viernes, 29 de noviembre de 2013

Recesión a la vista

La euforia del protagonismo entre los servidores de la clase dominante de México, demerita las opiniones de quienes, dedicados a estudiar la Historia de México, conocedores de los grandes y muy graves errores cometidos por los Nerones nacionales, que tocan gustosos sus liras y cantan sus glorias en tanto el país arde y se derrumba una vez y otra y otra, en una sucesión interminable de atentados del Poder (?) contra su pueblo, violando cuanta ley se encuentren a su paso.
El encanto de la nueva religión que ha poseído y materialmente descerebrado a sus fanáticos pendientes de las pantallas televisivas, adorando a las divas del ballet mexicano en un escenario convertido en estadio de futbol, permite a los titiriteros mediáticos adormecer a las mayorías y dejarlas sin derecho a la información y a la protesta. Vendedores de esperanzas, compradores d sueños imposibles. 
Pueden seguir escribiendo quienes previenen del derrumbe de una nación ¿Quién les escucha o lee? Mientras las rosas de Guadalupe y sus corifeos prometen campeonatos, los traidores en turno desde el Poder hipotecan, entregan, regalan el patrimonio de los mexicanos a intereses no muy claros de los nuevos amos extranjeros. 
Una voz preventiva valiente, que sale a sembrar surcos en el agua. Una población adormilada carente de decisión y de fuerza testicular para luchar por lo que le pertenece, a cambio de un partido de futbol sin triunfos. ¡¡¡¡Ay mis hijos!!!!

Otra vez el PRI: recesión a la vista
Aspe y el salinismo, de vuelta

Con un pie en la recesión económica, México es empujado –otra vez por un gobierno priista–, al abismo financiero. Peña Nieto ha relegado el manejo absoluto al Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien, a su vez, es manejado por su maestro y guía Pedro Aspe Armella.
Sí, el mismo Aspe, Secretario de Hacienda de Carlos Salinas de Gortari. Sí, el mismo Aspe que se negó a devaluar el peso ante el dólar en 1994 –“si devaluamos renuncio”, amenazó a Salinas–, y que con su terquedad, contribuyó a la catástrofe económica más dolorosa en la historia del país: la del salinismo. Sí, el mismo Aspe que hoy vuelve a manejar las finanzas públicas a través de quien fuera su alumno, Videgaray, bajo la receta fracasada del salinato… y muy pronto comienzan a darse los signos negativos para la economía nacional. Peña. Videgaray. Aspe. Salinas. ¡Que Dios nos agarre confesados!
No le faltó ni una pizca de razón al Senador Ernesto Cordero cuando le reprochó al Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, durante su visita al Senado, lo siguiente: “En tan sólo diez meses… ¡diez meses!, la situación se ha deteriorado notablemente. El motor interno de la economía está parado. Está detenido. Esto, como consecuencia de las malas decisiones de política pública emprendidas por este gobierno. Los secretarios responsables, sus colegas, están verdaderamente pasmados. Parecen entender nada de nada. Parecen no
entender la responsabilidad que tienen de aplicar el gasto público de manera oportuna…”.
Tiene razón Cordero. En tan sólo diez meses, nuevamente en manos de los priistas, la economía muestra síntomas más que preocupantes. Y es inevitable recordar que es el punto débil del PRI: su irresponsabilidad al manejar las finanzas públicas; sus derroches; sus endeudamientos; su corrupción. ¿Nombres? López Portillo y su frivolidad; Salinas de Gortari y su irresponsabilidad y sus espejismos y su corrupción vía su hermano Raúl; y
allí están los Hank, los Moreira, los Montiel, los Yarrington, los Marín. La lista es interminable. Todos ellos son emblemas de los desastres financieros, del uso de recursos públicos para su beneficio personal.     Historia y actualidad: el INEGI ya ubica a la economía en un “ciclo recesivo”.
“La economía mexicana ya se encuentra en una recesión”, advierte el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF).     “La economía no está en recesión, pero crece a ritmo muy lento”, responde el secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Al IMEF y a Videgaray habría que mostrarles los bolsillos de los mexicanos para ver quién tiene la razón. Cada día es mayor la queja de aumento de precios generalizado, sigiloso, pero letal para la economía
familiar. Los gasolinazos son como la gota de agua de la vieja prisión de San Juan de Ulúa que caía sobre los cráneos de los presos inmóviles, lenta pero persistente, letal, hasta que los perforaba. Así está el costo del combustible: haciendo agujeros en las carteras de millones poco a poquito, sin hacer mucho ruido, pero dañando los ingresos. El litro de Magna ya está, prácticamente, a 12 pesos. Once gasolinazos van en el gobierno de
Peña.     Es el costo que casi todos pagamos. Y casi, porque diputados, senadores y funcionarios de alto nivel cuentan, entre sus innumerables privilegios, con gasolina gratis. ¡Faltaba más!
Es también el crecimiento de miseria de la economía mexicana. Allí están las cifras: Prácticamente todas las estimaciones apuntan a un crecimiento, para 2013, del 1%. El FMI, el de las recetas amargas, señala que México, alumno aplicado, crecerá sólo 1.2%. Será otro año perdido para la economía nacional. Banamex ofrece una cifra negra: de enero a julio de este año disminuyó la producción industrial promedio anual en 1%, a diferencia del 2012 cuando creció en 3.6 por ciento. A menor ritmo en la industria, menos empleo y menores ingresos. Y más: Walmart, la principal cadena de autoservicio, reportó caída anual de 4.7% en sus ventas de septiembre, lo cual apunta al camino de la recesión.
El desempleo es la manifestación más cruel dentro de la economía. La creación de empleos es, hasta hoy, el gran fracaso en la conducción económica. Las cifras lo confirman: durante junio únicamente se crearon ¡2,519 empleos!, un 96% menos al mismo mes en 2012. ¡Qué vergüenza!
Y la última: en agosto, reporta el IMSS 52,173 puestos de trabajo. Repunte, sí, pero cifra muy menor, en 26%, en comparación a hace un año. Hay casi tres millones de desempleados. No nos extrañe entonces que tres de cada cinco empleos en el país sean
informales. Y tampoco ignoremos a las legiones de graduados que salen con su título
de las Universidades y se encuentran con otra tragedia: no hay empleos. Muchos son orillados a trabajar en otras actividades o a integrarse al comercio informal.
Los jóvenes y su realidad: De acuerdo a cifras del INEGI, 62.6%  de los jóvenes están empleados en la informalidad. El 68% percibe menos de dos salarios mínimos diarios, unos tres mil 600 pesos mensuales; uno de cada cinco jóvenes gana apenas un salario mínimo al día –60 pesos promedio–, casi el equivalente a lo que cuesta un cereal o una cajeta. De la carne ni hablamos.
Es el drama de nuestra juventud, la poca oferta de trabajo, la necesidad de ganarse la vida en cualquier cosa…menos en lo que se estudió durante la carrera universitaria.
El bolsillo es lo que más preocupa a los mexicanos. Y la percepción se refleja en cifras más que alarmantes: De acuerdo a Consulta Mitofsky, de Roy Campos, el 66% de los mexicanos considera que hoy estamos peor en cuanto a situación económica. Es decir:
casi siete de cada diez ve a la crisis como la calamidad que se avecina. La encuestadora reporta otra cifra: 45% de los mexicanos cree que no vamos por el rumbo correcto. Es la desconfianza al camino que está tomando la economía. La incertidumbre. El temor.
“México está en una minicrisis”, alerta Standard & Poor’s. Cuidado: todas las crisis económicas comienzan en algo “mini” y terminan en lo “macro”. Van de menos a más.
Razones sobran para que la alerta financiera ronde en las preocupaciones de los mexicanos. La economía ha sido el punto débil de los gobiernos priistas. Del desastre de López Portillo hasta la catástrofe de Salinas de Gortari, cuando durante 1994-95 más de un millón de mexicanos perdieron casas, empresas, autos, negocios, bienes. Todo.
El priismo nada más no ha dado una en lo económico. Y no es cuestión de filias o fobias.  Lo dice la historia. Y esa no miente. La retórica de Peña Nieto y de Videgaray se ha agotado. El recurso de la palabrería ya no les funciona. La saliva por encima de la eficacia tiene fecha de caducidad y, en este gobierno, ese ciclo ya no funciona.
“Es la economía, estúpidos…”, reza la clintoniana frase. Pues sí. México vuelve a caer en el manejo económico de los salinistas. Los mismos que nos llevaron a la debacle financiera en 1994-1995. Así lo ha permitido el Presidente Peña Nieto. Pero en ese lance, todos saldremos perdiendo.


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