domingo, 31 de julio de 2016

La ratonera

Un pequeño ratón que vivía en una granja se despertó una mañana en su guarida, bostezó, se estiró y se preparó para un nuevo día. Cuando se asomó afuera de su agujero vio al granjero y a su esposa que trataban de abrir un paquete. "Me pregunto qué tipo de comida será" pensó el ratón para sí mismo, aunque segundos más tarde se dio cuenta de que no era comida sino una ratonera.

El ratón salió rápidamente de la casa gritando: "¡Hay una ratonera en la casa! ¡Hay una ratonera en la casa" Una gallina bien alimentada que disfrutaba del sol de la mañana, perezosamente levantó la cabeza y dijo: "Sr. Ratón, veo que es algo que le preocupa en gran medida, pero no es mi problema así que por favor, deja de interrumpir mi sueño y ve a otro sitio "

El ratón siguió corriendo en busca de otros animales para advertirles sobre el peligro. Cuando vio a las ovejas, exclamó: "¡Hay una ratonera en la casa! ¡Hay una ratonera en la casa ". La oveja respondió: "¡Realmente lo siento por ti Sr. Ratón, pero no hay nada que yo pueda hacer. Pero te deseo lo mejor y buena suerte".

El ratón siguió su camino y llegó hasta donde se encontraba la vaca casi sin aliento. Cuando vio a la vaca gritó: "¡Hay una ratonera en la casa! ¡Hay una ratonera en la casa". La vaca espantó a una mosca con su cola y con la mirada triste dijo: "¡Oh, Dios! Créeme que realmente lo siento por ti, pero siendo una vaca como soy no veo la razón para abandonar mi cobertizo".

Rechazado y humillado el ratón volvió a la granja sabiendo que tendría que hacer frente a la trampa por su cuenta.

Pero esa noche, un fuerte ruido interrumpió el sueño de todo el mundo. Parecía que la ratonera finalmente había alcanzado su presa. La esposa del granjero se levantó de la cama muy emocionada para ver al pequeño ratón atrapado en la trampa. Pero con la oscuridad le resulto difícil ver lo que estaba atrapado que resultó ser una serpiente venenosa y no un ratón.

La serpiente mordió a la esposa y el agricultor salió corriendo al hospital.

Después de un tiempo, el granjero y su esposa regresaron a casa, pero la fiebre seguía subiendo, así que el granjero decidió hacer una sopa de pollo para calmar la fiebre. Así que fue a la granja, cogió uno de los pollos y lo convirtió en sopa.

La esposa del granjero se tomó la sopa pero por desgracia la fiebre no bajaba. El rumor acerca de su condición se extendió como un reguero de pólvora y de pronto la casa se llenó de amigos y familiares. El granjero se sentía tan feliz de ver a tanta gente en casa que decidió matar un cordero y servirlo para cenar como plato principal.

Los visitantes agradecieron al granjero la cena, aunque tantas oraciones no sirvieron para mucho pues una semana más tarde la esposa del granjero falleció. Muchos se acercaron a presentar sus condolencias y el granjero decidió entonces sacrificar a la vaca y servirla para cenar en jugosos filetes.

El ratón observaba todos los acontecimientos desde su pequeño agujero y suspiró.

En muchas ocasiones, sabemos que alguien está en peligro pero no lo ayudamos si no nos afecta a nosotros directamente. La vida, sin embargo, es un viaje donde se requiere una responsabilidad mutua, cuando la persona más débil de la sociedad está en peligro todos nos debemos sentir amenazados. Si todos nos ayudamos mutuamente seremos más fuertes, pero si pensamos en nosotros mismos al final todos saldremos perjudicados.

Egregor

Egregor” [Del griego Egregoroi] significa velar. Egrégora también proviene del mismo término y designa la fuerza generada por la sumatoria de las energías físicas, emocionales y mentales de dos o más personas cuando se reúnen con cualquier finalidad.

A los Egregores Eliphas Levi, el escritor ocultista francés, los denomina príncipes de las almas. Rizardo da Camino en su Diccionario Masónico, dice que es un “Cuerpo Místico que se forma con sus propias peculiaridades, después de la apertura del Libro Sagrado, cuando todos se unen con las mentes para el acto de crear”. Al Egregor se le supone un centro de conciencia dévico, entendiendo por dévico a las reacciones del Espacio por cualquiera de los estados de conciencia humanos.
Se le conceptúa esotéricamente como un ente primordial formado por una agrupación de almas en un todo de sustancia mental o psíquica.
Los antiguos consideraban a la Egrégora un ser vivo con fuerza y voluntad propias generadas a partir de sus creadores o alimentadores pero independiente de las de cada uno de ellos.
En el plano racional a los Egregores se les entiende como formas psíquicas que tienen que ver con estados de conciencia humanos. Es un ‘ser psíquico’ de carácter colectivo; un campo de influencia común, es un fluir sutil, invisible y elástico que ocupa espacios y que transmite energías creadas por un modo de pensar, de sentir o de actuar de los seres humanos. Es un “ente” real, sensible y actuante, aunque imponderable, que permite tener a los corazones sintonizados.
Es un alma grupal, un arquetipo que dirige el destino de la comunidad. Es innegable su poder por la consolidación de lazos entre el individuo y el grupo integrando al primero a un registro del inconciente colectivo. Si algunas personas se reúnen y emiten vibraciones fuertes e idénticas por pensamientos de la misma naturaleza, formarán uno por energía positiva o negativa, según sea el genero de los pensamientos emitidos, el Egregor creado con nuestros pensamientos, sentimientos y emociones y de acuerdo a ellos, reaccionará sobre nosotros. Es decir; todo impulso vital o substancial que surge de individuos o de comunidades produce una reacción en el espacio que provoca la forma psíquica de un Egregor, que se establece alrededor de las personas, de los hogares, de templos, de instituciones, etc, y por el que se puede percibir las condiciones y carácter de los mismos.
La Egrégora se realimenta de las mismas emociones que la crearon, y a quienes la engendraron, se les induce a producir repetidamente las mismas emociones. Los hay efímeros y permanentes. Los primeros obedecen a impulsos psíquicos o estados de conciencia esporádicos y sin fuerza aglutinante; los segundos son el resultado de la acumulación de materia psíquica realizada de manera constante y permanente por efecto de los estados de conciencia habituales, ya sea de los individuos o de los grupos. Por ejemplo: Una persona pesimista producirá un tipo de energía que por ley de afinidad se fijará a su alrededor y se ligará con personas y sitios que tengan su misma vibración.
Vibración que puede ser uno de los siete principios herméticos, el que dice: “Nada está inmóvil, todo se mueve, todo vibra”
Si consideramos que hay tres planos de existencia: el plano físico o material, el plano mental o metafísico y el plano espiritual, también existen tres tipos de vibraciones, la más baja la del plano material y la más alta que corresponde al plano espiritual. Obviamente así como en el plano físico no todo lo que existe posee la misma vibración, en los demás planos también hay diferencia vibracional. En el Universo entero no hay nada que esté inmóvil y quieto sino que en realidad está todo continuamente vibrando y en movimiento. Cualquier pensamiento (positivo o negativo) es energía que sale de nosotros hacia el mundo exterior para dar forma a lo que hemos pensado.
En su camino se une con pensamientos similares de otras personas y se fortifica, una vez que es lo suficientemente fuerte, regresa a quien lo creó. Una perfecta comprensión de este principio habilita al estudiante hermético a controlar sus propias vibraciones mentales, así como las de los demás.
Tres axiomas herméticos:
«Para cambiar vuestra característica o estado mental, cambiad vuestra vibración.»
«Para destruir un grado de vibración no deseable, póngase en operación el principio de polaridad y concéntrese a la atención en el polo opuesto al que se desea suprimir. Lo no deseable se elimina cambiando su polaridad.»
«La mente, así como los metales y los elementos, puede transmutarse de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración.»
El Egregor formado por el poder de los ritos, de las ceremonias litúrgicas y de meditaciones llevadas a cabo regularmente por las distintas religiones, sociedades y escuelas esotéricas de entrenamiento espiritual del mundo determinan estados psíquicos con gran influencia que afectan el ambiente particular de tales comunidades y también sobre otras conciencias generando un fenómeno psicológico vivenciado como un despertar espiritual.
Así, se aprecia una elevación o dignificación de la conciencia. Estos Egregores son deseables, necesarios, y es lícito pretenderlos como cohesión iluminada. Por el contrario, existen otros negativos que son generados por actos de egoísmo, por la incapacidad de aceptación del bien y de rechazar al mal.
Estos Egregores son los más numerosos y los que frecuentemente nos encontraremos cruzados en el camino hacia la máxima elevación espiritual en donde se busca la paz, la serenidad y la comprensión.
Los distintos tipos de Egregores cualifican la vida de individuos y de los grupos que los produjeron por efecto de sus ordinarios y habituales trabajos y estados de conciencia.
Los hay que provenientes del pasado aun pululan en ritos y ceremonias y continúan proyectando energías. Otros, de carácter reciente generan un poder muy notorio en la vida actual determinando los aspectos sociales, políticos, culturales, de las distintas naciones.
Ente mágico y etéreo, fruto de sinergismo de personas reunidas en la práctica de un ritual, como energía psíquica se dota de una forma objetiva en el plano donde se manifiesta.
Esta forma se adapta a las expresiones de la personalidad cuando se experimentan estados de conciencia como el odio, la envidia, el miedo o la desesperación o, por el contrario, la benevolencia, el afecto, la compasión, la decisión o el valor.
La acumulación de las energías psíquicas exigiendo una forma haya en los distintos espacios cualificados la respuesta adecuada. La actividad en distintos niveles de expresión psíquica, produce y determina aquellas formas y una vez creadas se introducen en las mismas constituyendo lo que podríamos denominar esotéricamente un centro de conciencia grupal.
El Egregor, siendo básicamente una creación mental -ya sea en un sentido positivo o negativo- ofrece la particularidad de estar dotado de una conciencia embrionaria con capacidades de acción y de reacción, así como de un alto espíritu de supervivencia.
Tiene capacidad de absorción de las energías y también de expansión de las mismas, oponiendo resistencia a las fuerzas que tratan de destruirle. Los Egregores influyen muy directamente en la historia humana estructurando ambientes psíquicos que determinan el grado de civilización y cultura. Jesús formó el Egregor del cristianismo Hitler el del nazismo.
El masónico aparece en las logias durante el trabajo, por ello, sería aconsejable que el lugar esté exclusivamente dedicado para el oficio masónico y que la tenida se lleve a cabo tanto en el desarrollo del Ritual como en las intervenciones personales en completa armonía.
La Egrégora masónica atribuye a los trabajos un carácter místico, diferenciándolos de otros tipos de reuniones, por tanto, al ingresar en el Templo, los miembros deberían dejar todo pensamiento y actitud profana fuera.
Los Aprendices, Compañeros y Maestros, superando el papel de simples espectadores, deberían estar dispuestos a realizar aportes de actitud y opinión constructiva que producirán una especie de vibración involucrada que constituirá un Egregor particular al que nos conectaremos mental o emocionalmente, alimentándolo, al mismo tiempo que nos alimenta a nosotros en un constante equilibrio.
Si nuestro trabajo en el Taller se limita al simple ejercicio mímico del Rito, si evidenciamos una actitud desapegada y sin sentido ceremonioso, si nuestra intervención es una simple exposición de palabras vacuas, una logomaquia sin sentido, si nuestro pensamiento se enroca perezosamente en la rutina y desprecia aspiraciones elevadas; entonces estaremos contribuyendo a la formación de un Egregor que sumado a otros con igual actitud aumentará su fuerza y provocará el fracaso de los trabajos.
Cuando un hermano realiza su honesto aporte masónico puede generar una vibración poderosa que se propagará libremente por el silencio de algún alma opacada estimulando su reflexión. Imaginemos a la totalidad de hermanos trabajando con similar disposición y será fácil augurar un futuro provechoso para ése templo.
Hay logias en las que sus características peculiares perduran a pesar de los individuos que entran y salen de ella, el taller tiene su alma, su Egregor, formado por todos los que participaron en las Tenidas, también por su embellecimiento y cuidado, que deben ser permanentes.
Así, el Templo puede ser sencillo pero debe estar escrupulosamente limpio, decorado con buen gusto para estimular la emoción artística, porque el arte y la belleza son fundamentales para la evolución del Egregor de la Logia.
Deberían evitarse la murmuración, los gestos poco fraternales. Sería deseable por parte de todos los hermanos que sus trabajos estén regidos por los pensamientos más elevados y con las palabras más respetuosas y afectuosas. Convendría que las tenidas fueran constantes y regulares con asistentes sinceros y entusiastas con los trabajos de la Logia.

El Rito Escocés Antiguo y Aceptado

El Rito Escocés Antiguo y Aceptado, es un rito masónico derivado del sistema escocés que se practicaba en Francia, fundamentalmente en logias de París y Burdeos, a mediados del Siglo XVIII
Más allá de los orígenes mitológicos (1) que rodean a la masonería toda, que tienen que ver más con lo simbólico que con lo histórico, una gran controversia existe entre los masones del mundo, acerca del título y del verdadero origen de este Rito.
El Rito escocés no nació en Escocia, sino que recién en 1846 ingresó a ese país, y su antigüedad data de 1786, o en caso de aceptarse como auténticas las llamadas Constituciones deFederico II, su origen se habría dado en 1762.
La versión que el Rito enseña
Emulando la escisión que se produjo en 1739 en la Gran Logia de Londres,2 en 1786 el Gran Oriente de Francia procedió a una severa revisión de los altos grados, reduciéndolos al número de cuatro.
En ese preciso momento los partidarios del Rito Escocés deseaban elevar su escala jerárquica a 33° grados, y acusaron al Gran Oriente de querer desnaturalizar y sustituir los antiguos misterios y ceremonias, erigiéndose entonces como detractores del nuevo cambio y defensores de los sistemas anteriores.
Al igual que había ocurrido en Inglaterra se autodenominaron “los antiguos”, tildando de “modernos” a los partidarios de la renovación.
Los documentos admitidos y autorizados por los masones que siguen este rito, establecen que el origen del mismo tuvo lugar luego de la primera Cruzada, simultáneamente en Escocia, Francia y Prusia, pero por razones desconocidas cayó en desuso desde aproximadamente 1648.
Semejante aserción no ha podido nunca ser demostrada por algún documento fehaciente. Algunos documentos susceptibles de ser fidedignos, aseguran que la Masonería Templaria entró en Francia en 1727, y en 1744 su recopilador, el Barón de Ramsay, instituyó enBurdeos la primera logia de Perfección.
Según versiones no reconocidas por historiadores masónicos como Ragón, Joaust, Clavel, Laurens, Findel, Folger Kloss y Marconay, el sistema completo con sus 33° grados, descansa sobre los estatutos y reglamentos redactados en Burdeos en 1762, derivados de un documento emanado por los “Príncipes del Real secreto” en 1759, y que se atribuye a Federico II.
Veinte años después, el 25 de mayo de 1782, habrían sido confirmadas las Constituciones de Burdeos, en una época en que el Rito Escocés no constaba más que de 25 grados y se veía amenazado por las recientes discordias nacidas en Alemania.
Viendo que el rito se encaminaba al ocaso, en 1786 se decidió investir de todos los poderes y prerrogativas a un Consejo de Soberanos Grandes Inspectores Generales, sujeto a Constitución y Reglamentos, para que dirigiera los destinos de la Orden de allí en adelante.
En ese mismo momento se amplió la escala jerárquica de los grados elevando su número hasta 33°, y se formó con todos los hermanos de ese grado, un soberano capítulo denominadoSupremo Consejo del Grado 33°.
Las versiones más aceptadas
Según afirma Emile Rebold, en su Historia de la Francmasonería: “El rey Federico de Prusia fue iniciado en la masonería el 15 de agosto de 1738 en Brunswich, siendo en aquel entonces Príncipe Real. En 1744 la Logia de los Tres Globos de Berlín, fundada por artistas franceses, que habían sido llamados a Prusia, fue elevada por él a la categoría de Gran Logia, siendo aclamado Gran Maestre de la misma, cuya dignidad ejerció solo hasta 1747, aunque la Gran Logia continuó inscribiéndole como tal en el cuadro de sus grandes dignatarios, hasta el año 1755. Desde aquella época, ya no se volvió a ocupar activamente de la masonería nunca mas.”
Según Marconay, en su afán de ilustrarse acerca del origen prusiano del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de 33° grados, escribió una carta a la Gran Logia de los Tres Globos de Berlín, pidiendo las aclaraciones del caso, por lo cual el 17 de agosto de 1733 recibió la siguiente respuesta: “En cuanto a las opiniones que existen entre nosotros, debemos participaros que Federico el Grande es en parte el creador del sistema que nuestra Logia adoptó, pero nunca se inmiscuyó en sus asuntos, ni se ocupó en dictar leyes a los masones, a los que siempre concedió la mayor protección en sus estados. La Gran logia no reconoce ni práctica más que los grados azules de San Juan. Un comité particular compuesto de miembros elegidos por los hermanos, llamado Supremo Oriente Interior, dirige los trabajos de los grados superiores que no pasan en número de siete.”
Según Findel, luego de calificar de absurdos los documentos de Burdeos, afirmó lo siguiente: “ No nos detendremos en refutar una invención de tal género, con tanto mayor motivo cuanto hace ya mucho tiempo ha sido debidamente juzgada, haciéndole la merecida justicia: esto no puede ser reproducido sino por aquellos a quienes pueda convenir para sus miras o el logro de sus proyectos, sin que les detenga el salir al encuentro de la verdad”
En la opinión y el análisis de estos autores y de otros investigadores que opinan de forma semejante, se le niega al Rito su origen prusiano, templario o anterior aún, y se deduce que la base del mismo está inspirada en el Rito de Perfección de 25° grados creado en París en 1756.

El origen americano
Alejandro Francisco Augusto – Conde de Grasse Tilly.
Un aventurero francés de origen judío, llamado Esteban Morín,3 fue el encargado de llevar el Rito a América, en donde solo se conocían los tres primeros grados de la Masonería de San Juan o Masonería Simbólica, a saber, Aprendiz, Compañero y Maestro.
Fue tan rápida la expansión del sistema, y tan grande el afán de los americanos en obtener los altos grados, que Morín decidió elevar la escala de los primitivos grados, hasta el grado 33°.
El 31 de mayo de 1801 se fundó en Charleston (Carolina del Sur) el primer Consejo de la nueva masonería, cuya existencia se dio a conocer el 4 de diciembre de 1802, no mencionándose en ningún momento el origen de la Organización y declarando haber sido creados por Federico II de Prusia en 1786.4
En 1803 es creado en Santo Domingo un Supremo Consejo bajo los auspicios del Conde de Grasse Tilly. Grasse Tilly debió abandonar la isla al año siguiente debido a que Francia acababa de perder esa colonia.
Inmediatamente luego de regresar Grasse Tilly a París se ocupó en forma activa de dar a conocer los 33° grados del nuevo Rito creando su centro de operaciones en la Logia Escocesa de San Alejandro.
El libro de oro
Como única justificación de sus derechos, Grasse presentó un titulado Libro de Oro, que solo contenía:
Una copia de la patente de los poderes otorgados a Morín en 1761, por el Consejo de Emperadores de Oriente y Occidente.
Una patente a su nombre emitida en 1802 por el Supremo Consejo de Charleston.
Una copia de la Constitución redactada en Burdeos por los Príncipes del Real secreto.
Una copia emitida en América fechada en 1786, que es la que se atribuyó a Federico el Grande.
Entre importantes autores como Ragón,5 Orfdox y Vasal, contemporáneos a la introducción del Rito en Francia, sostienen inclusive que sería el mismo Grasse Tilly el creador de la nueva corriente, ayudado por un literato y hermano masón llamado Bialhache.
Según se afirma en el Diccionario Enciclopédico de la Masonería, redactado por Frau Abrines y Arus Arderiu: “A pesar de estas y otras muchas anomalías que no se escaparon a la observación de la generalidad de los masones, en breve tiempo el Conde elevó al grado 33° a gran número de hermanos, formando seguidamente con ellos un Supremo Consejo provisional. Convocados los grandes oficiales del Rito el 12 de octubre de 1804, se constituyeron en Gran Consistorio y convocaron para el 22 la Asamblea General de todos los miembros, con objeto de proceder a la formación de una Gran Logia. Esto tuvo lugar efectivamente el día fijado, constituyéndose aquella bajo la denominación de Gran Logia General Escocesa de Francia del Rito Antiguo y Aceptado, decidiéndose en ella, que su principal asiento residiera en París. Eligiéronse 49 dignatarios, proclamándose como gran Maestro al príncipe Luis Napoleón y al Conde de Grasse Tilly como representante del mismo”
El rito en la actualidad
Si bien los orígenes de este movimiento no quedan claros para los historiadores, habiendo posiciones contrapuestas entre éstos y el rito mismo, este Rito Escocés es quizás el que más difusión ha tenido en el mundo, y el que mayor compromiso político y social ha demostrado a través de la historia. Le sigue muy de cerca el Rito de York, con gran compromiso en la Independencia de Estados Unidos de América.
En la actualidad el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, continúa trabajando en el mundo con 33° grados masónicos, con algunas variaciones en los nombres de los mismos, de acuerdo a las jurisdicciones. Se trabaja en forma ritual a través de dramatizaciones de muy antigua simbología, en donde se representan las grandes leyes que rigen el Universo.
Además del estricto trabajo ritual, también se pone énfasis en los trabajos de tipo intelectual, presentándose los mismos en planchas o trazados, los cuales una vez leídos en las ceremonias llamadas “Tenidas”, son tratados y discutidos en forma oral por los hermanos presentes.
Primeros grados. Conferidos en una Logia Simbólica o de Masonería Azul.
1- Aprendiz
2- Compañero
3- Maestro
Serie de grados conferidos en una Logia de Perfección, también llamados grados “inefables”
4- Maestro Secreto
5- Maestro Perfecto
6- Secretario Intimo
7- Preboste y Juez
8- Intendente de los edificios
9- Maestro Elegido de los Nueve
10- Maestro Elegido de los Quince
11- Sublime Caballero Elegido
12- Gran Maestro Arquitecto
13- Caballero del Real Arco
14- Gran Elegido Perfecto y Sublime
Los grados que siguen se otorgan en el Consejo de Príncipes de Jerusalén
15- Caballero de Oriente o de la Espada
16- Príncipe de Jerusalén
Los siguientes dos se confieren en el capítulo rosacruz
17- Caballero de Oriente y Occidente
18- Soberano Príncipe Rosacruz
Los catorce grados siguientes se confieren en un Consistorio de Príncipes del Real secreto
19- Gran Pontífice
20- Gran maestro ad vitam o de todas las logias
21- Patriarca Noaquita o Caballero Prusiano
22- Príncipe del Líbano o Caballero de la Real Hacha
23- Jefe del Tabernáculo
24- Príncipe del Tabernáculo
25- Caballero de la Serpiente de Bronce
26- Príncipe de Merced o Escocés trinitario
27- Soberano Comendador del Templo
28- Caballero del Sol o Príncipe Adepto
29- Gran Escocés de San Andrés
30- Gran elegido Caballero Kadosh o del Águila blanca y negra
31- Gran Inspector Inquisidor Comendador
32- Sublime y valiente Príncipe del Real secreto
El último Grado lo confiere el Supremo Consejo del Grado 33°
33- Soberano Gran Inspector general de la Orden
Referencias
«Jacq Christian – La Masonería Historia E Iniciación».
«Las Logias».
«Heredom: Historia Del Rito».
«La Masonería Explicada » Rito Escocés Antiguo y Aceptado – Los inspectores generales itinerantes».
«Biografía de J.M. Ragon». Archivado desde el original el 2006-11-13.
Bibliografía
Frau Abrines / Arus Arderiu: Diccionario Enciclopédico de la Masonería – Edit. Kier (1962)

Qué significa V.I.T.R.I.O.L

Qué significa V.I.T.R.I.O.L

 La palabra VITRIOL corresponde a las iniciales de una oración latina “Visita interiola terra rectificando invenies occultum lapidem” la cual, al traducirla literalmente dice “Visita el interior de la tierra y rectificando encontrarás la piedra oculta”, sin embargo, para lograr encontrar su verdadero significado es necesario disecar la frase palabra a palabra.
En primera instancia “Visita”, ir a, el cual se refiere al camino iniciático que iniciamos como aprendices y que jamás termina; “Interiola”, el interior, lo interno como lo externo, el ser para uno mismo así como el ser para la sociedad, esto ser relaciona asimismo con el principio Hermético “…Quos est inferius es sicut quod est superius, et quod est suprius es sicut quod est inferius, ad perpetranda miracula rei inus” (Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que esta arriba es como lo que está abajo, para la realización de los milagros del interior), por lo que debemos reflejar nuestro interior hacia el exterior, y el exterior hacia nuestro centro.
La siguiente palabra es “Terra”, tierra, VITRIOL tiene un origen alquimista, los alquimistas relacionaban los elementos químicos con el cuerpo, en el cual, la tierra representaba el cuerpo terrestre, quiere decir de que debemos ir hacia dentro de nosotros mismos, nuestro interior profano y bruto. A continuación “rectificando”, se podría decir que es el verbo que da sentido a la oración, nos pone un objetivo, rectificar, purificar, simboliza el proceso hacia la transmutación alquímica del plomo al oro el cual, en nuestro camino masónico inicia en el cuarto de reflexiones donde hacemos nuestro primer viaje, al centro de la tierra, al centro de nosotros mismos con la misión de luchar contra nuestras pasiones en busca nuestra Opus Magna, nuestra piedra filosofal.
Al continuar con nuestra disección sigue la palabra “invenies”, encontrar, encontrarás, esta palabra nos adelanta que si buscamos en nuestra conciencia, en el centro de la tierra encontrarás tus imperfecciones, aquellas pasiones que te alejan de la luz, y solo reconociéndolas podrás tomar conciencia de ellas para transmutarlas. Seguidamente conseguimos la palabra “occultum” oculto, o según su etimología, fuera del ojo, de la vista, las imperfecciones de nuestra piedra bruta no se encuentran a simple vista, y siendo así, no es fácil rectificarlas, simbolizando que este proceso de purificación no es un proceso sencillo, sino que requiere de fortaleza espiritual y constancia así como de humildad para reconocer las fallas y labrar nuestras imperfecciones.
La última palabra de la oración es “lapidem”, piedra, la piedra somos nosotros mismos nuestro interior etéreo y terrenal, recordar la misión de labrarnos para pasar de piedra bruta a piedra cúbica y perfecta.
Sin embargo, el VITRIOL no es solamente la frase, sino una imagen alquímica la cual en otra oportunidad podrá estudiarse con mayor detenimiento para poder comprender el simbolismo y toa la sabiduría oculta en el mismo.

viernes, 29 de julio de 2016

Libre Pensamiento

El Programa del 4º Congreso de la Asociación Internacional de Libre Pensamiento, AILP, contempla que en Conway Hall, los librepensadores del mundo entero se reunirán por nueva vez para debatir sobre y actuar por: la Separación de las Iglesias y el Estado, para que se haga justicia para con las víctimas de las religiones, y contra el financiamiento público de las Iglesias. (AILP, 2014).
Cabe resaltar la importancia del tratamiento puntual de cada uno de estos temas, pero resulta necesario que ellos se aborden considerando, por una parte, las distintas realidades culturales e históricas, que muestran que el Librepensamiento y la Laicidad son diferentes en Europa, Latinoamérica y otras partes del mundo, pues como acertadamente lo señala Antonio Vergara, “…nuestra presencia ampliará el debate, no tanto en los problemas Iglesia vs. Estado, sino en los que afectan gravemente la convivencia latinoamericana: pobreza, desigualdad, pueblos originarios, democracia y otros, todo lo cual, sin duda, impide la libertad y ello no deja pensar libremente.” (Romo, 2014, p. 15), lo que ratifica y complementa Jaime Muñoz (2011) al expresar que “… la plena vigencia del libre pensamiento no es posible cuando las cadenas de la explotación, la ignorancia, la enfermedad y el oscurantismo, la discriminación y la exclusión, la xenofobia y un renaciente racismo aherrojan las mentes. ” (p. 2).
Pero, por otra parte, es necesario enmarcar las diversidades culturales, nacionales y de situación socioeconómica, en una visión de conjunto, integral e interrelacionada, que permita enfrentar de mejor manera la problemática común en la materia.
Para el efecto, el presente documento se refiere a la situación general e histórica del control ideológico, y su contrapartida, la libertad ideológica, pues esta vinculación nos lleva a señalar la necesidad de actualizar el ámbito y la comprensión del librepensamiento y el laicismo, a fin de que respondan adecuadamente a la nueva realidad del mundo globalizado de la hora actual y sus sofisticadas formas de control ideológico, frente al cual es el ejercicio del librepensamiento el que brinda tanto la posibilidad de la liberación de las conciencias mediante la búsqueda de la verdad, cuanto el entendimiento de los seres humanos sobre fundamentos confiables aportados por la razón, la experiencia y la ciencia.
1. ¿DE DÓNDE VENIMOS?
A continuación se caracteriza la situación general de tiempos pasados en materia de control ideológico y los esfuerzos por la vigencia de la libertad ideológica.
1.1. El control ideológico
El divulgador científico británico Richard Dawkins (2007) sostiene la hipótesis de que “… sobrevivimos por la experiencia acumulada de generaciones previas, y esa experiencia necesita trasladarse a los niños para su protección y bienestar … habrá una cierta ventaja selectiva para aquellos cerebros infantiles que tienen una regla de tres: creer, sin dudar, cualquier cosa que tus mayores te digan …” (p. 203). Y que “La selección natural construye cerebros infantiles con una tendencia a creer cualquier cosa que les digan sus padres y los ancianos de la tribu. Esta confiada obediencia es muy valiosa para la supervivencia…” Pero, “Una consecuencia automática es que quién confía no tiene manera de distinguir un buen consejo de uno malo…” (p. 205).
Según esta hipótesis, los niños tendrían una predisposición natural a creer en lugar de dudar, pero esto no justifica que esta credulidad, al parecer natural, sea aprovechada en forma interesada, aunque ello sea usual. El propio Dawkins (2007) afirma que “Los líderes religiosos son bien conscientes de la vulnerabilidad del cerebro infantil y de la importancia del adoctrinamiento en edades tempranas.” (p. 206). La situación se agrava cuando para imponer creencias ‒no solo a los niños sino también a los adultos‒ se utilizan las estructuras de poder, en beneficio de intereses económicos y políticos.
Desde otra perspectiva, esto fue abordado por Carlos Marx (2008), quien en 1859 escribió que “No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia” ya que “El modo de producción de la vida material determina (Bedingen) [condiciona] el proceso social, político e intelectual de la vida en general” en razón de que las relaciones de producción constituyen “… la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se levanta un edificio (Uberbau) [superestructura] jurídico y político y a la cual corresponden determinadas formas de conciencia social.” (pp. 4-5) Este aporte teórico nos facilita elementos de juicio que nos permiten constatar que los sistemas políticos y jurídicos, y los de conciencia social, es decir la religión, la ideología, la cultura, en las distintas sociedades, han estado al servicio del sistema económico imperante en cada sociedad y momento histórico.
Considerando todo lo anterior podemos darnos cuenta que las condiciones para el desenvolvimiento de la libertad de pensamiento no solo han resultado muy difíciles debido a factores naturales, sino también debido a factores económicos, sociopolíticos y culturales estructurales, y además, que existen poderosos interesados en controlar la forma de pensar de los seres humanos.
En este contexto, las ideologías religiosas constituyen mecanismos muy antiguos y eficientes de control ideológico. Pero al hablar de ideologías religiosas no nos referimos aquí a la experiencia religiosa íntima (basada principalmente en creencias en Occidente y en vivencias en Oriente), sino a esas manifestaciones religiosas organizadas e institucionalizadas, principalmente en las sociedades occidentales, respecto de las cuales cabe preguntarse con Erich Fromm (1981) “¿con cuánta frecuencia la veneración de Dios no ha sido sino la veneración de un ídolo, disfrazado de Dios de la Biblia?” (p. 44).
Este es un problema grave para el filósofo y psicólogo alemán, dado que para él hablar de idolatría es hablar de alienación. Pero en el ámbito social, el problema mayor con estas ideologías religiosas institucionalizadas, que en gran medida han devenido en idolatrías, radica en que generalmente se encuentran vinculadas al poder, dejándose instrumentalizar por éste o instrumentalizándolo ellas, es decir, también han devenido en clericalismo.
En el caso del desarrollo histórico occidental, esta vinculación con el poder tiene como referente de inicio el Edicto de Tesalónica emitido en el año 380 por el emperador romano Teodosio, mediante el cual, según Andrés Campaña (2013), “… curiosamente, el cristianismo que había sido perseguido se convirtió en la religión oficial e inició la persecución de herejes, judíos y paganos.” (p. 70). Es decir, no resultó suficiente la libertad de cultos establecida en el año 313 mediante el Edito de Milán del emperador Constantino I, sino que se produjo una imbricación entre Iglesia e Imperio, lo que continuó en la posteridad, asumiendo la Iglesia cada vez más poder, aún después de la caída del Imperio Romano de Occidente, y con una concepción y práctica totalitarias, pues además del poder sociopolítico y económico se controlaron las conciencias, por lo que “… la rebelión, por supuesto no se concibe. Rebelarse contra la jerarquía de aquella sociedad es rebelarse contra Dios, el Dios que, según ellos, ha hecho a los nobles, al clero y a los plebeyos, determinándolos, expresamente, para ejercer sus funciones respectivas.” (Brugueras, 1973, p. 121)
Así, en la Alta Edad Media, según el catedrático belga Jan Dhondt (1978), “Para el historiador resulta prácticamente imposible, al estudiar la época carolingia, el trazado de una clara línea divisoria entre los hechos eclesiásticos y los temporales. En efecto, cuando un rey de la dinastía carolingia extendía su poder sobre una nueva tierra exigía inmediatamente la conversión de su habitantes al cristianismo.” (p. 30). Esto se debía a que “Los carolingios eran impotentes para homogenizar todos los pueblos y estirpes de su imperio … y apenas podían oponer a la diversidad étnica y nacional de sus súbditos un elemento unificador de carácter espiritual. … En tales casos la Iglesia resultaba imprescindible, y de hecho los carolingios se servían de esta “arma” profusamente.” (p. 44).
Estas actuaciones, que las continuaron otros monarcas, no solo les sirvieron a ellos, sino que se hicieron con el beneplácito de la Iglesia, ya que con ello consolidaba e incrementaba su poder, sobre todo considerando que “Los papas, ni en el aspecto laico (como soberanos del estado eclesiástico) ni, menos aún, en el espiritual, consintieron jamás en someterse a poder temporal alguno.” (p. 74) a decir de Dhontd (1978), quien además narra un hecho que tuvo importantes implicaciones:
“A comienzos del año 754, se presentó en Francia ante Pipino el Breve [rey de los francos, padre de Carlomagno] el papa Esteban II … Parece que fue con ocasión de este encuentro cuando el papa se refirió, probablemente por vez primera, al famoso documento, tantas veces citado después, de la Donatio Constantini [Donación de Constantino]: un documento falsificado sólo poco antes por la cancillería papal, según el cual el emperador Constantino el Grande habría hecho donación al papa Silvestre I (314-335), como compensación por la recepción del bautismo y la curación de la lepra, de la soberanía sobre Roma, Italia y el Occidente. … Es probable que Pipino el Breve … prometiese en el encuentro de Ponthion “devolver” al papa una parte de Italia.
“A partir de entonces los papas se dirigieron siempre a los reyes francos cuando se trataba de defender los intereses territoriales de Roma y llevaron adelante sus pretensiones al afirmar que la principal función del estado franco consistía en ampliar la región estatal dominada por Roma. Con este método consiguió el papa Esteban I obtener de Pipino el exarcado de Rávena [Provincia italiana que perteneció al Imperio Bizantino] (756).” (p. 75).
Es decir, la supuesta Donación de Constantino sirvió como título o justificativo para las pretensiones territoriales de la Iglesia, lo que empezó a surtir efecto con la donación de Pipino, base del “Patrimonio de San Pedro” que, con el ducado de Roma, iniciaron los Estados Pontificios, y el poder de la Iglesia siguió creciendo en gran medida. Pero este poder fue de la mano de un control ideológico que no admitía competencia, para lo cual utilizó todos los medios que tenía a su alcance, especialmente la fuerza. Posteriormente, las cruzadas y la inquisición fueron las más destacadas expresiones de utilización de la violencia por parte de esa imbricación entre intereses económicos y políticos con control ideológico religioso, manejada directa o indirectamente por la Iglesia.
Alejandro VI y Jacopo Pesaro ante San Pedro, Tiziano, 1509. La escena naval del fondo, el estandarte y el yelmo ambientan bien el momento histórico.
Alejandro VI y Jacopo Pesaro ante San Pedro, Tiziano, 1509. La escena naval del fondo, el estandarte y el yelmo ambientan bien el momento histórico.
Pero aquella supuesta donación, con la que la Iglesia justificó sus pretensiones de dominio territorial, no resultó suficiente para concretar todas sus aspiraciones, pues casi desde el principio hubo quienes dudaron de su autenticidad y a mediados del siglo XV se descubrió su falsedad. Así, cuando las Bulas Alejandrinas, que concedieron el dominio de América a los reyes católicos de Castilla y Aragón, fueron otorgadas por el papa Alejandro VI en 1493, el fundamento jurídico religioso para hacerlo fue la supuesta potestad que le confería ser el “Vicario de Cristo en la Tierra”, lo cual vino a constituir un complemento interesado a la doctrina del derecho divino de los reyes, complemento que atribuyó a los papas el carácter de representantes oficiales del dios cristiano frente a los monarcas absolutos, y por tanto los colocó en un nivel superior a ellos, lo que se manifestaba simbólicamente en la coronación de los emperadores por parte de los papas, y se encuentra simbolizado en los escudos papales ‒incluido el actual‒ mediante dos llaves que representan su poder espiritual y temporal, y además, en la coronación de los papas, durante siglos, con una tiara con tres coronas que representaban su “soberanía sobre los Estados de la Iglesia”, “su autoridad espiritual por encima de la civil”, y “la autoridad moral del Papa sobre todos los monarcas civiles”. (Cordero, s.f.)
Cabe preguntarse ¿qué tiene esto que ver con aquello de “mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36)? Aparentemente nada, a no ser que reconozcamos que las religiones forman parte de una superestructura jurídica, política e ideológica al servicio de un determinado sistema económico, y, en este caso, también de unos intereses clericales muy mundanos. Sin embargo, el supuesto fin de las Bulas Alejandrinas era incorporar “tierras y almas para la cristiandad” (pese a que se discutía si los indígenas tenían alma y por tanto si eran seres humanos) y fundada en dichas Bulas la conquista quedó legalizada y sacralizada, y utilizó la evangelización como eficaz mecanismo de aculturización de quienes eran sometidos a una virtual esclavitud, aculturización que solo tenía como alternativa la espada, o posteriormente la intervención de la Inquisición, cuyas acciones esenciales son suficientemente conocidas.
En general, en la Europa medieval y posteriormente en diversas partes del mundo, por ejemplo durante el período colonial latinoamericano y durante la vigencia de los Estados confesionales que le siguieron, las sociedades respondieron a estructuras de poder en las cuales existía una sola posición ideológica dominante, la que contaba con unos medios de imposición de la misma que cubrían prácticamente todo el espectro posible de influencia de dichas épocas: la educación, la imprenta, el púlpito y la presión social, todos ellos controlados por la Iglesia, la que además llevaba el registro del nacimiento, matrimonio y muerte de todos los habitantes de cada país en el que tenía control, y adicionalmente administraba el “Index librorum prohibitorum” (Índice de Libros Prohibidos), editado por primera vez en 1564, para impedir la lectura de lo que no concordaba con sus concepciones y en el que incluyeron joyas de la literatura, la ciencia y la filosofía, o autores como Erasmo de Rotterdam, Descartes, Balzac, o Sartre, Index que solo fue eliminado en 1966.
Con estos hechos superlativos de la opresión ideológica, en este caso de carácter religioso clerical, parecía que ya estaba dicha la última palabra en la materia. Sin embargo, la intolerancia frente a cualquier intento de disidencia y el ensañamiento para combatirla tuvieron nuevas manifestaciones en el siglo XX, esta vez de la mano de otro elemento de la superestructura: la ideología política.
Las ideologías políticas se conforman generalmente a partir de ejercicios de filosofar que han tomado como referente la realidad, pretendiendo aportar con respuestas a los problemas de la misma, a manera de guías para la acción. Pero como la realidad es cambiante requieren actualizarse constantemente. Sin embargo, cuando en lugar de ello se han dogmatizado, fanatizado y han sido controladas por burocracias que han actuado como cleros, las ideologías han tendido a estancarse y convertirse en idolatrías políticas, a las que es aplicable la caracterización realizada por Erich Fromm (1981) cuando señaló que “… la historia de la humanidad hasta el momento presente es primariamente la historia de la adoración de los ídolos, desde los primitivos ídolos de arcilla y madera, hasta los modernos ídolos del estado, el jefe, la producción y el consumo, santificados por la bendición de un Dios idolizado.” (p. 44). Cuando esto ha sucedido, las ideologías dogmatizadas han asumido un carácter alienante y sus seguidores fácilmente han caído en el fundamentalismo, la intolerancia y la pretensión totalitaria, configurándolas como medios de opresión ideológica.
Esto podemos apreciarlo principalmente en el nacional socialismo, el fascismo, el estalinismo y otras degradaciones del socialismo, el franquismo y nacionalcatolicismo, el macartismo, los chauvinismos, algunas corrientes del sionismo, y la doctrina de la seguridad nacional adoptada por dictaduras de la América Latina, todas ellas expresiones de una visión de la realidad sesgada por prejuicios, intereses e intolerancia, que devinieron no solo en control ideológico y desprecio de la libertad de pensamiento, sino en violaciones brutales de los demás derechos humanos, pues la Historia nos muestra que muchos de quienes han irrespetado el derecho de otros a pensar con libertad y han pretendido imponer su particular visión del mundo, tarde o temprano han recurrido a cualquier medio para lograrlo, como la tortura, el asesinato, e incluso el genocidio (recordemos a los cátaros).
Caso especial es una ideología económico-política aparentemente basada en la libertad, aunque subordinada a la “mano invisible del mercado”: el neoliberalismo, el cual no ha tenido reparo en imponerse mediante dictaduras, la aplicación de la llamada “doctrina del shock”, la utilización del voto convertido en mercancía que se publicita, y la manipulación de las formas de pensar, las modas y los gustos, a través del control de medios masivos de comunicación aparentemente libres e independientes, lo que ha dado como resultado, por una parte, una forma especial de control ideológico, y por otra parte, la violación de otros derechos humanos, sea mediante la violencia institucionalizada o mediante la generación de hambre, pobreza, injusticia y la depredación del planeta, entre otros males.
Por último, así como el control ideológico ha traído como consecuencia graves violaciones a los derechos humanos, el proceso también se ha dado a la inversa, especialmente desde las últimas décadas del siglo XX hasta la hora actual del siglo XXI, en que la violación de los derechos humanos ha tratado de ser encubierta o validada mediante el control ideológico, para lo cual éste opera utilizando campañas mediáticas globales, que manipulan los hechos con el propósito de justificar: desde el espionaje tecnológico y violación de la intimidad de millones de personas y la persecución a quienes se han atrevido a descubrir dicho espionaje y otros secretos de un estado policial mundial, hasta las violaciones descaradas a los derechos humanos y al derecho internacional, a fin de satisfacer intereses económicos y geopolíticos, como las supuestas guerras contra el terrorismo, que fueron guerras de conquista, o el actual recrudecimiento del proceso de aniquilación del pueblo palestino.
En resumen, el control ideológico ha utilizado por siglos desde las ideologías religiosas, convertidas en una degradación idolátrica y clerical de la religiosidad, hasta las ideologías políticas, pervertidas por el dogmatismo y la intolerancia, colocando ambas al servicio del poder político, del sistema económico imperante y de los beneficiarios del mismo, por lo que el control ideológico no puede ser estudiado en forma aislada sino como una manifestación parcial de un sistema integral de opresión.
1.2. La libertad ideológica
Puede considerarse la libertad ideológica como una expresión amplia que, partiendo de una comprensión de ideología como conjunto o sistema de ideas o visiones respecto de diversos ámbitos de la existencia, que pueden abarcar lo político, lo religioso, lo cultural, lo social, etc., plantea el ejercicio de la libertad de todo ser humano para formar y cambiar estas concepciones y para actuar en consecuencia con ellas, en un marco sociocultural y jurídico de respeto a las concepciones y derechos humanos de los otros y de abstención de la búsqueda de preeminencia o imposición de las ideas particulares de unos por sobre las de los demás. Por consiguiente, la libertad ideológica incluye la libertad de pensamiento, la libertad de conciencia, la libertad de creencias, cultos y religiones, la libertad de expresión, y las demás libertades y derechos que de éstas se deriven. Y los medios por los cuales ella se desenvuelve y garantiza en términos igualitarios para todos son: la laicidad, para las convicciones propias del fuero interno, y el pluralismo, para las propuestas respecto del convivir político social.
Pero como la libertad ideológica se desarrolló en buena medida como reacción al control ideológico, cuyo desenvolvimiento histórico muestra su dependencia de un sistema integral de opresión, cabe considerar que la libertad ideológica y la laicidad se encuentran vinculadas a las demás luchas por la libertad, la igualdad, la justicia y la paz.
Servet fue detenido y juzgado por herejía (por su negación de la Trinidad y por su defensa del bautismo a la edad adulta).
Servet fue detenido y juzgado por herejía (por su negación de la Trinidad y por su defensa del bautismo a la edad adulta).
Y desde la perspectiva occidental, fue en la Grecia clásica donde primero destacó el ejercicio a pensar con libertad, fruto del cual tenemos los grandes aportes del pensamiento filosófico griego, aunque en ese entonces dicho ejercicio libre fue posible gracias al “ocio ático” sustentado en la esclavitud y no estuvo exento de excepciones, de lo cual es ejemplo Sócrates obligado a tomar la cicuta por desconocer a los dioses de su patria y época. Sin embargo la libertad ideológica continuó presente en la antigüedad greco romana, con los altibajos propios de la época, hasta que el Edicto de Tesalónica del año 380 supuso la imposición ‒que resultaría más que milenaria‒ únicamente de la visión católica del mundo. Y durante el oscurantismo medieval la filosofía se subordinó a la teología, y más bien en el Islam de la época se encuentran aportes valiosos por parte de figuras como Avicena (980-1037) y Averroes (1126-1198), o las Escuelas de Córdoba y Bagdad, centros de especialización e investigación donde se respetaba la libertad (Brugueras, 1973, pp. 143-144). Y también se dieron brotes de pensamiento libre en pleno oscurantismo, como lo reconoce la propia Enciclopedia Católica (2010), cuando dice: “Los primeros herejes fueron librepensadores en su rechazo a la autoridad reguladora de la Iglesia sobre puntos relacionados con sus herejías, que frecuentemente elaboraban sobre líneas racionalistas; y los panteístas y otras de las escuelas criticaban y silogizaban la revelación en un estilo verdaderamente librepensador. Ambos fueron condenados en consecuencia; pero el espíritu de exceso en la crítica y la confianza en la suficiencia de la razón humana son tan típicas del librepensamiento de los tiempos medievales como el del siglo XXI” (Librepensadores). Pero la comprensión de la libertad ideológica como un derecho se empieza a expresar con fuerza, como libertad de pensamiento o como libertad de conciencia, a raíz de su enfrentamiento mortal con el pensamiento dogmático institucionalizado, que dio como resultado inmediato la quema en la hoguera de Miguel de Servet en 1553, por obra de calvinistas, y de Giordano Bruno en 1600, por obra de católicos.
Sin embargo, la tendencia secular venía al menos desde el siglo X, cuando Otón I de Alemania, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, asumió una política respecto a los papas, a los que, según Dhondt (1978), “…estaba decidido a someter a su autoridad y a no tolerarles veleidades de independencia” (p. 204). No se trataba aún de separar la Iglesia del Estado sino de cambiar la relación de fuerzas para que el papado se sometiese al imperio. Pero las formulaciones teóricas iniciales respecto de la liberación del Estado y del Derecho de la tutela papal, se produjeron, según Alejandro Sigüenza (2007), cuando “En el año 1324, Marsillo de Padua redactó las bases del Estado Laico moderno, en las que afirmó que a este le corresponde la autoridad en lo temporal y en lo espiritual, en consideración a que la mayor parte de los poderes, en manos de la Iglesia, los ha asumido el Estado, única entidad de poder universal. La Iglesia no es una institución divina, sino una sociedad puramente humana y como tal debe estar sometida a la autoridad del Estado. La Iglesia y todos los cristianos deben someterse a los principios seculares”. Posteriormente “… es a partir del Renacimiento, y con el Humanismo, que se produjo una vigorosa laicización de la cultura. … con Nicolás de Cusa, … con Copérnico, pero sobre todo … con Galileo, que se establece y afirma la autonomía de la Ciencia, … Maquiavelo, a su vez, afirmó que la política adquiere autonomía en relación con la ley moral, …” (pp. 4-5). Y después vienen otros importantes aportes, como los de Hobbes, Spinoza, Rousseau.
De entre ellos cabe destacar a Baruch Spinoza (1632-1677) quien consideró que “ni la religión ni el Estado deben atentar contra la libertad de pensamiento” (Rosental y Iudin, p. 431), la que, según Zac Sylvain (1976), “En los países cristianos … tropieza continuamente con el prestigio y la insolencia abusiva de los predicadores y teólogos que, con sus prejuicios, impiden que los hombres se consagren a la filosofía, la cual, mediante la luz que aporta a los hombres, permite precisamente disipar cualquier clase de prejuicios. “Quiero defender por todos los medios la libertad de pensar y expresar mis sentimientos”, escribe Spinoza … No por la violencia, … sino por todos los medios de la argumentación y de la persuasión” (pp. 119-120). Para lo cual “… el verdadero fin del Estado es la paz, pero a condición de precisar que el motor de la verdadera paz no es la fuerza y el terror, sino la concordia de los ciudadanos en el respeto de su libertad. El fin perseguido por el Estado no podría ser el de transformar a los hombres razonables en bestias o en autómatas, sino más bien el de desarrollar su inteligencia de forma que, una vez en condiciones de razonar libremente, puedan enfrentarse no con las armas del odio, la cólera y la astucia, sino solamente con las armas de la razón…” (p. 125). Baruch Spinoza, por tanto, constituye hito importante en el desarrollo del laicismo y el librepensamiento.
Posteriormente, según Sigüenza (2007) , “El proceso de laicización, que cubrió todos los campos y alcanzó su esplendor con el Iluminismo del siglo XVIII y la Revolución Francesa, desembocó en el siglo XIX en el inmanentismo absoluto, que quiere decir la negación de Dios como ser trascendente: el hombre ocupa el lugar de Dios y la religión.” (p. 5) Y no deja de señalar que “El país en donde la laicización tomó carácter violento fue Francia, especialmente en dos períodos de su historia. La primera, con Voltaire a la cabeza, proclamó que el infame es el cristianismo. Luego, la Revolución Francesa, con la feroz persecución al clero refractario y la redacción de la Constitución Civil del Clero, la abolición del calendario cristiano, y por tanto del domingo y las fiestas religiosas, y por último, con el culto a la Diosa Razón, llevó a cabo un proceso de descristianización, el primero en la historia.” (p. 5). Esto muestra que es muy fácil que de una imposición ideológica no se pase directamente a la libertad ideológica sino a otras imposiciones.
Sin embargo, superados los excesos, la Revolución Francesa constituye otro hito fundamental del desarrollo de la libertad ideológica, ya que en el marco de dicha Revolución tiene fundamental importancia la expedición, en 1789, de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), cuyo artículo 10 estableció que “Nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, siempre y cuando su manifestación no perturbe el orden público establecido por la Ley” Y el artículo 11 que dice: “La libre comunicación de pensamientos y opiniones es uno de los derechos más valiosos del Hombre; por consiguiente, cualquier Ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, siempre y cuando responda del abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley”.
Y en relación con esta Declaración de 1789, hay que destacar el aporte de Olympe de Gouges con su Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana de 1791, cuya importancia como referente para las luchas femeninas es fundamental, pero además, con ella hace hincapié, desde una perspectiva de género, en la necesidad de vinculación entre libertad e igualdad ya expresada en la tríptico revolucionario y masónico de Libertad, Igualdad, Fraternidad, vinculación específica que sería desarrollada posteriormente por Bakunin al sostener que “La Libertad debe ir de la mano con la Igualdad” (aunque él da gran importancia a la igualdad económica, que es la base de otras igualdades).
Después de los aportes del período revolucionario francés, y sin pretender ser exhaustivo, otros momentos importantes del desarrollo de la libertad ideológica fueron:
A) El 20 de septiembre de 1870. “Esa fecha recuerda la toma de Roma por las fuerzas de la unificación italiana ‒entre las que se destacaban los “camisas rojas” garibaldinos‒ y significó la caída definitiva del poder temporal del papado y de sus regímenes políticos de “derecho divino”; y representó un gran triunfo para las fuerzas democráticas, republicanas y secularizantes del mundo” (Lozada, Laxalte y Vergara, 2012) razón por la cual el 20 de septiembre de cada año fue declarado por el Segundo Congreso de la Asociación Internacional de Libre Pensamiento AILP, reunido en Mar del Plata en 2012, como “Día del Librepensamiento, como homenaje a los hombres y mujeres que combaten por la libertad, la igualdad y la fraternidad entre los seres humanos y los pueblos”. (Vergara, 2014, p. 8).
B) El 3 de abril de 1871 la Comuna de París (1871) emitió el siguiente decreto:
“La Comuna de Paris
“Considerando que el primero de los principios de la República Francesa es la libertad;
“Considerando que la libertad de conciencia es la primera de las libertades;
“Considerando que el presupuesto de cultos es contrario a este principio, ya que se impone a los ciudadanos en contra de su propia fe;
“Considerando, de hecho, que el clero fue cómplice de crímenes de la monarquía contra la libertad.
“Decreta:
“Art. 1. La Iglesia está separada del Estado.
“Art. 2. Se suprime el presupuesto de cultos.
“Art. 3. Los bienes de manos muertas, muebles e inmuebles, pertenecientes a congregaciones religiosas, se declaran de propiedad nacional.
“Art. 4. Un estudio de estos bienes se realizará inmediatamente para constatar su naturaleza y ponerlos a disposición de la Nación.
“La Comuna de París.
“París, el 3 de abril de 1871.”
Esta es una de las primeras expresiones de rechazo al financiamiento público de las religiones por incompatibilidad con el principio de la laicidad.
C) El 22 de septiembre de 1904 se desarrolló en Roma el Décimo Primer Congreso Internacional de Libre Pensamiento, el cual emitió la siguiente:
“Declaración de Principios
“El Congreso Internacional de Libre Pensamiento, reunido en Roma el 22 de septiembre de 1904, deseoso de evitar cualquier malentendido y fijar desde el comienzo el significado que atribuye a la palabra “libre pensamiento” y el alcance de las reivindicaciones a formular, se siente obligado a anteceder sus deliberaciones especiales con la Declaración de principios enunciada en las tres resoluciones siguientes:
“I – Primera resolución: definición del Libre pensamiento, en general
“El libre pensamiento no es una doctrina sino un método, es decir, una manera de conducir su pensamiento ‒y, en consecuencia, su acción‒ en todos los ámbitos de la vida individual y social. Este método no se caracteriza por la afirmación de algunas verdades particulares, sino por un compromiso general de buscar la verdad en cualquier orden que sea, sólo mediante los recursos naturales del espíritu humano, a la única luz de la razón y la experiencia.
“El libre pensamiento puede ser considerado teóricamente en el orden intelectual, o prácticamente en el orden social.
“En uno y otro caso se determina de acuerdo con las dos reglas enunciadas a continuación.
“II – Segunda resolución: Dos reglas del libre pensamiento en el orden teórico o intelectual.
“1. Primera regla: El librepensamiento no puede reconocer a ninguna autoridad el derecho de oponerse o incluso de superponerse a la razón humana, requiere que sus miembros hayan rechazado expresamente no sólo cualquier creencia impuesta, sino también cualquier autoridad que pretenda imponer creencias (sea que esta autoridad se base en una revelación, los milagros, las tradiciones, la infalibilidad de un hombre o un libro, sea que ordene inclinarse ante los dogmas o principios a priori de una religión o filosofía, ante la decisión de los poderes públicos o el voto de la mayoría, o sea que apele a cualquier forma de presión, ejercida desde fuera del individuo, para desviarlo, bajo su responsabilidad personal, de hacer uso normal de sus facultades).
“2. Segunda regla: El librepensamiento no puede limitarse a esta manifestación negativa respecto de todo dogma y todo credo, requiere de sus miembros un esfuerzo activo para realizar por medios humanos el ideal humano.
“También se niega a dar a su propia concepción de este ideal el carácter absoluto e inmutable que se atribuyen abusivamente las religiones, pero que no tiene la ciencia ni la conciencia humana, la una y la otra obligadas a moverse en lo relativo y sujetas a la ley del progreso.
“Lejos de ceder a la tentación de construir prematuramente un sistema definitivo, el Librepensamiento propone a la Humanidad, como lo quiere la naturaleza de las cosas, perseguir indefinidamente la verdad a través de la ciencia, el bien a través de la moral, la belleza a través del arte. Y así como a cada momento de su desarrollo está dispuesto a dar cuenta del resultado actual de sus investigaciones, también está siempre dispuesto a completarlo y corregirlo, agregando los descubrimientos de ayer a los descubrimientos de mañana.
“III – Tercera resolución: Dos reglas del librepensamiento en el orden práctico y social
“1. Primera regla: el Librepensamiento no puede satisfacerse con opiniones puramente especulativas que interesarían sólo al pensamiento individual, debe proveer una regla de vida, tanto a los individuos como a las sociedades.
“Aplicado a las sociedades, es el método que consiste en querer someter la organización social misma a las leyes de la razón.
“Una sociedad que se inspira en este método tiene como primer deber eliminar de todos sus servicios públicos (administración, justicia, educación, asistencia, etc.) todo carácter confesional, lo que significa que estos no sólo deben ser neutros entre las diversas confesiones religiosas, sino ajenos y refractarios a toda influencia religiosa, rigurosamente excluidos de todo dogmatismo, implícito o explícito.
“La Laicidad integral del Estado es la aplicación pura y simple del Librepensamiento a la vida colectiva de la Sociedad. Consiste en separar las Iglesias del Estado, no bajo la forma de un reparto de atribuciones entre dos potencias que se tratan de igual a igual, sino garantizando a las opiniones religiosas la misma libertad que a todas las opiniones y negándoles todo derecho de intervención en los asuntos públicos.
“2. Segunda regla: el librepensamiento se completa sólo cuando se compromete a realizar socialmente el ideal humano, debe tender a establecer un sistema bajo el cual ningún ser humano podrá ya ser sacrificado o abandonado por la sociedad, y en consecuencia no sea puesto ni dejado, directa o indirectamente, en la imposibilidad práctica de ejercer todos sus derechos de hombre y de cumplir todos sus deberes como hombre.
“El Librepensamiento es por lo tanto lógicamente generador de una ciencia social, de una moral social, de una estética social, que, perfeccionándose con el progreso mismo de la conciencia pública, constituyeron un sistema de justicia: la justicia social no es más que la razón aplicada por la humanidad a su propio gobierno.
“En otras palabras, el Librepensamiento es laico, democrático y social, es decir que rechaza, en nombre de la dignidad de la persona humana, este triple yugo: el poder abusivo de la autoridad en materia religiosa, el privilegio en materia política y el Capital en materia económica.” (AILP, 2013)
Sin duda, esta es la más importante formulación sobre el librepensamiento. Y su vigencia actual fue reconocida cuando la Asociación Internacional de Libre Pensamiento, AILP, en el Congreso de Librepensadores de las Américas efectuado en Mar del Plata, Argentina, el 17 de noviembre de 2012, adoptó este texto como su Declaración de Principios y parte integrante de sus Estatutos.
D) El 9 de diciembre de 1905, la Tercera República Francesa expidió la ley que estableció la separación de la Iglesia y el Estado (Assemblée Nationale, 2014), cuya formulación esencial se resume en la frase: “La República no reconoce, no subvenciona, ni remunera a ninguna religión”, la que constituye base fundamental en la que se sustenta la laicidad.
E) En el caso de nuestro país, el Ecuador, Pedro Saad (2006) señala que:
“La libertad de pensamiento ‒incluida su expresión por la prensa‒ quedó establecida desde la tempranera Constitución de 1896-97 (art 32); muy poco tiempo después, en junio del 97, se perfeccionó este precepto en una Ley de Imprenta; la tan perseguida libertad de reunión se vio protegida igualmente en la Constitución del 97 (art. 24).
“Por razones de una bien comprensible cautela política, la libertad de cultos debió esperar a tener su propia formulación legal hasta octubre de 1904. La Ley, extremadamente lacónica en su formulación, establecía…
“Art. 1. El Estado permite el ejercicio de todo culto, que no sea contrario a sus instituciones ni a la moral.
“Art. 2. El ataque a una religión o a las personas de sus ministros, en el ejercicio de un culto permitido en la República, será castigado conforme a las disposiciones de la Ley de Policía (…)
“Art. 4. Las creencias religiosas no obstan para el ejercicio de los derechos políticos y civiles; pero los ministros de un culto o los que tuviesen algún carácter eclesiástico no pueden ejercer los cargos públicos que emanen de elección popular directa.
“Los aspectos relacionados con la educación no tuvieron que esperar tanto. El 30 de junio de 1897 se puso el “ejecútese” presidencial a la Ley de Instrucción Pública, cuyo artículo 16 era taxativo:
“La enseñanza es libre, sin más restricciones que las señaladas en las leyes respectivas; pero la enseñanza oficial, y la costeada por las municipalidades, son esencialmente seglares y laicas.
“Cuando la creación del Registro Civil y el establecimiento del matrimonio civil y el divorcio (1902) completaron este cuadro de reformas laicas, podía ya decirse que ahora, y luego de 72 años de creada la República, los ecuatorianos éramos por fin libres.” (pp. 79-80)
Cabe puntualizar que los cambios fundamentales hacia la laicidad en Ecuador se dieron en el marco de un movimiento liberal, radical, laico y masónico que bullía en dicha época en Latinoamérica, y que en nuestro país triunfó con la Revolución Liberal Radical del 5 de junio de 1895, liderada por Eloy Alfaro.
F) El 10 de diciembre de 1948, en París, la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual establece:
“Artículo 18.
“Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
“Artículo 19.
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.” (Naciones Unidas, 2014)
Esta declaración constituye el referente moderno de los derechos humanos y su importancia está dada tanto por su contenido cuanto porque está relacionada con la Carta Internacional de Derechos Humanos, que constituye la normativa jurídica internacional que obliga a los Estados suscriptores a su cumplimiento.
G) El 10 de agosto de 2011 se creó en Oslo, Noruega, en el marco del Congreso de la Unión Internacional Humanista y Laica (IHEU), y con la presencia de organizaciones y personas adherentes de diversas partes del mundo, entre ellas muchas de Latinoamérica y algunas de Ecuador, la Asociación Internacional de Libre Pensamiento, fruto de una invitación y preparación realizada con al menos un año de anticipación por iniciativa del Libre Pensamiento Francés, y que en el caso latinoamericano estuvo a cargo de Antonio Vergara Lira, quien reseña (2014) que el propósito fue el de “Renovar los principios establecidos en Roma 1904. Coordinar mundialmente a los militantes de la libertad absoluta de conciencia. Amparar y ampliar el laicismo institucional y la separación de las iglesias de los Estados.” (p. 2). En dicho primer Congreso de la AILP se manifestó la intención de “…reunir a todos los grupos y personas que sobre la faz de la tierra adhieren a la libertad absoluta de conciencia y la búsqueda permanente de la verdad” y se acordó la “Lucha por la separación efectiva de las religiones de los Estados”, la “Investigación de los fondos estatales, aportados por todos los ciudadanos, que van a las Iglesias.”, la “Denuncia de los ataques religiosos contra los seres humanos, en la actualidad.” y la “…relación con la posición actual de la mujer y el librepensamiento…”. (p. 4) Esta creación y el quehacer que ha seguido a ella podríamos considerar constituye el último hito de importancia en la historia del librepensamiento.
Todos estos momentos destacados fueron la respuesta que, en distintos lugares y momentos históricos, dieron los espíritus libres, frente al control y la represión ideológicos.
Resumiendo de dónde venimos, la confrontación entre control ideológico y libertad ideológica afianzó el ejercicio y el desarrollo del librepensamiento, como actitud y método para formar las propias opiniones basándose en la razón, la experiencia y la ciencia, lo que permitió: el surgimiento y desarrollo de una propuesta de convivencia pacífica entre ideas religiosas diferentes, conocida como laicismo, el cual cuando ha sido acogido y establecido jurídicamente se lo conoce como laicidad, la que supone la separación de las iglesias de los Estados, a fin de evitar que las ideas religiosas de unos prevalezcan sobre las de otros, pero sin menoscabar la manifestación particular de las mismas; y el surgimiento y desarrollo de un medio de relación civilizada, libre e igualitaria entre las propuestas político sociales: el pluralismo. Y hace ya 110 años que los librepensadores de esa época señalaron que el librepensamiento debe estar en constante búsqueda de la verdad a través de la ciencia, del bien a través de la moral, y de la belleza a través del arte; y que no es puramente especulativo, por lo que en el plano social lo definieron como “laico, democrático y social, es decir que rechaza, en nombre de la dignidad de la persona humana, este triple yugo: el poder abusivo de la autoridad en materia religiosa, el privilegio en materia política y el capital en materia económica.” (AILP, 2013)
De todo ello venimos librepensadores.

lunes, 25 de julio de 2016

EL DEMIURGO

EL DEMIURGO (*)
Cap. I, Parte I, de Mélanges, Gallimard, París, 1976. No publicado aún en castellano (1994, SYMBOLOS Nº 8).
I
Hay unos cuantos problemas que constantemente han preocupado a los hombres, pero el que se ha presentado generalmente como más difícil de resolver es el del origen del Mal, con el que han topado, como si fuera un obstáculo infranqueable, la mayoría de los filósofos y sobre todo los teólogos: "Si Deus est, unde Malum? Si non est, unde Bonum?" ( 1 ). Este dilema es, en efecto, insoluble para aquellos que consideran la Creación como la obra directa de Dios, y que, en consecuencia, están obligados a responsabilizarle del Bien y del Mal. Se dirá sin duda que esta responsabilidad es atenuada, en cierta medida, por la libertad de las criaturas; pero, si las criaturas pueden escoger entre el Bien y el Mal, es que uno y otro existían ya, al menos en principio; y si las criaturas son susceptibles de decidirse a veces en favor del Mal en lugar de hacerlo siempre hacia el Bien, es que son imperfectas. ¿Cómo entonces Dios, si es perfecto, ha podido crear seres imperfectos?
Es evidente que lo Perfecto no puede engendrar imperfección, ya que, si esto fuera posible, lo Perfecto debería contener en sí mismo lo imperfecto en estado principial, con lo que dejaría de ser lo Perfecto. Lo imperfecto no puede entonces proceder de lo Perfecto por vía de emanación; entonces no podría resultar más que de la creación "ex nihilo", ¿pero cómo admitir que algo pueda proceder de la nada, o, en otros términos, que pueda existir alguna cosa carente de principio? Por otra parte, admitir la creación "ex nihilo" sería admitir el aniquilamiento final de los seres creados, ya que lo que ha tenido un comienzo debe también tener un final, y no hay nada más ilógico que hablar de inmortalidad en tal hipótesis. Pero la creación así entendida es un absurdo, puesto que es contraria al principio de causalidad, que es innegable para todo hombre sincero y medianamente razonable, con lo que podemos decir al igual que Lucrecio: "Ex nihilo nihil, ad nihilum nihil posse reverti." ( 2 )
No puede haber nada que carezca de principio; pero ¿cuál es este principio?, y, en realidad ¿no hay más que un Principio único de todas las cosas? Si se considera el Universo total, es evidente que contiene todas las cosas, puesto que todas las partes están contenidas en el Todo. Por otro lado, el Todo es necesariamente ilimitado, ya que, si tuviera un límite, lo que hubiera más allá de este límite no estaría comprendido por el Todo, siendo esta suposición completamente absurda. Lo que carece de límite puede ser llamado Infinito, y como lo contiene todo, es el principio de todas las cosas. Por otra parte el Infinito es necesariamente "uno", porque dos Infinitos que no fueran idénticos se excluirían el uno al otro; resultando de esto que no hay más que un Principio único de todas las cosas, y este Principio es lo Perfecto, pues el Infinito sólo puede ser tal si es lo Perfecto.
Así lo Perfecto es el Principio supremo, la Causa primera, que contiene todas las cosas y las ha producido todas; pero entonces, puesto que no hay más que un Principio único, ¿de dónde salen todas las oposiciones que normalmente se consideran en el Universo: el Ser y el No-Ser, el Espíritu y la Materia, el Bien y el Mal? Nos encontramos aquí con la misma pregunta del comienzo, y ahora podemos formularla de una manera más general: ¿cómo ha podido la Unidad producir la Dualidad?
Algunos han creído que debían admitir dos principios distintos, opuestos el uno al otro, pero esta hipótesis está descartada por lo dicho anteriormente. En efecto, estos dos principios no pueden ser ambos infinitos, pues entonces se excluirían o se confundirían; si sólo uno fuera infinito, éste sería el principio del otro; y, si ambos fueran finitos, no serían verdaderos principios, ya que decir que aquello que es finito puede existir por sí mismo, es admitir que algo puede salir de la nada, puesto que todo lo finito tiene un principio lógico si no cronológico. En este último caso, en consecuencia, uno y otro, siendo finitos, deben proceder de un principio común, que es infinito, lo que nos vuelve a llevar a la consideración de un Principio único. Además, muchas doctrinas que observamos como dualistas, no lo son más que en apariencia; en el Maniqueísmo, como en la religión de Zoroastro, el dualismo no es más que una doctrina puramente exotérica, cubriendo una verdadera doctrina esotérica de la Unidad: Ormuz y Ahrimán son los dos engendrados por Zervané-Akérêné, y deben fundirse con él al final de los tiempos.
La Dualidad es entonces necesariamente producida por la Unidad, puesto que no puede existir por sí misma; ¿pero cómo puede ser producida? Para comprenderlo debemos considerar primeramente a la Dualidad bajo su aspecto menos particular, que es la oposición del Ser y del No-Ser; por otra parte, puesto que uno y otro están forzosamente contenidos en la Perfección total, es evidente, en principio, que esta oposición no puede ser más que aparente. Entonces valdría más hablar únicamente de distinción; pero ¿en qué consiste esa distinción?, ¿existe, en realidad, independientemente de nosotros, o no será simplemente más que el resultado de nuestra forma de ver las cosas?
Si por No-Ser no entendemos más que la pura nada, es inútil seguir hablando, pues ¿qué podemos decir de aquello que no es nada? Pero otra cosa distinta sería considerar al No-Ser como posibilidad de ser; con lo que el Ser sería la manifestación del No-Ser y, entendido de este modo, el Ser estaría contenido en estado potencial en el No-Ser. La relación entre el No-Ser y el Ser es entonces la relación entre lo no-manifestado y lo manifestado, y podemos decir que lo no-manifestado es superior a lo manifestado, puesto que es su principio, ya que contiene en potencia todo lo manifestado más lo que no es, ni jamás ha sido, ni jamás será manifestado. Al mismo tiempo, vemos aquí la imposibilidad de hablar de una distinción real, ya que lo manifestado está contenido en principio en lo no-manifestado; sin embargo no podemos concebir lo no-manifestado directamente, sino únicamente a través de lo manifestado. Esta distinción existe pues para nosotros y sólo para nosotros.
Si es así concebida la Dualidad en cuanto a la distinción entre Ser y No-Ser, con mayor razón debe serlo igualmente en sus demás aspectos. Con esto vemos el carácter ilusorio de la distinción entre Espíritu y Materia, sobre la que se han edificado -sobre todo en los tiempos modernos- gran cantidad de sistemas filosóficos, como si se tratara de una base inquebrantable; y desapareciendo esta distinción, de tales sistemas no queda nada. Además, podemos resaltar de paso que la Dualidad no puede existir sin el Ternario, ya que si el Principio supremo, al diferenciarse, da nacimiento a dos elementos -que por otra parte sólo son distintos en tanto nosotros los consideremos como tales-, éstos y su Principio común forman un Ternario. Y de tal forma esto es así que, en realidad, es el Ternario y no el Binario lo que es inmediatamente producido por la primera diferenciación de la Unidad primordial.
Volvamos ahora a la distinción entre el Bien y el Mal, que no es en sí, más que un aspecto particular de la Dualidad. Cuando oponemos Bien y Mal, consideramos generalmente el Bien como Perfección o, al menos, en un grado inferior, como una tendencia a la Perfección, con lo que el Mal no es otra cosa que lo imperfecto. Pero ¿cómo lo imperfecto podría oponerse a lo Perfecto? Hemos visto que lo Perfecto es el Principio de todas las cosas, y que, por otra parte, no puede producir lo imperfecto; de lo que resulta que lo imperfecto no existe, o que, al menos, lo imperfecto sólo puede existir como elemento constitutivo de la Perfección total, y, siendo así, no puede ser realmente imperfecto, y lo que llamamos imperfección no es más que relatividad. Así, lo que llamamos error es verdad relativa, ya que todos los errores deben ser comprehendidos en la Verdad total, sin lo que ésta, estando limitada por algo que estaría fuera de ella, no sería perfecta, lo que equivale a decir que no sería la Verdad. Los errores, o, mejor dicho, las verdades relativas, no son sino fragmentos de la Verdad total; es pues la fragmentación la que produce la relatividad, y en consecuencia, podríamos decir que, si relatividad fuera realmente sinónimo de imperfección, podría considerarse como causa del Mal. Pero el Mal sólo es tal cuando se lo distingue del Bien.
Si llamamos Bien a lo Perfecto, realmente lo relativo no es algo distinto, ya que en principio está contenido en El; entonces, desde el punto de vista universal, el Mal no existe. Existirá únicamente si consideramos las cosas bajo un aspecto fragmentario y analítico, separándolas de su Principio común, en lugar de considerarlas sintéticamente como contenidas en este Principio, que es la Perfección. Así es creado lo imperfecto; el Mal y el Bien son creados al distinguirlos el uno del otro, y, si no hay Mal, no hay motivo para referirse al Bien en el sentido ordinario de esta palabra, sino únicamente a la Perfección. Es pues la fatal ilusión del Dualismo la que realiza el Bien y el Mal, y que, considerando las cosas bajo un punto de vista particularizado, sustituye a la Unidad por la Multiplicidad, y encierra así a los seres sobre los cuales ejerce su poder en el dominio de la confusión y de la división. Este dominio es el Imperio del Demiurgo.
II 
Lo que hemos dicho respecto la distinción del Bien y el Mal permite comprender el símbolo del Pecado original, al menos en la medida en que estas cosas pueden llegar a expresarse. La fragmentación de la Verdad total, o del Verbo -pues son lo mismo en el fondo-, produce la relatividad y es idéntica a la segmentación del Adam Kadmon, cuyas partes separadas constituyen al Adam Protoplastas, el primer formador. La causa de esta segmentación es Nahash, el Egoísmo o el deseo de la existencia individual. Este Nahash no es algo externo al hombre, sino que está en él, primero en estado potencial, y sólo deviene externo en la medida en que el hombre mismo lo exterioriza. Este instinto de separatividad, por su naturaleza, que es provocar la división, empuja al hombre a probar el fruto del Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal, es decir, a crear la distinción entre Bien y Mal. Entonces sus ojos se abren, pues aquello que le era interior se ha convertido en exterior, a consecuencia de la separación que se ha producido entre los seres. Estos están ahora revestidos de formas, que limitan y definen su existencia individual, y así el hombre se ha convertido en el primer formador. Pero en lo sucesivo, también él se encuentra sometido a las condiciones de esta existencia individual, está revestido de una forma, o, siguiendo la expresión bíblica, de una túnica de piel, y está encerrado en el dominio del Bien y del Mal, en el Imperio del Demiurgo.
A través de esta exposición abreviada y muy incompleta, vemos que el Demiurgo no es en realidad una potencia externa al hombre; en principio no es más que la voluntad del hombre en tanto realiza la distinción entre Bien y Mal. Pero seguidamente el hombre, limitado como ser individual por esa voluntad que es la suya propia, la considera como algo externo a él, y así deviene distinta de él. Además, como dicha voluntad se opone a los esfuerzos necesarios para salir del dominio en que él mismo se ha encerrado, la ve como una potencia hostil, y la denomina Satán o el Adversario. Remarquemos que este Adversario, que hemos creado nosotros mismos y que creamos a cada instante -ya que esto no debe considerarse como algo que ocurrió en un tiempo determinado-, no es malo en sí mismo, sino que constituye únicamente el conjunto de todo lo que nos es contrario.
Desde un punto de vista más general, el Demiurgo, convertido en una potencia distinta y considerado como tal, es el Príncipe de este Mundo del cual se habla en el Evangelio de Juan. No es, propiamente hablando, ni bueno ni malo, más bien es lo uno y lo otro, puesto que contiene en sí mismo el Bien y el Mal. Se considera su dominio como el Mundo inferior, en oposición al Mundo superior o Universo principial del que ha sido separado. Pero hay que tener en cuenta que esta separación jamás es absolutamente real, sólo lo es en la medida en que la realizamos, pues este Mundo inferior está contenido, en estado potencial, en el Universo principial, y es evidente que ninguna parte puede realmente salir del Todo. Por otra parte, esto es lo que impide que la caída continúe indefinidamente; pero esto no es sino una expresión totalmente simbólica, y la profundidad de la caída mide simplemente el grado de separación realizada. Con esta restricción el Demiurgo se opone al Adam Kadmon o a la Humanidad principial, -manifestación del Verbo-, pero solamente como un reflejo, ya que no es una emanación, y no existe por sí mismo; eso es lo que está representado por la figura de los dos ancianos del Zohar, y también por los dos triángulos opuestos del Sello de Salomón.
Esto nos lleva a considerar al Demiurgo como un reflejo tenebroso e invertido del Ser, ya que en realidad no puede ser otra cosa. Por tanto no es un ser; pero después de lo dicho, puede considerarse como la colectividad de los seres en la medida en que son distintos, o si se prefiere, en tanto tienen una existencia individual. Somos seres distintos en tanto que creamos nosotros mismos la distinción, que sólo existe en la medida en que la creamos; y en tanto que lo hacemos somos elementos del Demiurgo, y, como seres distintos, pertenecemos al dominio de este Demiurgo, que es lo que se conoce como la Creación.
Todos los elementos de la Creación, es decir las criaturas, están pues contenidas en el Demiurgo, y en efecto, sólo las puede extraer de sí mismo puesto que la creación ex nihilo es imposible. Considerado como Creador, el Demiurgo produce primero la división, y no es realmente distinto de ella, ya que sólo existe en tanto que la división misma existe; después, como la división es la fuente de la existencia individual y ésta viene definida por la forma, el Demiurgo debe ser considerado como formador y entonces es idéntico al Adam Protoplastas, tal como hemos visto. Podemos decir también que el Demiurgo crea la Materia, entendiendo por esta palabra el caos primordial que es la reserva común de todas las formas; después organiza esta Materia caótica y tenebrosa donde reina la confusión, haciendo surgir de ella las múltiples formas cuyo conjunto constituye la Creación.
¿Debemos decir entonces que esta Creación es imperfecta?, seguramente no se la puede considerar como perfecta; pero, desde el punto de vista Universal, no es más que uno de los elementos constitutivos de la Perfección total. Sólo es imperfecta cuando la consideramos analíticamente, como separada de su Principio, y lo es en la misma medida que constituye el dominio del Demiurgo. Pero, si lo imperfecto sólo es un elemento de lo Perfecto, no es verdaderamente imperfecto, y de ahí resulta que en realidad el Demiurgo y su dominio no existen desde el punto de vista universal, al igual que la distinción entre Bien y Mal. Igualmente resulta que, desde el mismo punto de vista, la Materia no existe: la apariencia material es una ilusión, de donde no hay que sacar la conclusión de que los seres que tienen esta apariencia no existan, pues sería caer en otra ilusión: la de un idealismo exagerado y mal entendido.
Si la Materia no existe, la distinción entre Espíritu y Materia desaparece; en realidad todo debe ser Espíritu, pero entendiendo esta palabra en un sentido bien diferente del que le han atribuido la mayor parte de los filósofos modernos. Estos, en efecto, oponiendo el Espíritu a la Materia, no lo consideran como independiente de toda forma, con lo que podríamos preguntarnos en qué se diferencia de la Materia. Si afirmamos que es inextenso, mientras que la Materia es extensa ¿cómo es que lo inextenso puede estar revestido de una forma?. Por otra parte, ¿por qué definir el Espíritu?, ya sea con el pensamiento o de otra manera, es siempre a través de una forma como se lo quiere definir, y entonces ya no es Espíritu. En realidad el Espíritu universal es el Ser, y no tal o cual ser particular; es el Principio de todos los seres, y así los contiene a todos. Por eso todo es Espíritu.
Cuando el hombre alcanza el conocimiento real de esta verdad, se identifica e identifica todas las cosas con el Espíritu universal. Entonces para él toda distinción desaparece, de tal forma que contempla todas las cosas como estando en él mismo y no como exteriores a él, pues la ilusión se desvanece ante la Verdad como la sombra ante el sol. Así, por ese mismo conocimiento, el hombre es liberado de las ataduras de la Materia y de la existencia individual, ya no está sometido al dominio del Príncipe de este Mundo, ya no pertenece al Imperio del Demiurgo.
III
De lo que precede resulta que el hombre puede, desde su existencia terrestre, liberarse del dominio del Demiurgo o del Mundo hylico, y que esta liberación se opera por la Gnosis, es decir por el Conocimiento integral. Señalemos que este Conocimiento nada tiene en común con la ciencia analítica y no la supone de ningún modo. Es una ilusión muy extendida en nuestros días creer que no se puede llegar a la síntesis total más que a través del análisis; al contrario, la ciencia ordinaria es totalmente relativa y, limitada al Mundo hylico, tiene la misma existencia que éste desde el punto de vista universal.
Por otra parte, debemos indicar también que los diferentes Mundos, o, según la expresión generalmente admitida, los diversos planos del Universo no son lugares o regiones, sino modalidades de la existencia o estados del ser. Esto permite comprender cómo un hombre viviendo en la tierra puede pertenecer en realidad, ya no al Mundo hylico, sino al Mundo psíquico o incluso al Mundo pneumático. Es lo que constituye el segundo nacimiento. Sin embargo, propiamente hablando, éste no es más que el nacimiento al Mundo psíquico, por el cual el hombre se hace consciente de los dos planos, pero sin alcanzar todavía el Mundo pneumático, es decir sin identificarse con el Espíritu universal. Esta identificación sólo es alcanzada por aquel que posee íntegramente el triple Conocimiento, por el cual es liberado para siempre de los nacimientos mortales; es lo que se expresa diciendo que solamente los Pneumáticos son salvados. El estado de los psíquicos no es más que un estado transitorio; es el del ser que ya está preparado para recibir la Luz, pero que todavía no la percibe, que no ha tomado consciencia de la Verdad una e inmutable.
Cuando hablamos de nacimientos mortales, entendemos las modificaciones del ser, su paso a través de las formas múltiples y cambiantes; no habiendo en ello nada que se parezca a la doctrina de la reencarnación tal como la admiten los espiritistas y los teosofistas, doctrina que algún día tendremos la ocasión de explicar. El Pneumático está liberado de los nacimientos mortales, es decir está liberado de la forma, por lo tanto del Mundo demiúrgico; ya no está sometido al cambio y, en consecuencia, carece de acción; siendo este un punto sobre el que hablaremos más adelante. El Psíquico, por el contrario, no sobrepasa el mundo de la Formación, que es designado simbólicamente como el primer Cielo o la esfera de la Luna; de allí regresa al Mundo terrestre, lo que no significa que tome un nuevo cuerpo en la Tierra, sino simplemente que debe revestirse de nuevas formas, sean cuales fueren, antes de obtener la liberación.
Lo que acabamos de exponer muestra el acuerdo -podríamos incluso decir la identidad real, a pesar de ciertas diferencias en la expresión- de la doctrina gnóstica con las doctrinas orientales y más particularmente con el Vedanta, el más ortodoxo de todos los sistemas metafísicos fundados en el Brahmanismo. Es por este motivo que podemos completar lo dicho anteriormente respecto a los diversos estados del ser, reproduciendo algunas citas del Tratado del Conocimiento del Espíritu de Sankarâchârya.
"No hay otro medio de obtener la liberación completa y final que el Conocimiento; es el único instrumento que desata los lazos de las pasiones; sin el Conocimiento no se puede obtener la Beatitud."
"La acción, no oponiéndose a la ignorancia, no la puede alejar; pero el Conocimiento disipa la ignorancia, como la Luz disipa las tinieblas."
La ignorancia es aquí el estado del ser envuelto en las tinieblas del Mundo hylico, atado a la apariencia ilusoria de la Materia y a las distinciones individuales; mediante el Conocimiento -que no pertenece al dominio de la acción, sino que le es superior- todas las ilusiones desaparecen, tal como hemos dicho anteriormente.
"Cuando la ignorancia que nace de los afectos terrestres es alejada, el Espíritu, por su propio esplendor, brilla a lo lejos en un estado indiviso, como el Sol difunde su claridad cuando las nubes se dispersan."
Pero, antes de llegar a este grado, el ser pasa por un estado intermedio, el que corresponde al Mundo psíquico; entonces cree ser, ya no el cuerpo material, sino el alma individual, puesto que para él no ha desaparecido toda distinción, porque todavía no ha salido del dominio del Demiurgo.
"Imaginándose que es el alma individual, el hombre se asusta, como alguien que toma por error un trozo de cuerda por una serpiente; pero su temor es alejado por la percepción de que él no es el alma, sino el Espíritu universal."
Quien ha tomado consciencia de los dos Mundos manifestados, es decir del Mundo hylico -conjunto de manifestaciones groseras o materiales-, y del Mundo psíquico, -conjunto de las manifestaciones sutiles-, es nacido dos veces, Dwidja; pero aquel que es consciente del Universo no manifestado o del Mundo sin forma, es decir del Mundo pneumático, y que ha llegado a la identificación de sí mismo con el Espíritu universal,Atmâ, éste y sólo éste puede ser llamado Yogui, que quiere decir unido al Espíritu universal.
"El Yogui, cuyo intelecto es perfecto, contempla todas las cosas como morando en él mismo, y así, por el ojo del Conocimiento, percibe que todo es Espíritu."
Notemos de paso que el Mundo hylico se compara al estado de vigilia, el Mundo psíquico al estado de sueño, y el Mundo pneumático al estado de sueño profundo. Debemos recordar a este propósito, que lo no-manifestado es superior a lo manifestado, por ser su principio. Por encima del Universo pneumático no hay más -según la doctrina gnóstica- que el Pleroma, que puede considerarse como constituido por el conjunto de los atributos de la Divinidad. No se trata de un cuarto mundo, sino del Espíritu universal mismo, Principio supremo de los Tres Mundos, ni manifestado ni no-manifestado, indefinible, inconcebible e incomprensible.
El Yogui o el Pneumático, ya que en el fondo es lo mismo, se percibe, no ya como una forma grosera ni como una forma sutil, sino como un ser sin forma; se identifica entonces con el Espíritu universal, y estos son los términos con que Sankarâchârya describe ese estado:
"Es Brahma, tras cuya posesión no hay nada que poseer; tras el gozo de su felicidad, ya no hay felicidad que pueda ser deseada; y tras la obtención de su conocimiento, ya no hay conocimiento que obtener."
"Es Brahma, el que una vez visto, no deja otro objeto que contemplar; habiéndose identificado con El, ya ningún nacimiento es experimentado; habiéndolo percibido, no hay nada más que percibir."
"Es Brahma, esparcido por todas partes, en todo: en el espacio medio, en lo que está por encima y lo que está por debajo; el verdadero, el viviente, el dichoso, sin dualidad, indivisible, eterno y uno."
"Es Brahma, sin tamaño, inextenso, increado, incorruptible, sin rostro, sin cualidades o características."
"Penetra él mismo su propia esencia eterna, y contempla el Mundo entero apareciendo como Brahma."
"Brahma no se parece en nada al Mundo, y fuera de Brahma no hay nada; todo lo que parece existir fuera de él es una ilusión."
"De todo lo que se ve, de todo lo que se oye, sólo existe Brahma, y por el conocimiento del principio, Brahma es contemplado como el Ser verdadero, viviente, feliz, sin dualidad."
"El ojo del Conocimiento contempla al Ser verdadero, viviente, feliz, que todo lo penetra; pero el ojo de la ignorancia no lo descubre, no lo percibe al igual que un hombre ciego no ve la luz."
"Cuando el Sol del Conocimiento espiritual se levanta en el cielo del corazón, expulsa las tinieblas, penetra todo, abarca todo e ilumina todo."
Observemos que el Brahma del que aquí se trata es el Brahma superior; hay que tener cuidado en distinguirlo del Brahma inferior, pues éste no es otra cosa que el Demiurgo, considerado como el reflejo del Ser. Para el Yogui, sólo hay el Brahma superior, que contiene todas las cosas, y fuera del cual no hay nada; el Demiurgo y su obra de división ya no existen.
"El que ha realizado el peregrinaje de su propio espíritu, un peregrinaje en el cual no hay nada que concierna a la situación, al lugar o al tiempo, que está en todo, en el que ni el calor ni el frío se experimentan, que constituye una felicidad perpetua y una liberación de toda penalidad; éste está por encima de la acción, conoce todas las cosas, y obtiene la eterna Beatitud."
IV
Después de haber caracterizado los tres Mundos y los estados del ser que les corresponden, y de haber indicado dentro de lo posible, en qué consiste la liberación de la dominación demiúrgica, debemos retomar todavía el tema de la distinción entre el Bien y el Mal, con el fin de sacar algunas consecuencias de lo expuesto anteriormente.
Para empezar, se podría estar tentado de decir lo siguiente: si la distinción entre el Bien y el Mal es ilusoria, si en realidad no existe, lo mismo debe suceder con la moral, pues es evidente que la moral está basada en esta distinción, a la que considera esencial. Esto sería ir demasiado lejos; la moral existe, pero en la misma medida que la distinción entre el Bien y el Mal, es decir para todo lo que pertenece al dominio del Demiurgo; desde el punto de vista universal, no tendría ninguna razón de ser. En efecto, la moral no puede aplicarse más que a la acción; la acción supone el cambio, y éste sólo es posible en lo formal o manifestado. El Mundo sin forma es inmutable, superior al cambio, por lo tanto a la acción, y es por lo que el Ser que ya no pertenece al Imperio del Demiurgo es no- actuante.
Esto indica que hay que tener mucho cuidado en no confundir los diversos planos del Universo, pues lo que se dice de uno podría no ser verdadero para el otro. Así, la moral existe necesariamente en el plano social, que es esencialmente el dominio de la acción; pero no cuando se considera el plano metafísico o universal, puesto que entonces ya no hay acción.
Establecido este punto, debemos señalar que el ser superior a la acción posee sin embargo la plenitud de la actividad; pero es una actividad potencial, una actividad no actuante. Este ser no es inmóvil - como se podría decir equivocadamente-, sino inmutable, es decir superior al cambio. En efecto, se identifica con el Ser que siempre es idéntico a sí mismo: según la fórmula bíblica "el Ser es el Ser." Esto está relacionado con la doctrina taoísta, según la cual la Actividad del Cielo es no actuante. El Sabio, en quien se refleja la Actividad del Cielo observa el no actuar. Sin embargo, este Sabio -que hemos designado como el Pneumático o el Yogui- puede actuar aparentemente, como la Luna parece que se mueve cuando las nubes pasan delante de ella; pero el viento que aparta las nubes no tiene influencia sobre la Luna. Igualmente la agitación del Mundo demiúrgico no tiene influencia sobre el Pneumático; y a este respecto podemos citar lo que dice Sankarâchârya.
"El Yogui, habiendo atravesado el mar de las pasiones, está unido a la Tranquilidad y se regocija en el Espíritu."
"Habiendo renunciado a los placeres que nacen de los objetos externos perecederos, y gozando de las delicias espirituales, está en calma y sereno como la llama bajo un apagavelas, y se alegra en su propia esencia."
"Durante su residencia en el cuerpo, no es afectado por sus propiedades, como el firmamento no es afectado por lo que flota en su seno; conociendo todas las cosas permanece no afectado por las contingencias."
A partir de ahí podemos comprender el verdadero sentido de la palabra Nirvana, de la cual se han dado tantas falsas interpretaciones; esta palabra significa literalmente "extinción del soplo o de la agitación", o sea el estado de un ser que ya no está sometido a ninguna agitación, que está definitivamente liberado de la forma. Es un error muy extendido, al menos en Occidente, creer que no hay nada cuando no hay forma, cuando en realidad es la forma lo que no es nada y lo informal lo es todo. Así, el Nirvana, muy lejos de ser el aniquilamiento como han pretendido algunos filósofos, es por el contrario la plenitud del Ser.
De todo lo que precede, podríamos sacar la conclusión que no hay que actuar; pero sería inexacto, sino en principio, al menos en la aplicación que quisiéramos hacer. En efecto, la acción es la condición de los seres individuales, pertenecientes al Imperio del Demiurgo; en el Pneumático o el Sabio en realidad no hay acción, pero en tanto que reside en un cuerpo, tiene las apariencias de la acción; exteriormente, es en todo parecido a los demás hombres, pero sabe que no es más que una apariencia ilusoria, y esto es suficiente para que esté liberado de la acción, puesto que es a través del Conocimiento como se obtiene la liberación. Por eso mismo, el que está liberado de la acción ya no está sujeto al sufrimiento, ya que el sufrimiento es un resultado del esfuerzo, por tanto de la acción, y esto es en lo que consiste lo que llamamos la imperfección, aunque en realidad no haya nada imperfecto.
Es evidente que la acción no puede existir para aquel que contempla todas las cosas en sí mismo como existiendo en el Espíritu universal, sin ninguna distinción de objetos individuales, tal como expresan estas palabras de los Vedas: "Los objetos difieren simplemente en designación, accidente y nombre, como los utensilios terrestres reciben diferentes nombres, aunque solamente sean diferentes formas de tierra." La tierra, principio de todas esas formas, es en sí misma sin forma, pero las contiene a todas en potencia; tal es también el Espíritu universal.
La acción implica cambio, es decir la destrucción incesante de formas que desaparecen para ser reemplazadas por otras; son las modificaciones que llamamos nacimiento y muerte, los múltiples cambios de estado que debe atravesar el ser que todavía no ha alcanzado la liberación o la transformación final, empleando esta palabra transformación en su sentido etimológico, que es el de pasaje fuera de la forma. El apego a las cosas individuales, o a las formas esencialmente transitorias y perecederas, es propio de la ignorancia; las formas no son nada para el ser que se ha liberado de ellas, y por eso, incluso durante su residencia en el cuerpo, no le afectan en nada sus propiedades.
"Así se mueve libre como el viento, pues sus movimientos no están afectados por las pasiones."
"Cuando las formas son destruidas, el Yogui y todos los seres entran en la esencia que todo lo penetra."
"Es sin cualidades y sin acción, imperecedero, sin volición; feliz, inmutable, sin rostro; eternamente libre y puro."
"Es como el éter, expandido por todas partes, y que penetra al mismo tiempo el exterior y el interior de las cosas; es incorruptible, imperecedero; es el mismo en todas las cosas, puro, impasible, sin forma, inmutable."
"Es el gran Brahma, que es eterno, puro, libre, uno, incesantemente feliz, no dual, existente, perceptivo y sin fin."
Tal es el estado al que llega el ser por el Conocimiento espiritual; así es liberado para siempre jamás de las condiciones de la existencia individual, liberado del Imperio del Demiurgo. Traducción: Antonio Guri y P. Vela 
 
NOTAS
*      Reproducimos aquí el texto que, creemos, ha sido el primero, si no en ser redactado, sí al menos publicado por René Guénon. Apareció en el primer número de la revista La Gnose, que data de Noviembre de 1909. (Nota de Roger Maridort, que preparó la edición de Mélanges.) (R)
1      ¿Si Dios es, entonces de dónde el Mal, si no es, entonces de dónde el Bien?". (N. de T.) (R)
2      "De la nada, nada surge; y a la nada, nada puede retornar". (N. de T.) (R)