sábado, 22 de agosto de 2015

Nahualcoatl

            Criada en el respeto y obediencia a sus mayores y, al cuidado del sagrado hogar, creció Xuchitl, en el seno de una de las tantas familias Náhuatl que se habían asentado en el islote en medio del lago en el que un águila, parada sobre un nopal, devoraba una serpiente, la vida había transcurrido como en todas las demás familias, al cumplir los 12 años, la belleza morena de la hermosa Xuchitl fue prometida al valeroso guerrero Ah-Kim, quien a sus 16 años, ya se había ganado, por su valor, un lugar importante en los ejércitos del señor al que no se le podía mirar a la cara y, después del año que marcaba la etiqueta, se celebraron los esponsales entre sacrificios a los dioses, guisos de guajolote, asados de armadillo y bebidas de cacao, pulque y aguamiel.

            Aún no se cumplían los 10 meses después de los esponsales cuando se presentó el parto del primogénito de Ah-Kim y Xuchitl. Xuchitl, recostada en la estera, esperaba la llegada de la temixiuitiani, experimentada comadrona que en su momento la había recibido al nacer y que ahora habría de auxiliarla en el parto de su primogénito y lavaría la tierna piel del recién nacido de los pecados de los padres.

            Sin dejarse oír, lentamente, con su reptar silencioso y lento, Coatl, la peligrosa víbora de cascabel había rebasado el quicio de la choza y, lentamente, atraída por los movimientos de la madre y el olor del parto, se iba aproximando a la estera en que Xuchitl reposaba, su lengua bífida salía repetidamente de la boca, aspirando el aire y percibiendo los olores de la choza, presta al ataque, traicionera como todas las de su especie, astuta y sigilosa; acertaba a pasar por la choza el viejo Naualli Elocuiltic, gran conocedor de las hierbas y sus poderes curativos, en cuyos conocimientos y pericia el pueblo entero confiaba, quien viendo lo que ocurría y, avezado en el manejo de reptiles, se acercó cuidadosamente al peligroso ofidio y, sin dañarlo, lo tomó del cuello inmovilizándolo, para depositarlo dentro de su morral de yute, hechos que ocurrían en el momento en que un fuerte varoncito, gritando, reclamaba a la vida un sitio para él dentro de ella, así fue como nació, de la belleza de Xuchitl y la valentía de Ah Kim, aquél a quien por los acontecimientos que rodearon su nacimiento, pusieron por nombre NAHUALCOATL.

            Los adivinos fueron convocados, se hizo el estudio de los cielos ya que los cuerpos celestes influyen de alguna forma, o aun determinan, los sucesos en la tierra, así mismo se hizo el sacrificio de una virgen por los augures, para encontrar el destino de Nahualcoatl, se consultó el vuelo de las aves y el volar de las mariposas, estos, y los acontecimientos fuera de lo normal que sucedieron en su nacimiento, hicieron a todos coincidir en que el jovencito estaba llamado a realizar grandes proezas dentro de su pueblo, se vería asediado por las dudas y las luchas internas, pero su espíritu más fuerte que su naturaleza humana al fin, sobreponiéndose, vencería en la lucha.
            Los años pasaron, el Calmecac, el Telpochcally y el Calpulli le abrigaron en sus brazos, el estudio de los climas, de la historia de la tribu desde su partida de Aztlán, el conocimiento de los ríos y mares, de las montañas, bosques y desiertos, el aprender las normas de vida en comunidad y el respeto a los mayores, ocuparon su infancia, pero todos los conocimientos fueron insuficientes para satisfacer los deseos de saber del joven Nahualcoatl, aunque su personalidad  inquieta le hizo merecedor de todo tipo de castigos por parte de sus maestros, que a sus espaldas sonreían de sus travesuras y ocurrencias, que presagiaban algo más que en el común de sus otros alumnos.

            Al cumplir los doce años, junto con los compañeros de su edad, debió ingresar al Sagrado Templo de Huitzilopochtli, en el corazón de la ciudad de Tenochtitlán, para iniciar su servicio al templo, tiempo durante el que debería dedicarse al estudio de los ritos, a la oración y penitencia a los dioses, sangrarse de brazos, piernas, sexo y orejas cuatro veces por día asperjando su sangre a los cuatro puntos cardinales, dormir poco, comer menos y mantener vivo el fuego sagrado. Al ser presentado al sacerdote Mictlán, quien se encargaba de los jóvenes al servicio del templo, el Gran sacerdote Topiltzin les refirió: Éste es el oficio de Huitzilopochtli, nuestro dios que ha venido para recoger y atraer para él y a su servicio todas las naciones, con la fuerza de su pecho y de su cabeza; desde ese momento quedaba al servicio del templo bajo la vigilante mirada del sumo sacerdote Mictlán.

            Al cabo de 26 meses lunares, al inicio de los cinco días nefastos, fue relevado junto con su grupo de las obligaciones para con el Templo, y admitido un nuevo grupo de jóvenes que iniciaban su servicio a Huitzilopochtli. De los jóvenes salientes, algunos irían a los campos de labor, a cultivar la tierra y ayudar en la cosecha de frutos, hortalizas, cacao, café, maíz y otros granos; otros formarían parte de los ejércitos del señor al que no se le puede mirar a la cara y sólo unos cuantos optarían por quedarse al servicio del templo y ésta fue la opción escogida por Nahualcoatl. El hombre genuino, como espíritu inmortal encarnado en un cuerpo físico perecedero, estaba presto a iniciar la proeza de la iniciación en la ciudad santa de Teotihuacán, tenía el anhelo de convertirse en un foco de luz, en un manantial de sabiduría, para ser guía espiritual de sus hermanos, los hombres.

Llegó el día de la partida a la ciudad de Sagrada de Teotihuacán, el tunkul y el teponaxtle rítmicamente marcaban el compás de la procesión, al frente del cortejo, Topiltzin, el gran sacerdote de Huitzilopochtli, detrás de él las tres sacerdotisas del fuego sagrado, con grandes sahumerios en las manos del que salían volutas de humo de copal, tras ellas Nahualcoatl y los aspirantes a la iniciación al sacerdocio y por último los sacerdotes de grados menores, a los lados del cortejo sonaban los timbales y el pueblo regocijado hacía rugir las caracolas marinas, los nuevos temiquiantilli iban al encuentro de su destino; el pueblo acompañó al cortejo hasta la salida del pueblo, de ahí el cortejo se encaminaría a la Santa Teotihuacán.         Bajo la custodia de Topiltzin, un hombrecillo pequeño, enjuto, de carnes flacas y arrugadas, de nariz aguileña y  pelo endurecido por la sangre de los sacrificios en él coagulada, que le hacía despedir un olor fétido a carroña y putrefacción, de mirada escrutadora y esquiva y, sonrisa sarcástica, inició Nahualcoatl sus estudios de la magia ceremonial Azteca, el manejo de los elementos y el orden de las ceremonias.

            Al llegar, fueron conducidos a la Ciudadela, encerrados en el túnel que de sur a norte se encuentra en la base del Templo de la tierra, el templo de Centeotl, ahí se encontraba la primera prueba, vencer a la tierra, vencer la tierra de sus propios cuerpos, vencer los deseos, vencer las pasiones bajas, vencer el hambre, vencer la sed; aprendería que de la tierra se producen frutos que alimentan tanto a hombres como a animales y frutos venenosos que pervierten o matan a los semejantes y a sí mismo; aprendería que su cuerpo podía producir frutos que alimentarían a sus semejantes o frutos aberrantes que les matarían, aprendería que de la tierra brotan plantas medicinales, aprendería que su cuerpo podía ser entrenado para curar a sus semejantes; aprendería que de la tierra brotan plantas aromáticas de perfumes gratos a los sentidos, aprendería por el trabajo corporal podía hacer que de su cuerpo brotaran perfumes de paz y armonía en los corazones de sus semejantes, suya era la elección, ser un constructor, o ser un destructor, pero sin duda alguna sería un sembrador, la cosecha sería de lo que sembrase.

            El humo del Copal elevaba su espíritu hasta Tonantzin, la diosa Madre y se sentía transportado a otros mundos durante sus meditaciones, sin embargo no dejaba de horrorizarse ante los ritos de sacrificios humanos, los dioses cada vez requerían mayor número de sacrificios y cada vez se hacía sentir más el poder de los sacerdotes que elegían a sus víctimas de acuerdo a sus propios intereses.

            Fue entrenado en las artes marciales Náhuatl, en la relajación del cuerpo, en el arte de la verdadera curación, en el manejo de los canales nerviosos, y en la armonía de los cuerpos que forman el cuerpo físico; al cabo de 39 meses lunares salió del subterráneo, un vigilante parado sobre el primer cuadrilátero sagrado encendió al ritmo de tunkules y caracolas una antorcha, en señal de que el candidato había salido vencedor en su primera prueba. La celebración duró tanto como los cinco días nefastos.           La noche del último día nefasto, la procesión recorrió la avenida entre la Ciudadela y el Templo de Quetzalcóatl el dios del aire, en cada cuadrilátero un vigilante con una antorcha encendida, al llegar al templo y a una señal todos los vigilantes a excepción del que se ubicaba en el cuadrilátero de la tierra apagaron sus antorchas.

            Nahualcoatl fue recibido por los sacerdotes de Quetzalcóatl.

            Aprendería los secretos de la respiración y la meditación; aprendería el arte de salir de su cuerpo para hablar con los dioses; conocería a los habitantes del aire y en medio de los huracanes y los ciclones de los pensamientos, venciendo el poder del aire les arrancaría el secreto de silenciar la mente. El elemento aire, como encargado del pensamiento y la palabra, inspiraría, aconsejaría y habría de agudizar su menteLa comunión con lo divino sucede cuando la energía condicionada, individual, y espontánea entra en la no-acción. Para que esto le suceda a nuestra mente condicionada deberá comprender sus propias limitaciones, volver al centro y relajarse en su propio ser, sin ningún deseo de alcanzar o de llegar a ser. Cuando la mente condicionada se relaja, hay silencio. Aprendió a abandonar las expectativas y los deseos, a pasar un poco de tiempo sentado y en silencio. Sentado con la columna y la cabeza en la vertical, respirando cómodamente y con gracia, con profundidad, y el cuerpo sentado, en relación con la tierra. Se sentaba con una relajada atención meditativa, durante horas. Sin rigidez, ni pasividad, sin modorra, ni pereza y cada fibra atenta, vibraba de frescura y de vigilante sensibilidad. Mantenía los ojos cerrados hasta que aprendió a tenerlos abiertos sin observar nada en particular. Permanecía en la dimensión del silencio, lugar, aislamiento, sin interferencias. Observaba el movimiento de la respiración, dónde y cómo la sentía.

            26 meses lunares vivió en el templo de Quetzalcóatl la meditación, la contemplación, pronto surtieron efectos que se tradujeron en dulces versos a la vida, a la naturaleza, al amor, y largas composiciones en manuscritos secretos donde empezó a consignar la sabiduría de las ciencias. Pero bien sabido es que todo dulce tiene su amargo, y así las dudas se cernían a su alrededor y la duda no permitía el descanso de la mente que infatigablemente buscaba la verdad a sus cuestionamientos.

            Al cabo de ese tiempo, salió del templo de Quetzalcóatl, dos vigilantes con una antorcha encendida en los cuadriláteros de la tierra y del aire   proclamaban al son de caracolas, tunkules y teponaxtles al vencedor del elemento aire, nuevamente durante los cinco días nefastos se realizó la celebración y al término de ellos se inició una nueva prueba.

            La noche del quinto día la procesión recorrió la calzada entre el templo de Quetzalcóatl al templo del agua, el templo de Tlaloc, en él aprendería los componentes del agua y el papel que esta desempeña en la economía de la vida animal, vegetal, mineral y espiritual de la Tierra.      Aprendería a dominar sus deseos, sentimientos y emociones, conocería a los habitantes del elemento agua y en medio del remolino y las corrientes de las emociones les arrebataría el secreto de la virtud. Tenía que iniciarse en el conocimiento de sus sentimientos, sus emociones, los sueños, el inconsciente y desde luego el más importante, el poder de la intuición, los deseos y temores ocultos en el fondo del lago del alma. Tenía que incursionar en la inspiración espiritual, la meditación, los estados de trance y la imaginación creativa, la literatura con los poemas del Rey Netzahualcóyotl a la cabeza, los cuentos y todas las manifestaciones del arte. 26 meses lunares después, la espiritualidad  había ganado nuevamente la partida, los sacerdotes en procesión retiraban a Nahualcoatl del templo de Tlaloc, un vigía en cada uno de los cuadriláteros de la tierra, el aire y el agua, anunciaban solemnemente, que un hombre había vencido ya a tres de los elementos.        Durante los cinco días nefastos se realizó la celebración, el júbilo del pueblo adivinaba que entre ellos se encontraba un elegido de los dioses y lo celebraba con júbilo y magnificencia.

            En la noche del quinto día la procesión marchó por la calzada del templo de Tlaloc al templo del fuego, el temible dios Xiuhtecuhtlitletl Tonacahtecuhtli, en él aprendería que no sólo se origina por la combustión o el frotamiento de los pedernales en la yesca, conocería el fuego que habita en el centro de la tierra, aprendería a conocer el fuego interno, el fuego de las pasiones, conocería de cerca la ira, la cólera, el egoísmo, la lujuria, y todos los elementos que como lenguas de fuego lamen el alma del hombre y le envilecen degradándole en la escala animal. Pero también aprendería la fuerza de la voluntad, la valentía, el coraje y la pasión por la vida, aprendería a enfrentar nuevos retos y a correr riesgos, aprendería a crear en su interior el fuego sagrado aquél que habría de guiarle en sus ratos de confusión.

            Al cumplirse los 13 meses del año lunar, salió en solemne procesión del templo del fuego, cuatro vigilantes con sus antorchas encendidas en cada uno de los cuadriláteros de la ciudadela anunciaban que del templo del fuego había emergido un semi-dios. Durante los días nefastos se celebró por el pueblo el triunfo de Nahualcoatl y en la noche del último el gran sacerdote en procesión guió a Nahualcoatl al templo de las mariposas, el templo de las flores volantes en libertad, EL TEMPLO DE LAS ALMAS.

            Durante 13 meses del año lunar, hizo una detallada recapitulación de todo lo vivido en los templos de los dioses de los elementos, a la vez recibía una instrucción secreta.     La noche del último día el gran sacerdote tomó de un brazo a Nahualcoatl y lo guió a la azotea del Templo, invocaron a los espíritus de la naturaleza, abrieron los brazos y se lanzaron al vacío, con rítmica lentitud el gran sacerdote y Nahualcoatl revoloteaban cual mariposas  en torno del Templo, luego lentamente fueron descendiendo al patio del santuario donde los sacerdotes y el pueblo los esperaban.             En cada cuadrilátero de la ciudadela un vigilante con su antorcha encendida y en alto, proclamaban al vencedor de la iniciación.

            Se acercaba la fiesta de la Gran Señora Tonantzin, el pueblo llevaba hasta su gruta ofrendas de frutos, flores, miel y copal, primicias de sus cosechas, mismas que dejaban a los pies de la Gran Madre de todos los Dioses, fiel representante de la Natura Naturans, Natura Naturante, Natura Naturata y, al igual que todo el pueblo, Nahualcoatl, el iniciado, Gran Sacerdote de Huitzilopochtli, en peregrinación, acudió ante la madre de todos los Dioses; su mente lacerada por las dudas, su alma flagelada por los sufrimientos del pueblo que tanto amaba, sojuzgado por el fanatismo y la superstición impuestos por los altivos sacerdotes de Huitzilopochtli y Coatlicue.

            Cumpliendo con la etiqueta ante los dioses, al entrar en la cueva se puso en cuclillas sobre sus talones, la felicitó por ser su día y puso a sus pies un rico presente de copal y tres flores de Jade. La madre Universal, siempre le había escuchado y, aprovechando la soledad del instante, se dispuso a hacerle saber sus pesares.

-           "...Madre, he puesto mi fe en tus hijos, los dioses, y en mi tribulación les he pedido me concedan determinación, fuerza, justicia y tolerancia, para encontrar la luz de la verdad, de la que ando en busca, pero no he sido escuchado, los dioses duermen en tanto la desesperación crece en mí...."

            La Madre Universal, Tonantzin, le respondió:

-           "...Hijo, cree en que lo que desees te lo has de procurar tu mismo, forjando con tus manos y tu cerebro el progreso y la felicidad que quieras disfrutar, debes sembrar y construir por ti mismo, que los dioses no lo harán por ti, la fe no es creer, la fe verdadera es crear con tu esfuerzo y sacrificio aquello que habrá de impulsar a tus hermanos, los hombres, a encontrar la verdadera luz..."

-           "...Madre, veo a mi pueblo sumido en la adoración fanática a los dioses, que cada vez exigen más sacrificios sangrientos, veo a mi pueblo temeroso de supersticiones absurdas que no les permite crecer en sabiduría, mientras que los sacerdotes, cada día, más gordos y altaneros les imponen fantásticas leyendas para atemorizarles y dominarles..."

-           "...Hijo mío, el día de la liberación llegará, ese día, los sacerdotes caerán estrepitosamente con sus ídolos falsos y sus altares chorreantes de sangre, para ello será requisito que los jóvenes, por su esfuerzo, por su convicción, seguros de sí mismos, conscientes del motor potente de sus energías, despierten de esa hipnosis que los mantiene en la flaqueza e impotencia. Entonces sabrán que sí tienen la energía, el bienestar, el saber y la belleza, que sólo les hace falta el esfuerzo para alcanzarlos, ese día, sus herramientas corporales, músculos, cerebro y corazón, henchidos de plenitud, de rectitud y de fortaleza, en perfecto equilibrio, permitirán que se manifieste su espíritu..."

-           "...Madre, deseo realizar una enérgica función volitiva para dirigir mis instintos y dominar mi destino, para crear en mi propio ser belleza y armonía, desarrollar equilibrio en mí mismo, para que mis facultades despierten dirigidas por mi razón y así poder irradiar hacia mis semejantes salud, alegría y prosperidad, compenetrado en los sufrimientos de la humanidad como si fuesen propios..."

-           "...Noble es tu meta, hijo mío, una meta de amor y, yo te aseguro que, aquel que haya amado como a sí mismo a sus semejantes, sólo con ello habrá cumplido toda la ley..."

-           "...Madre, ¿qué puedo hacer por mis hermanos?..."

-           "..Nada, hijo mío, el Único, en el que se haya el todo, está revestido de los principios que son su más pura esencia, de estos, hay tres básicos: la armonía, el orden y el equilibrio, ellos se encargarán de que los ríos tomen su cauce por la belleza y el amor.

L\    I\    F\
Xalapa, Enríquez, Ver., 4 de octubre de 2008, E\ V\


A\M\ SHUN KUGA
LA FE SIEMPRE CONFIA, LA ESPERANZA SIEMPRE INSISTE, EL AMOR SIEMPRE ES
FE NO ES CREER, FE ES CREAR
"¿Have you exercised your obligations today?"
"¿Vous avez exercé vos serments aujourd'hui?"
"¿Has practicado tus juramentos hoy?"
Canticum graduum David ecce quam bonum et quam decorum habitare fratres in uno
Sicut unguentum optimum in capite quod descendit in barbam, barbam Aaron quod descendit super oram vestimentorum eius. Sicut ros Hermon qui descendit super montana Sion quoniam ibi mandavit Dominus benedictionem vitam usque in aeternum

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