“Los tres puntos masónicos constituyen el más simple y perfecto emblema del ternario, es decir, todo el ser, idea o fuerza simbolizados por el número TRES. (Subrayado propio).
Tres es Dios, vida, verbo, luz. Esto es lo que expresa la palabra trinidad: el padre, el hijo y el Espíritu Santo. El Padre es la vida y representa el poder,
la fuerza, la expansión. El Hijo es el verbo, la palabra creadora, la
forma de lo que existe. El Espíritu es la luz, no es la sustancia, el
ser representado por el Padre, ni la inteligencia en forma activa
representada por el Hijo, sino es la propia sustancia, la propia
inteligencia y la luz producida por el Poder Infinito y por la
Inteligencia Infinita en acción, es por lo tanto infinita también. El 3
es el equilibrio perfecto entre la vida, el verbo y la luz.
Escogiendo ese símbolo, junto con la Escuadra y el Compás como distintivos de la orden, los primeros masones
dieron prueba de profunda sabiduría y del conocimiento del valor oculto
de sus significados. Los tres puntos sintetizan admirablemente la Unidad,
la Dualidad y la Trinidad, esto es, el grandioso misterio del origen de
todos los seres. Esos tres puntos están armónicamente juntos como
Unidad en Oriente, como Dualidad en Occidente y como Trinidad en las
tres Luces de la Logia,
en las Luces Mayores y en las tres Luces Menores del Altar, en las
herramientas que son necesaria para comprender esas verdades que nos
indican todos los símbolos y emblemas que adornan nuestras logias.
El punto superior, que está hacia lo
alto, representa el Primer Principio de lo Absoluto, de lo Único, es el
Gran Arquitecto en el cual existen originalmente todas las cosas. Es la
Suprema Realidad invisible que produce todos los seres. En él están
resumidos el pasado, el presente y el futuro. Los dos puntos inferiores
son la imagen de la Dualidad, los mismos dos principios representados
por las dos columnas
situadas en la entrada del Templo y de cuya reunión resultan todos los
fenómenos del Universo. Cada uno de ellos es un aspecto diverso del
punto superior, de la unidad primera y originaria, que es siempre
indivisible aunque se muestre en esa doble manifestación.
El punto superior corresponde al Oriente
y los dos inferiores al Occidente, pero los tres forman uno sólo.
Uniendo esos tres puntos tendremos un triángulo equilátero, símbolo
perfecto del equilibrio y de la verdad que resultan del conocimiento de
la vida, del verbo y de la luz. Cuando el neófito ve en Oriente el Delta
Luminoso, ve el emblema del ser, de la vida, en el centro del cual
están las letras que forman el nombre sagrado
de Aquel que ES, que existe porque SI, el Eterno, cuando el iniciado
abre sus ojos a la Luz de la Verdad, no encuentra en el templo nada que
se relacione simbólicamente el número UNO, porque nada de lo que es
sensible puede representar la unidad. Nosotros solamente podemos
percibir la diversidad, la complejidad. Nada es simple en la
naturaleza, todo es complejo. La Unidad reside en lo íntimo de cada ser.
Todo ser pensante tiene la íntima convicción de que es UNO, de que es
una unidad, aunque esté formado complejamente por innumerables partes.
Todos nosotros sentimos claramente que somos UNOS, que en nuestra manera
de pensar, sentir y actuar procedemos como única persona.
Los tres puntos son también para el
masón el símbolo de lo justo, de lo bello, de lo verdadero,
emblemáticamente representados por las tres luces del candelabro que
está sobre el trono del Venerable Maestro. El neófito debe
enorgullecerse d epoder agregar su firma los famos tres puntos que
representan también tres cualidades indispensables al masón: sabiduría,
voluntad e inteligencia. Esas cualidades son absolutamente inseparables y
deben existir en equilibrio perfecto en el masón. Si no hay armonía
en esas tres cualidades tendríamos un ser monstruoso. Si él fuera
solamente voluntad, será un bruto repleto de energía perso sin amor,
sin inteligencia, pues la sabiduría implica el amor y el conocimiento.
Si fuera solamente inteligencia, sería un egoísta, un inútil, que
solamente cuidará de sus intereses, despreciando todo lo que no
satisface a su orgullo. Pero si fuera solamente sabiduría o amor, sería
también estéril porque sus grandes y generosas aspiraciones no serían
puestas en acción por la voluntad ni controladas por la inteligencia y
por la razón. En
conclusión, el verdadero masón es el que posee el equilibrio, cuya
amornía está representada por los tres famosos tres puntos: Sabiduría,
Voluntad e Inteligencia.
El Ternario, es también motivo de
profundos pensamientos para el iniciado, porque representa el
nacimiento, la vida y la muerte, siempre presentes en el espíritu del
masón que así normará su vida en el recto cumplimiento del deber.
Simboliza la infancia, la juventud y la vejez, tres fases terribles de
la vida humana en la que el hombre tiene diferentes obligacionesque
cumplir y para las cuales deberá estar preparado. No olvidemos la
familia: Padre, Madre e Hijo, trinidad perfecta cuyo equilibrio
mantendrá también equilibrada la sociedad y cuyo desequilibrio será
fatal para la colectividad humana.
Simbólicamente el Maestro de la Virtud expiró a las tres horas de la tarde, después de 33 años de vida. Tres son los enemigos
siempre presentes que procuran devorar al verdadero masón: la
profanidad, la superstición y la carnalidad. La primera escarneciendo
los misterios de la Orden, la segunda invirtiendo el sentido de nuestros
símbolos y la última volviendo al hombre semejante a los animales e
incapacitándolo para los pensamientos elevados y nobles.
El Maestro de la Virtud sufrió tres
violentas caídas en su marcha hacia el Calvario, a fin de mostrar a sus
secuaces que el hombre, aun el más perfecto, no resistiría el peso de su
cruz si no cuenta con el auxilio y la ayuda de sus hermanos. Eso viene a
probar la necesidad de nuestra más completa unión para que podamos
servir de cirineos los unos a los otros.
Los tres puntos recuerdan al masón que
él está formado de elementos animales, vegetales y minerales y que para
conservar el equilibrio de su naturaleza no debe olvidad que ante el
mineral y el animal hay un intermedio indispensable, el vegetal, que
debe predominar en su alimentación y en su vida, para que pueda gozar de
salud y de equilibrio mental. Los tres puntos enseñan al masón que debe
ser un hombre con Fe, un hombre con Esperanza y un hombre con caridad.
Fe en la eterna supremacía de la Verdad, Esperanza en el cumplimiento
de las leyes supremas que rigen el Universo y Caridad en el amor para
con sus hermanos, hijos del mismo Padre Supremo, originados del mismo
Principio Creador. Los tres puntos nos recuerdan también que el masón es
un constante protector de la mujer que es Madre, Esposa
e Hija, representando los tres estados de su paso por el mundo y
sirviendo siempre a la creación, formación y sustentnación de la raza
humana. Recuerdan también las tres razas fundamentales de la humanidad:
la blanca, la negra y la amarilla que, a pesar de su conformación
diferente, expresan también la unidad fundametnal del ser humano,
proveniente del mismo Principio Creador, resultado del mismo poder
cósmico que circunda el Universo.
Esos tres puntos también nos recuerdadn
la flaqueza humana, que uno de los discípulos del Mestro de la Virtud,
Pedro, lo negó tres veces jurando hasta que no le conocía; así tendrá el
masón la certeza de que por grande que sea ésta no podrá nunca confiar
totalmente en la naturaleza humana que está sujeta a innumerables
flaquezas, debiendo por esto fortificar constantemente su volutnad y su
virtud. Los tres puntos nos recurdan constantemente los deberes que
tenemos con Dios, para con nuestros semejantes y para con nosotros
mismos. De aquí se desprende el código moral de nuestra vida que así
será siempre digna y correcta, pues El es el modelador del hombre
virtuoso, bueno y prudente.
Y así llegamos al final de esta breve
pieza de arquitectura sobre uno de los más extensos símbolos de nuestra
Augusta Institución, pero siempre recordemos que ellos nos enseñan la
totalidad de nuestros deberes y al mismo tiempo la gloria de nuestra
vida de masones.
Tres logias formaron en los tiempos modernos la primera Gran Logia, y dieron origen a todo el mundo masónico en la actualidad.
Los tres puntos son, por lo expuesto, un emblema maravilloso capaz de
ejercer sobre nuestros espíritus la más fascinante atracción, elevando
nuestro pensamiento hacia la Triada Suprema que sustenta el
Universo.”[1].
Vida, verbo, luz. Padre, hijo y Espíritu
Santo. Unidad, Dualidad y Trinidad. Las tres Luces de la Logia. Las
tres Luces Menores del Altar. El pasado, presente y futuro. La vida, el
verbo y la luz. Lo justo, lo bello, lo verdadero. La sabiduría, la
voluntad y la inteligencia. El nacimiento, la vida y la muerte. La
infancia, la juventud y la vejez. Padre, Madre e Hijo. Profanidad,
superstición y carnalidad. Animales, vegetales y minerales. Hombre con
Fe, un hombre con Esperanza y hombre con caridad. Mujer que es Madre,
Esposa e Hija. Razas blanca, negra y la amarilla.
Son sólo ejemplos de triadas que
imparten significado a esos tres puntos que cotidianamente encontramos
en el mundo profano cada que recibimos un documento o tenemos la
oportunidad de presenciar el momento en que alguien estampa su firma.
Siempre me pregunté ¿Qué significado tendrán esos tres puntos?, ¿Será
que cualquier persona puede plasmarlos en su firma?
Desde el aprendíz punto de vista, hoy
puedo decir que ya no es igual la gracia que le encuentro a la unidad,
porque es íntima e individual, aunque en ella podemos establecer un
diálogo reflexivo con nosostros mismos. Que la dualidad impregna
diferencia ya que tenemos la oportunidad de escuchar otro punto de vista
y confrontarlo con esa reflexión que hicimos dentro de nuestra
individualidad, pero la perfección y la alegría llegan cuando
encontramos ese tercer elemento que permite que todo se complemente y
encontremos una conclusión perfecta, una sinergia de esos tres aspectos
que acabamos de estudiar.
Hoy recuerdo una conversación pasada con la V:. M:., en la cual con pasión me explicaba el significado del numero 3,
y puedo confirmar que estaba en lo cierto respecto de su importancia en
el ritual que como aprendíz he podido presenciar en las tenidas. Trés
son las velas, los golpes que se le dan a la puerta, los principios que impulsan la logia (Libertad, Igualdad y Fraternidad),
la veces que presiono la mano de mi hermano Masón para que me
identifique. Ese trés, es perfecto y nos acompañará por el resto de
nuestras vidas como masónes, motivo por el cual esta plancha
nos permite apropiarnos de su significado, mismo que no puede
simplemente resumirse o materializarse estampando los tres puntos en mi
firma como signo de pertenecer a una logia masona.
Por lo que voy a escribir puedo pecar,
primero, por afirmar sin conocer, y segundo, por sugerir sin antes haber
indagado, pero quisiera que ustedes hermanos, dentro de su
individualidad se respondieran, ¿como Maestro, pongo los tres puntos en
mi firma habiendo interiorizado plenamente su significado?, ¿Soy
concientes de la responsabilidad al usarlos?. Luego, como muestra de
dualidad, y por la importancia del tema, debemos compartir esas
reflexiones y para completar esa triada, hacer las conclusiones
generales que surjan de discutir el tema.
Si en la vida masónica practicamos el
significado de los tres puntos, más que un signo de identificación, son
un emblema tatuado en nuestra conciencia
para aceptar al otro como hermano ya que compartirmos y practicamos los
mismos principios así nuestras concepciones sobre ellos sean
divergentes. Estamparlos en nuestra firma, se convierte en un sello
personal de principios, de integralidad humana y de capacidad de ponerme
en el lugar del otro, son una garantía de que quien los usa, si bien
conoce la individualidad, convive en la dualidad y vive para la
humanidad como tercer elemento de ese triángulo perfecto que se forma de
su unión.
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