cemento del todo, está calculado para unir a los
hombres por medio de aspectos místicos del compañerismo, como en un
vínculo de afecto y amor fraternal, señala la negrura de la muerte y la
oscuridad de la tumba como un presagio de una luz más brillante, que
podría seguir a la resurrección de los justos, cuando estos cuerpos
mortales que por tanto tiempo han estado dormitando en el polvo sean
despertados, reunidos con su espíritu congénere, y vestidos de
inmortalidad
Después se dijo una oración que concluía con:
.. .Te suplicamos
impartir Tu gracia a este Tu sirviente que busca participar con nosotros
de los misteriosos secretos de un Maestro Masón. Dótalo de tal
fortaleza que no falle a la hora del juicio, sino que pase seguro bajo
Tu protección, a través del oscuro valle de la sombra de la muerte y por
fin pueda levantarse de la tumba de la trasgresión para brillar como
las estrellas, por siempre.
La
ceremonia procedió de manera no muy distinta de las ocasiones
anteriores, hasta el punto en que se me obligó a representar una
notable historia que explica la forma en que se perdieron los
verdaderos secretos de un Maestro Masón. Yo hice el papel de un
personaje que no existe fuera de los rituales de la masonería; se le
había dado el nombre de Hiram Abif: El Maestro Venerable contó la
historia:
.. .la Naturaleza
presenta otra gran y útil lección, el conocimiento de ti mismo. Te
enseña, por medio de la contemplación, a prepararle para las horas
finales de tu existencia; y cuando, a causa de semejante contemplación,
te ha guiado por los intrincados vericuetos de ésta, tu vida mortal,
finalmente te enseña cómo morir. Tales, mi querido hermano, son los
peculiares fines de éste, el Tercer Grado de la francmasonería. Te
invitan a reflexionar sobre ese horrible tema y te enseñan a sentir que,
para los hombres justos y rectos, la muerte no se iguala en terror al
estigma de la falsedad y el deshonor
De
esta gran verdad, los anales de la francmasonería proporcionan un
glorioso ejemplo con la fidelidad inquebrantable e inoportuna muerte de
nuestro Gran Maestro Hiram Abif, quien perdió la vida justo antes de
terminar el Templo del Rey Salomón, en la construcción de la que, como
sin duda estás enterado, era el principal arquitecto. Su muerte sucedió
como sigue:
Quince
hermanos de esa peculiar clase designados para presidir sobre los
demás, dándose cuenta de que el templo estaba pronto a terminarse pero
que ellos todavía no poseían los genuinos secretos de un Maestro Masón,
conspiraron para obtenerlos a cualquier costo, aun teniendo que
recurrir a la violencia. En la tarde que pondrían en práctica su
conspiración, doce de los quince se retractaron, pero tres de carácter
más determinado y atroz que el de los demás persistieron en sus
designios impíos, y para ese propósito se situaron en las entradas sur,
oeste y este del templo respectivamente, adonde nuestro Maestro Hiram
Abif se había retirado para adorar al Más Alto como era su costumbre,
siendo la hora de las doce
Terminadas
sus devociones, se preparó para retirarse por la puerta sur, donde fue
abordado por el primero de estos rufianes, quien, a falta de un arma
mejor, se había armado con una plomada; de manera amenazante le exigió a
nuestro Maestro, Hiram Abif, los secretos genuinos de un Maestro Masón,
advirtiéndole que la muerte podría ser la consecuencia de su negativa;
pero, respetuoso de su obligación, él replicó que aquellos secretos
eran sabidos por tres en el mundo y que sin el consentimiento de los
otros dos, no podía divulgarlos, ni lo haría, ahora bien, indicó que no
tenía la menor duda de que la paciencia y la perseverancia podrían, a su
debido tiempo, habilitar al masón digno para participar de ellos. Pero
que prefería sufrir la muerte que traicionar la sagrada confianza
puesta en él.
Como
esta respuesta no resultó ser satisfactoria, el primero de los rufianes
lanzó un violento golpe a la sien derecha del maestro, pero,
sorprendido por la firmeza de su proceder, sólo lo alcanzó de reojo Aun
así, lo hizo con fuerza suficiente como para lograr que se tambaleara y
cayera al suelo sobre su rodilla izquierda
En
este momento sentí un golpe ligero en la sien y mis dos guías,
conocidos como diáconos, me indicaron que debía dejarme caer sobre la
rodilla para imitar la historia.
Recuperándose
de esa situación, se apuró hacia la puerta oeste, donde se enfrentó con
el segundo rufián, al cual le contestó como antes, aun con la misma
firmeza, cuando aquel, que estaba armado con un nivel, le dio un
violento golpe en la sien izquierda que lo tiró al piso sobre su rodilla
derecha.
Otra vez sentí un toque en la sien y fui empujado hacia abajo hasta mi rodilla derecha.
Viendo
coartada toda posibilidad de escape en estos dos accesos, nuestro
Maestro avanzó tambaleante, abatido y sangrante, hacia la puerta este,
en la que estaba apostado el tercer rufián, quien, al recibir una
respuesta similar a sus insolentes demandas, ya que nuestro Maestro
seguía fiel a su obligación aun en su momento más difícil, le dio un
violento golpe de lleno en el centro de la frente con un pesado mazo de
piedra, que lo tendió sin vida a sus pies... así fue su muerte.
A
la luz de la vela vi al Maestro Venerable alcanzar desde su trono un
instrumento que tocó mi frente y sentí que muchas manos me jalaban hacia
el piso. Me sostuvieron derecho, con los pies en su lugar, de manera
que me desplacé hacia atrás sumergiéndome en la oscuridad. En cuanto
toqué el suelo se me envolvió de inmediato con una mortaja, dejando
descubierta sólo la parte superior de mi cara. El Maestro Venerable
continuó.
Hermanos
presentes en la reciente ceremonia, así como en su situación presente, a
nuestro Hermano se le ha hecho representar a uno de los personajes más
brillantes en los anales de la francmasonería, es decir, Hiram Abif,
quien perdió la vida antes de traicionar la sagrada confianza depositada
en él. Y confío en que esto causará una impresión perdurable, no sólo
en su mente, sino en las suyas, si alguna vez se encuentran en
circunstancias de prueba similares.
Hermano Primer Vigilante, intenta ahora elevar al representante de nuestro Maestro con el apretón de manos de un Aprendiz
El Primer Vigilante se agachó, tomó mi mano por debajo de la mortaja y jaló. Mi mano se resbaló de entre sus dedos.
Maestro Venerable, resulta que este apretón de mano se resbala
Figuras vagas marcharon alrededor de mi tumba por unos momentos, antes de que el Maestro Venerable hablara de nuevo
Hermano Segundo Vigilante, intenta tú el saludo de Hermano. Resultó tan ineficaz como el primer intento.
Hermanos
Vigilantes, ambos han fallado en su cometido. Aún queda un tercer
método peculiar, conocido como el saludo de la Garra del León o la Garra
del Águila, que se da sosteniendo con firmeza los tendones del puño de
la mano derecha con las puntas de los dedos y alzándolo en los cinco
puntos del compañerismo, del cual, con ayuda de ustedes, haré un
intento ahora.
El
Maestro Venerable tomó mi puño con fuerza y jaló, levantándole al
instante sobre mis pies (véase la figura 3). Otra vez manos invisibles
sostuvieron mi peso. Conforme alcancé la posición vertical, el Maestro
Venerable susurró dos palabras peculiares a mi oído. Ahora sabía ambas
partes de la Palabra del Masón. En el momento carecía de significado,
pero, como se mostrará más adelante, en nuestras investigaciones hemos
descubierto su ancestral y fascinante significado.
De
este modo, mi querido hermano, todos los Maestros Masones han sido
levantados de una muerte figurativa, a una reunión con los compañeros de
su pasada pena. Ahora déjame rogarte que observes que la luz de un
Maestro Masón no es más que oscuridad visible, que sólo sirve para
expresar las tinieblas que se ciernen sobre el prospecto del porvenir
Es ese misterioso velo de oscuridad el que no puede penetrar el ojo de
la razón humana, a menos que sea con la ayuda de esa divina luz que
viene de arriba. Aun así, por este rayo luminoso percibirás que estás
justo en la orilla de la tumba a la cual acabas de descender de manera
figurada, y la cual, cuando esta vida transitoria se haya ido, te
recibirá de nuevo en su frío seno.
Mientras
el Maestro Venerable decía estas estremecedoras palabras, iba
dirigiendo mi mirada hacia abajo y a mi derecha, donde apenas podía
distinguir en la oscuridad la forma de una tumba abierta, con un cráneo
humano y dos fémures cruzados debajo (véase la figura 2). Por primera
vez en una ceremonia masónica, sentí una fría oleada de escalofrío
recorrer mi cuerpo.
Deja
que esos emblemas de mortalidad, que ahora yacen ante ti, te dirijan a
contemplar tu inevitable destino y guíen tus reflexiones al más
interesante y útil de todos los estudios humanos, el conocimiento de ti
mismo.
Ten
cuidado de representar tu tarea asignada mientras todavía es de día;
escucha la voz de la Naturaleza que conlleva la sabiduría de que, aun en
este armazón perecedero, reside un principio vital e inmortal, que
inspira una sagrada confianza, que el Señor de la Vida nos permitirá
atropellar al Rey de los Terrores que está debajo de nuestros pies, y
elevar la mirada.
El
Maestro Venerable indicó hacia arriba y a la izquierda, hacia un
resplandor de luz en el este (en dirección exactamente opuesta a la
tumba), donde pude ver la pequeña e iluminada forma de una estrella.
... A esa brillante estrella matutina cuyo ascenso trae paz y tranquilidad a los fieles y obedientes de la raza humana.
Mi
ceremonia de ascenso me hizo renacer al estatus de Maestro Masón y
concluyó con el otorgamiento de más contraseñas y saludos de mano, y más
analogías constructoras que me proveerían de una guía en la mejora de
mis cualidades como masón, y como miembro de la sociedad. Después, en
otra reunión formal de la Logia, se explicó la historia de los
acontecimientos que siguieron al asesinato:
Hubo
una junta general de los trabajadores de los diferentes departamentos,
y no se pudo encontrar a tres de la misma clase de capataces. El mismo
día, los doce artífices que originalmente se unieron en la conspiración
se presentaron ante el Rey e hicieron una confesión voluntaria de todo
lo que sabían, hasta el punto de separación del resto de los
conspiradores. Naturalmente incrementados sus temores con respecto a la
seguridad de su artista jefe, seleccionó a quince compañeros de la
Ciencia de su confianza, y les ordenó que hicieran una búsqueda
diligente de la persona de nuestro Maestro, para asegurarse si todavía
estaba vivo, o si había sufrido en el intento de sacarle a la fuerza los
secretos de su elevado cargo.
Habiéndose
fijado un día para su regreso a Jerusalén se organizaron en tres
logias de Compañeros de la Ciencia y partieron de las tres entradas del
templo Se perdieron muchos días en búsquedas infructuosas; de hecho, un
grupo regresó sin haber descubierto nada importante El segundo fue más
afortunado, pues en la tarde de cierto día, tras haber sufrido las más
grandes privaciones y fatigas personales, uno de los Hermanos que se
había recostado para descansar, para levantarse se ayudó agarrándose de
un arbusto cercano, el cual, para su sorpresa, se desprendió con
facilidad de la tierra. Al examinarlo de cerca, encontró que la tierra
había sido removida recientemente; llamó a sus compañeros y, uniendo sus
esfuerzos, reabrieron la tumba y encontraron el cuerpo de nuestro
Maestro enterrado de forma indecente. Lo cubrieron de nuevo con todo
respeto y reverencia, y para distinguir el sitio, enterraron una vara de
acacia a la cabeza, de la tumba. Después se apresuraron hacia Jerusalén para comunicar la penosa noticia al rey Salomón.
Cuando
la pena inicial del rey se apaciguó, les ordenó que regresaran y
levantaran un sepulcro para nuestro Maestro, como correspondía a su
rango y sus exaltados talentos, informándoles al mismo tiempo que con su
muerte se habían perdido los secretos de un Maestro Masón. Por
consiguiente, les encargó que fueran particularmente cuidadosos en
observar cualquier Signo, Señal o Palabras casuales en que pudieran
ocurrir, en tanto rendían este último y triste tributo de respeto al
mérito que se había ido.
Desempeñaron
su tarea con extrema fidelidad, y al reabrir la tumba, uno de los
Hermanos, mirando alrededor, observó a algunos de sus compañeros en esta
posición...
Después
se me explicó cómo los Compañeros de la Ciencia trataron de levantar a
Hiram Abif con las palabras y apretones utilizados en mi propio
levantamiento figurado, y cómo desde aquellos tiempos se adoptaron esos
elementos como la designación de todos los Maestros Masones a lo largo
del universo, hasta que el tiempo y las circunstancias restablecieran
los genuinos. Luego la ceremonia continúa:
Mientras
tanto, el tercer grupo dirigió su búsqueda en dirección de Joppa. y
estaban meditando sobre su retorno a Jerusalén cuando, al pasar
accidentalmente por la entrada de una caverna, escucharon sonidos de
profunda lamentación y arrepentimiento. Al entrar a la cueva para
investigar la causa, encontraron a tres hombres que respondían a la
descripción de los que estaban perdidos, quienes, por estar acusados de
asesinato, y al encontrar toda posibilidad de escape coartada, hicieron
una confesión completa de su culpa. Fueron atados y conducidos a
Israel, donde el rey Salomón los sentenció a la muerte que la
perversidad de su crimen merecía con creces.
Nuestro Maestro fue vuelto a enterrar tan cerca del Sanctum Sanctorum como
la ley israelita lo permitió; ahí, en una tumba, noventa centímetros al
este desde el centro y noventa al oeste, a noventa centímetros entre el
norte y el sur y metro y medio o más perpendicularmente. No podía ser
puesto en el Sanctum Sanctorum porque nada común o que no fuera
limpio podía entrar ahí, ni siquiera el sumo sacerdote y una sola vez
al año; ni hasta después de muchas limpias y purificaciones antes del
gran día de la expiación de los pecados, porque, según la ley israelita,
toda la carne era considerada sucia
A
los quince Compañeros de la Ciencia de confianza se les ordenó asistir
al funeral, vestidos con mandiles y guantes blancos como emblemas de su
inocencia
La
ceremonia continuó en forma similar a los dos grados anteriores y yo
la terminé como un completo Maestro Masón. Meses después, dado que no
había candidato para avanzar en la reunión de la Logia, un Antiguo
Maestro dio una explicación del Tercer Grado. Los tres villanos que
asesinaron a Hiram Abif fueron identificados como Jubela Jubelo y
Jubelum, conocidos en conjunto como los Juwes, que en inglés se
pronuncia Joo-ees y en español, Yu-is. Se dieron en detalle los sonidos
de profunda lamentación y arrepentimiento escuchados en la caverna. Se
oyó que los reos sentían un profundo remordimiento y deseaban terribles
castigos para ellos mismos por sus viles acciones. A su debido tiempo,
se les concedieron sus deseos: el rey Salomón los mandó ejecutar de la
manera que cada uno había identificado para sí mismo. Éstas se describen
en el ritual, pero nosotros no las revelamos porque incluyen parte de
los recursos de la identificación masónica.
Los
extractos de los tres niveles del ritual masónico que hemos dado aquí
les parecerán sumamente extraños a los lectores legos, pero les serán
muy familiares a los compañeros francmasones. La familiaridad, sin
embargo, sólo sirve para hacer parecer normales estas inexplicables
actividades, cuando de cualquier forma son extrañas . Algunos masones
creen que las historias son ciertas, tal como algunos cristianos aceptan
las leyendas del Antiguo Testamento; otros las toman como un poco de
diversión con visos de moral. Muy pocos se ponen a reflexionar sobre
dónde se habrán originado tan extraños rituales.
Muchos de los
personajes principales son fáciles de identificar en la mitología
judeocristiana, por ejemplo, el rey Salomón, Boaz, Jachin y algunos
otros que no hemos identificado, pero la personalidad clave es un
completo misterio. Hiram Abif no es mencionado en absoluto en el Antiguo
Testamento, no se nombra a ningún constructor del templo y no está
registrado ningún asesinato de un sumo sacerdote. Algunos críticos
cristianos de la francmasonería condenan a la Ciencia porque alegan que
glorifica la resurrección de un hombre que no es Jesucristo, y porque es
en esencia una religión pagana. Pero es importante hacer notar que
Hiram Abif, una vez asesinado, permaneció muerto; no hubo retorno a la
vida ni sugerencia alguna de una vida después de la muerte. No hay
cabida para lo sobrenatural en el ritual masónico y es por eso que los
miembros de muy distintas religiones, incluyendo judíos, cristianos,
hindúes y budistas, han encontrado que la masonería es complementaria a
sus propias creencias teológicas y no entra en conflicto con ellas.
La
historia central es muy simple y ordinaria, sin ninguna estructura
dramática especial o ningún valor simbólico obvio. Sí, Hiram Abif murió
antes de traicionar sus creencias; pero así lo han hecho innumerables
hombres y mujeres, antes y después. Si alguna persona o personas se
propusieran inventar una historia que fuera fundamental para una nueva
sociedad, con seguridad habrían salido con algo más notable y evidente.
Fue este pensamiento el que provocó que empezáramos a profundizar más
en nuestra búsqueda de los orígenes de la orden.
Compartíamos
la misma frustración con respecto a la vaga explicación convencional
acerca de dichos orígenes. Nuestras discusiones se hicieron más
frecuentes y nuestro interés creció conforme nos estimulábamos
mutuamente. Pronto decidimos emprender una investigación estructurada
con los objetivos mutuos de identificar al personaje que conocíamos
como Hiram Abif y encontrar los secretos perdidos de la francmasonería.
En aquel tiempo ninguno de los dos creía que tuviéramos la oportunidad
de lograr el éxito en esta extraña búsqueda, pero estábamos seguros de
que el viaje sería interesante. No lo sabíamos en el momento, pero
habíamos puesto en marcha una de las investigaciones detectivescas más
grandes de todos los tiempos, y tampoco sabíamos que nuestros
descubrimientos serían de gran importancia, no sólo para los
francmasones, sino para el mundo en general.
CONCLUSIÓN
Hay
muy poco del ritual masónico que podría describirse como ordinario. El
candidato está vendado, despojado de dinero y objetos de metal, vestido
como un hereje acusado en su camino a la horca y por último se le dice
que el tema de su último grado es cómo morir. El viaje de la oscuridad a
la luz es de obvia importancia, como lo son las dos columnas llamados
Boaz y Jachin, que simbolizan la fuerza y el establecimiento, y que
unidos significan estabilidad.
La
francmasonería sostiene que es más antigua que el Vellocino de Oro o
el Águila Romana y aspira al amor fraternal, el alivio y la verdad,
aunque la investigación de los misterios ocultos de la naturaleza y la
ciencia se presentan como muy importantes. Los secretos genuinos de la
orden, se nos dice, están perdidos y han sido sustituidos por otros
secretos en su lugar hasta el tiempo en que se encuentren los
verdaderos.
El
personaje central de la francmasonería es el constructor del Templo del
Rey Salomón, llamado Hiram Abif, quien fue asesinado por tres de sus
propios hombres. La estilizada muerte y resurrección del candidato es el
acto que hace a un Maestro Masón, y cuando se alza de su tumba, la
brillante estrella matutina está en el horizonte.
¿Dónde
pudieron haberse desarrollado tan extrañas ideas? y, ¿por qué? Sólo
podíamos comenzar nuestra investigación considerando las teorías
conocidas.
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