En
medio de las candentes arenas del desierto, como el espejismo de un oasis de
frescas aguas y ondulantes palmeras, bañada por frescos riachuelos provenientes
de los ríos Tigris y Éufrates, orgullosa
se levanta la perla de oriente, la
Ciudad de Bagdad. Con brillo de oro se elevan al cielo sus
torres y minaretes y sus plazas y callejas empedradas, ven el diario deambular
de caravanas de camellos, que acuden a la ciudad con la población más
cosmopolita de la tierra, mercaderes con un sinfín de productos pregonan
durante todo el día los bienes que ofrecen al pueblo, curanderos que aseguran
tener las mejores pomadas y brebajes para la cura de las más raras dolencias,
faquires recostados en sus camas de clavos, tragando sables, o antorchas
encendidas, encantadores de serpientes que con sus flautas de encantadora
melodía adormecen en un dulce letargo a las temibles cobras, adivinos con bolas
de cristal y cartas del Tarot, magos y prestidigitadores, hombres cultos
empapados en las ciencias, poetas que cantan sus odas de amor y literatos que
narran las peripecias del harem del sultán Al Raschid, cual cuento de las mil y
una noches.
Cuando
el primer rayo del sol despunta en el arenoso horizonte y apenas sobre el fondo
de un cielo azul claro, puro y brillante, la rosada aurora confunde el oro del
astro rey con el azul, en ese momento, el momento del primer suspiro de Alá, se
escucha el melodioso canto del salmista, que desde el más alto minarete, invita
a los fieles a orar y ofrecer las obras del día a aquél por quien todo fue
hecho. El pueblo desenrolla sus esteras y se arrodilla con la vista hacia la
sagrada ciudad de La Meca, inclinan la cabeza hasta el suelo y agradecen al
dispensador de todos los bienes un nuevo día a su servicio, después de
terminadas las oraciones, desparrámanse por plazas y callejas, los hombres van
a su labor, las mujeres en busca de vituallas y los chiquitines en medio del
bullicio de sus risas y algarabía se entretienen en juegos infantiles.
La plaza mayor, de la que parten siete calles e
infinidad de callejuelas, esa que tiene un gran estanque donde se vuelca el
agua dulce, fresca y cristalina de sus 33 fuentes, es el corazón de la ciudad,
en ella se encuentra el mayor centro de cambio, compra y trueque de
mercaderías, a ella acuden comerciantes, vendedores y compradores de todas las
regiones cercanas a la gran ciudad, en busca de todo aquello que la
voluptuosidad humana desea tener en propiedad.
Ahí,
en medio del centro de cambio, en una tienda de piel de camello, sobre una alfombra
persa que otrora luciese vivos colores y ahora pálida, raída y muy limpia,
envuelto en un fino vapor de incienso que recuerda la madera del Sándalo y la
corteza de la Canela ,
y hace pensar el la sutileza de la Gloria de Alá, Yourself, un viejo Sufí, con
su túnica y turbante, blancos como la nieve, de nariz aguileña y de luenga
barba blanca, que se confunde con la blancura del ropón, y ojos grises en los
que brilla la comprensión de la vida, profundos por la experiencia de los años
y tiernos por el amor a sus semejantes, inicia las actividades del día, dándole
gracias al señor por un día más de vida que le brindará nuevas oportunidades,
desdobla su esterilla tan rápidamente como su cansado cuerpo se lo permite, se
pone de rodillas, inclina el cuerpo hasta tocar el suelo con su frente en señal
de humildad, reconocimiento y acatamiento y canta las loas al Señor Alá.
Yourself,
el viejo Sufí, se gana la vida vendiendo toda clase de baratijas, mas al decir
de cuantos le conocen, está loco o no tiene entendimiento, convirtiéndose en la
burla de sus compradores, quienes, muchos de ellos, como Saddam, que al comprar
sus artículos le ha pagado con moneda falsa que en un principio vio con recelo
pero que aceptó sin ninguna protesta.
Algunos
otros, como Barush, después del regateo de precio, que ha fijado a su
conveniencia, ha afirmado haberle pagado sin haberlo hecho, y él, aceptó su
palabra de buena gana y sin dudas. En
fin, otros, cuando por el azar rompen el artículo comprado, le argumentan que
así se los ha dado y él de buena voluntad les cambia el artículo o les devuelve
el dinero que supuestamente han pagado por el.
El
tiempo pasó y se llevó con las horas, las energías de nuestro buen amigo cuyas
fuerzas fueron menguando. Un día sintiendo próxima la hora de su
desprendimiento de la materia, de rodillas sobre su vieja alfombra y
cubriéndose los ojos con las palmas de las manos, se dirigió al Todopoderoso en
su última oración de súplica:
"...Ay, Señor, Dios mío, fuente de toda bondad
y magnificencia, mira a este pecador que tantas veces ha ofendido a sus
hermanos en el pensamiento, creyendo que le pagaban con moneda falsa, cuando,
¿quién son yo?, inculto e iletrado, para darme por conocedor de todas las
monedas que circulan por el mundo; o cuando creía que no me habían pagado por
mis mercaderías, cuando estas gentes de buena fe, ya lo habían hecho; o aún
peor, cuando a cambio de sus monedas honradas les daba artículos
defectuosos"
"...Ay, Señor, Dios mío, mírame, YO SOY la
única moneda falsa, el único artículo defectuoso que tan caro ha costado a la
humanidad, y a pesar de ello, mis hermanos en su infinita bondad, jamás me han
juzgado en su corazón, por lo contrario, siempre han dado por sentado que no se
lo que hago y disculpan mis impertinencias.."
"...Ay, Señor. Dios mío, no me juzgues con
dureza, Señor, que no se parezca Tu corazón al mío y acepta aunque sea en un
rincón de Tu paraíso, aunque alejado de Tu Presencia, a esta moneda falsa, a
este artículo defectuoso"
Expiró
nuestro buen amigo, y en el momento de entregarse al Creador, se oyó una voz
que le decía:
"....YOURSELF, ¿cómo es posible juzgar a quien
no ha juzgado a los demás?, ven mi talento de oro, déjame tenerte por siempre
en el hueco de la palma de mi mano”.
L\ I\ F\
Xalapa, Enríquez, Ver., 6 de noviembre
de 2008, E\ V\
A\M\ SHUN KUGA
LA FE SIEMPRE CONFIA, LA ESPERANZA SIEMPRE INSISTE, EL
AMOR SIEMPRE ES
FE NO ES CREER, FE ES CREAR
"¿Have
you exercised your obligations today?"
"¿Vous avez exercé vos serments aujourd'hui?"
"¿Vous avez exercé vos serments aujourd'hui?"
"¿Has practicado tus juramentos
hoy?"
Canticum graduum David ecce quam bonum et quam
decorum habitare fratres in uno
Sicut unguentum optimum in capite quod descendit
in barbam, barbam Aaron quod descendit super oram vestimentorum eius
Sicut ros Hermon qui descendit super montana
Sion quoniam ibi mandavit Dominus benedictionem vitam usque in aeternum
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