EL CRISTIANISMO Y LA REENCARNACIÓN
Ayer estaba leyendo un artículo que decía que actualmente, el 40% de los católicos creen en la reencarnación, y debajo, estaba la reacción de un sacerdote diciendo que: “¡la reencarnación no es un concepto católico, y que cualquier católico que crea en la reencarnación, en realidad no lo es!”
Hace tiempo leí un libro sobre las “enmiendas” que ha sufrido el catolicismo y la biblia, entre las cuales decía que:
“la reencarnación formaba parte de las creencias de los cristianos originales”; pensando en esto, me conseguí este escrito en internet que me pareció muy interesante.
En ningún caso se trata de una crítica del catolicismo, sino de un estudio objetivo
Dentro del Cristianismo este concepto ha sido muy mal interpretado en muchas ocasiones, llegando hasta el punto de haber sido declarado anatema (herejía) en cierto momento histórico por razones políticas cuando el Cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano. Esto ocurrió a pesar de que el concepto de la Reencarnación se encontraba claramente en La Biblia y era profesado por algunos padres de la Iglesia.
Afortunadamente, gracias a la investigación de muchos historiadores y al descubrimiento reciente de varios documentos históricos que revelan nuevas perspectivas sobre los orígenes del Cristianismo, hoy sabemos cómo, cuándo y por qué ocurrió este aparente desacuerdo entre la Teología Cristiana oficial y la doctrina de la Reencarnación.
Si la reencarnación era una idea en circulación entre los primeros Cristianos, ¿por qué ha desaparecido de la religión Cristiana tal y como la conocemos hoy?
Es difícil de creer, pero, ¡quien proscribió el concepto de reencarnación del Cristianismo fue… ¡un emperador romano! Y lo hizo por propósitos muy mundanos.
A principios del siglo cuarto, las más fuertes facciones Cristianas pugnaban unas con otras por influencia y poder, mientras que al mismo tiempo el Imperio Romano se desmoronaba.
En el año 325 DC., en una movida para tratar de renovar la unidad del imperio, el dictador absoluto Emperador Constantino convocó a los líderes de las facciones Cristianas en pugna al Concilio de Nicea.
El les ofreció lanzar todo su poder imperial a favor de los Cristianos si ellos resolvían sus diferencias y acordaban un credo único. Las decisiones que se hicieron en este concilio crearon la fundación de la Iglesia Católica Romana. (Al poco tiempo, los libros de la Biblia serian editados y ‘corregidos’ también).
A favor de la unidad, todas las creencias que entraran en conflicto con el nuevo credo serian descartadas; en el proceso, las facciones y los escritos que soportaban la reencarnación, fueron desechados.
Aparentemente, algunos Cristianos, continuaron creyendo en la reencarnación aún después del Concilio de Nicea, porque en el año 553 DC., la Iglesia tuvo la necesidad de enfrentar de nuevo el concepto de la reencarnación y condenarlo explícitamente.
En el Segundo Concilio de Constantinopla el concepto de la reencarnación, unido con otras ideas bajo el término “preexistencia del alma”, fue decretado como un crimen merecedor de la excomunión y condenación eterna (anatema).
Verás:
En el año 543 de la era presente, el Emperador Justiniano I (considerado por los historiadores como el último emperador romano), convocó un sínodo en Constantinopla, con el único propósito de condenar las enseñanzas de Orígenes sobre la doctrina de la reencarnación aunque el pretexto fue otro: Deliberar sobre los “Tres Capítulos” de las iglesias disidentes (consideradas por Justiniano como rebeldes y heréticas) que no se encontraban bajo el poder directo de Roma. Orígenes era en ese entonces, el más respetado y amado Padre de la Iglesia Cristiana original.
El Mandato Imperial contra el Papa
El concilio, conocido también como el Segundo Concilio Ecuménico fue presidido por Eutiquio, aspirante al patriarcado de Constantinopla, obviamente sujeto a Justiniano, y contó con la presencia de 165 obispos.
Pero el Papa Virgilio, cuya presencia había sido requerida por el Emperador, se opuso fuertemente al concilio y se refugió en una iglesia en Constantinopla, temeroso de la ira vengativa del malvado Emperador.
El Papa no estuvo presente en ninguna de las deliberaciones ni envió representante alguno y por lo tanto, jamás aceptó que la doctrina de la reencarnación fuera proscrita del credo cristiano.
El concilio, bajo el total control del Emperador y en la ausencia del Papa, elaboró una serie de anatemas; unos historiadores dicen que fueron 14 y otros que fueron 15, anatemas que fueron dirigidas intencionalmente en contra de las tres escuelas de pensamiento a las que calificaron como heréticas, cuyas creencias Justiniano veía como enemigas de sus intereses políticos y que tenían a Orígenes como su teólogo más respetado.
Dichos documentos fueron conocidos, a partir de entonces como “Los Tres Capítulos”. Dos de los anatemas elaborados por Justiniano, son los siguientes:
1. Quien dijese o pensase que las almas humanas pre-existían como espíritus y poderes santos pero que llegaron a saciándose de la visión de Dios se tornaron malas y que debido a esto el amor divino dentro de ellas se extinguió y de este modo se convirtieron en almas condenadas a ser encarnadas en cuerpos como castigo, sea anatema.
2. Quien dijese o pensase que el alma del Señor preexistía unida a Dios el Verbo antes de la Encarnación y su Concepción en la Virgen, sea anatema.
Muchos de los Padres de la Iglesia Cristiana aceptaban la enseñanza de lo que llamaban, Cristianismo Esotérico (o Sabiduría Escondida) que defendía la verdad sobre la Reencarnación. Por ejemplo:
“No puse por escrito todo lo que pienso pues hay un cristianismo esotérico que no es para toda la gente.”
San Clemente de Alejandría
(150-220).
“El Alma vive más de una vez en cuerpos humanos, pero no puede
recordar sus experiencias anteriores.”
Diálogo con Trifo. Justino
Mártir (100-165).
Considerado el Padre de la Ciencia de la Iglesia, Orígenes (185-254) sostenía:
“La preexistencia del alma es inmaterial y por tanto sin principio ni
fin de su existencia. Las predicciones de los evangelios no pueden
haberse hecho con la intención de una interpretación literal. Hay un
progreso constante hacia la perfección. Todos los espíritus fueron
creados sin culpa y todos han de regresar, por fin, a su perfección
original. La educación de las almas continúa en mundos sucesivos.
El alma frecuentemente encarna y experimenta la muerte. Los cuerpos son como vasos para el alma, la cual gradualmente, vida tras vida debe ir llenándolos. Primero el vaso de barro, luego el de madera, después el de vidrio y por último los de plata y de oro.”
¡Es en este evento, presidido por un monarca y no por un religioso, que el cristianismo condena la idea de la reencarnación!
Pero el poder de Justiniano fue más que suficiente para hacer que su decisión personal de proscribir la reencarnación del canon cristiano prevaleciera por encima de las creencias del mismo Papa.
Los sucesores de Virgilio, incluyendo a Gregorio el Grande (590-604), aunque se ocuparon de diversos asuntos que surgieron a partir del Quinto Concilio, no mencionaban en lo absoluto nada acerca de los conceptos de Orígenes relativos a la doctrina de la reencarnación.
Lo que Justiniano hizo, fue forzar la aceptación de su decisión personal a lo que parece ser meramente una sesión de obispos que nunca fue realmente un concilio, ya que no contó ni con la presencia ni con la aprobación del Papa.
Después de todo, ¿qué obispo podría haberse opuesto a él y rehusarse a seguir sus órdenes?
Es a partir de entonces, que la noción de la reencarnación, desapareció del pensamiento cristiano en Europa, y muchos creen todavía hasta el día de hoy, que la no aceptación de la reencarnación es un verdadero dogma inspirado.
¡Todo por la decisión de…un emperador romano!
Es un hecho que algunos grupos Cristianos y escritores, aceptaban la reencarnación como una extensión de las enseñanzas de Jesús de Nazareth.
Orígenes de Alejandría, uno de los aclamados Padres de la Iglesia y descrito por San Gregorio como “el Príncipe de la enseñanza Cristiana en el tercer siglo”, escribió:
“Cada alma viene a este mundo fortalecida por la victorias y debilitada por las derrotas de sus vidas anteriores”.
¿Por qué la Iglesia se esfuerza tanto en desacreditar la reencarnación?
El impacto psicológico de la reencarnación puede ser la mejor explicación.
1.-Una persona que cree en la reencarnación asume responsabilidad por su propia evolución espiritual a través del renacer.
2.-Él o ella no necesitan sacerdotes, confesionarios o rituales para evitar “la maldición” (ideas estas, que por cierto, no son parte de las enseñanzas de Jesús).
3.-Esa persona necesita solamente ocuparse y responsabilizarse de sus propios actos hacia él mismo y hacia los demás, es decir, “hacia su prójimo”
4.-Creer en la reencarnación elimina el miedo al “infierno eterno”, concepto absolutamente inexistente; (La Eternidad Pertenece solo a Dios, ¡El bien Supremo!) También, creer en la reencarnación, elimina el aberrante concepto de, un “dios cruel vengativo y homicida creado por la ignorancia humana”, conceptos que la Iglesia usa para disciplinar a su rebaño.
En otras palabras, la reencarnación directamente, socava la autoridad y el poder de la dogmática Iglesia.
No es de extrañar entonces que la reencarnación ponga a los Defensores de La Fe tan nerviosos.
La Iglesia estaba defendiendo en ese acto extravagante la doctrina del cielo y del infierno y las penas eternas porque, centraba más poder en sus manos.
Y de esa forma, la reencarnación fue proscrita, ¡en un de los más graves equívocos cometidos por el Cristianismo!
En La Biblia existen suficientes referencias al fenómeno de la reencarnación, las cuales permiten argumentar que el antiguo pueblo de Israel, conocía el concepto, e inclusive para algunos de sus grupos, la reencarnación era parte esencial de sus creencias, especialmente en grupo como los Esenios, y otros que practicaban la Cábala (Kabbalah).
A pesar de que en los concilios referidos, se proscribió la reencarnación, “borrándola de la biblia”, hay muchos pasajes bíblicos que hablan de reencarnación.
Para los cristianos en particular, las citas más importantes sobre la reencarnación pueden ser encontradas en las propias palabras de Jesús en los Evangelios.
Veamos algunos ejemplos a continuación.
Durante el pasaje de la transfiguración Jesús dice a sus discípulos:
“Elías ya vino, y no lo reconocieron sino que hicieron con él todo lo que quisieron. De la misma manera va a sufrir el Hijo del Hombre a manos de ellos. Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de Juan el Bautista”.
(Implicando que Juan el Bautista era la reencarnación del profeta Elías).
-Mateo 17:10-13, Marco 9:11-13, Lucas 9: 33
Jesús habla a sus discípulos sobre Juan el Bautista:
“Y si quieren aceptar mi palabra, Juan es el Elías que había de venir. El que tenga oídos, que oiga”.
(Explícitamente declarando que Juan el Bautista es la reencarnación del profeta Elías).
-Mateo 11:14-15
A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.
Y sus discípulos le preguntaron:
–“Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres? Ni él pecó, ni sus padres –respondió Jesús–, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.
(Implicando que el hombre había vivido previamente, antes de nacer ciego en la presente existencia).
- Juan 9:1-3
“Todos los que empuñen espada, a espada perecerán”.
(Mateo 26.52).
La Iglesia ha preferido infundir en nosotros el temor al “infierno eterno” y a “la condena eterna”, ¡antes que concedernos el conocimiento, indispensable para poder elegir y ser independientes de la obediencia ciega, o de las promesas de entrar en el Paraíso!
“Muchas otras cosas hay que hizo Jesús, que si se escribieran una por una, me parece que no cabrían en el mundo los libros que se habrían de escribir.”
Juan 21:25.
Se dice que la Biblia no enseña la Reencarnación porque en ella no está escrita esta enseñanza y por lo tanto no existe esa posibilidad.
Pero, esta afirmación ignora el hecho de que: en los concilios referidos más arriba, se proscribió la reencarnación, “borrándola de la biblia”.
Además, Jesucristo entregó su Enseñanza estratificada para el círculo interno y para el círculo externo, para lo público y para lo privado, como claramente lo destacan estos versículos bíblicos:
“No deis a los perros las cosas santas, ni echéis vuestras perlas a los cerdos.”
Mateo 7:6.
“Porque a vosotros se os ha dado conocer los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no se les ha dado…Por eso les hablo en parábolas, porque ellos viendo no miran y oyendo no escuchan, ni entienden.”
Mateo 13:11,13.
“Todas estas cosas las dijo Jesús en parábolas al pueblo y sin parábolas no les predicaba.”
Mateo 13:34,35.
“A vosotros se os ha concedido saber el misterio del reino de DIOS, pero a los que son extraños todo se les anuncia en parábolas.”
Marcos 4:11.
“Con muchas parábolas les predicaba la palabra, conforme a la capacidad de los oyentes y no les hablaba sin parábolas; bien es verdad que aparte se lo descifraba todo a sus discípulos.”
Marcos 4:33,34.
“A vosotros se os ha concedido entender el misterio del reino de DIOS, a los demás se les habla en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan.”
Lucas 8:10
A pesar del decreto del 553, la creencia en la reencarnación persistió entre los creyentes de fila. ¡Hicieron falta otros mil años y mucho derramamiento de sangre para borrar completamente el concepto!
A principios del siglo trece, (1200) los Cataros, una devota e iluminada secta de cristianos que creían en la reencarnación, florecieron en Italia y en sur de Francia.
El Papa lanzó una cruzada para detener “semejante herejía”, ¡medio millón de personas fueron masacradas, villas completas de una sola vez, y los Cataros fueron totalmente barridos del mapa!
Esta purga impuso el tono de la brutal Inquisición que comenzaría pronto. No solo la creencia en la reencarnación era causa de persecución, sino, cualquier idea metafísica que cayera fuera del dogma de la Iglesia.
HOY, DEBIDO A LA NATURAL EVOLUCIÓN HUMANA Y AL DESPERTAR MENTAL QUE ACTUALMENTE SUCEDE, DESPERTAR QUE NO ES IGUAL PARA TODOS, DADO QUE HAY ALMAS CON MÁS Y CON MENOS EXPERIENCIAS, LA MAYORÍA ACEPTA LA REENCARNACIÓN Y OTRAS VERDADES, PERO… POR INSPIRACIÓN Y NO POR DOGMA.
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