La primera de las obligaciones consiste en guardar un silencio absoluto de los asuntos tratados en las reuniones o “tenidas” (como se les designa masónicamente). La Masonería no es propiamente, una sociedad secreta, pero si es discreta. En los varios siglos de actuación que lleva recorridos ha podido probar que sólo con reserva, sigilo y discreción se puede estar a salvo de los ataques que nacen de la incomprensión, del fanatismo y de la envidia. A los que comentan que: “¡Algo de malo habrá en ello, puesto que se esconden para hacerlo!”, Les contestaremos que nunca las nuevas ideas han encontrado el camino sembrado de comprensión, buena voluntad y aliento. Por el contrario, recordemos a Sócrates acusado de pervertir a la juventud, a Galileo torturado por blasfemo, a Spinoza excomulgado por ateo, y tantos otros que han seguido igual o peor suerte.Toda sociedad tiene derecho de exigir de sus miembros el cumplimiento de ciertas obligaciones y, a la vez, le hace participe de los beneficios que ofrece. La Masonería no es una excepción, por lo que es justo y necesario que antes de contraer las obligaciones de la masonería, sepa cuáles son las obligaciones y los derechos de un masón.
Y si hay quien diga que esos tiempos ya pasaron y que en los tiempos actuales hay libertad de expresión y respeto hacia las nuevas ideas, les diremos que están en su derecho para creerlo así; pero que la Masonería está estructurada de modo tal que pueda seguir funcionando aunque impere un régimen de opresión política y económica y de coartación de la libertad. Por tanto, no necesita justificar su exigencia de que los miembros guarden cuidadosamente sus secretos, puesto que ello es parte de su naturaleza, y la sabiduría de este proceder ha sido constatada en tiempos buenos y malos.
La segunda de las obligaciones de un buen Masón es la de trabajar intensamente en pro de su propia perfección interna. Deberá corregir sus propios defectos, combatir sus pasiones y prodigarse en el servicio para con los demás. En esto consiste el trabajo masónico, que es, como se dijo antes un trabajo personal de evolución y labrado de la personalidad. No es buen masón quien solamente se dedica a reunir abundantes conocimientos sobre filosofía, historia, ciencia litúrgica, psicología, sociología, etc., si esta ilustración no va acompañada de un auténtico espíritu fraternal que le impulse a correr en auxilio de todo hombre que necesite de sus servicios.
Tampoco podrá calificarse de masónica labor de quien está animado de grandes deseos de hacer el bien, pero que carezca de la ilustración y capacidad suficiente para reconocer la forma más eficaz y provechosa de hacerlo. El verdadero Masón cohonesta sus conocimientos con un comportamiento altruista y virtuoso, y pone en juego ambas cualidades en trabajo infatigable, para que sus buenos deseos se transformen en realidades palpables.
La tercera obligación es la de cumplir con los Estatutos Generales de la Orden, las Constituciones de la Gran Logia a que pertenezca y los Reglamentos particulares de su logia. Aunque no sería posible dar a conocer en esta obra este cuerpo de disposiciones legales, bastará explicar que su objetivo único es el de fijar las normas de gobierno y funcionamiento interno de logias, y que todo masón sabe que estas órdenes tienen como mira el bien común y jamás pueden contravenir los principios del honor y virtud que proclama la Orden.
Huelga decir que entre las obligaciones que se desprenden de los Reglamentos particulares de las logias están incluidos los de asistir puntualmente a la “tenidas” semanales, estar al corriente en los pagos de las cuotas personales, o “capitas”, y conducirse siempre con decoro y orden.
En primer lugar, ofrece su conjunto de enseñanzas sistematizadas, las cuales va impartiendo a cada quien, según los méritos alcanzados por su esfuerzo personal. Otorga a todos sus miembros el derecho de recibir ayuda y amor fraternal en cualquier lugar del mundo en que se encuentren. El masón tiene amigos en todas partes, siempre dispuestos a correr en su auxilio en el momento en que los llame. Sin importar las diferencias de rito que practique ni la jurisdicción a que pertenezca, cada masón se considera hermanado con todos los demás masonesdel mundo. En la mayoría de las organizaciones masónicas existen, además, otras ventajas de orden mutualista, como por ejemplo: el seguro de vida, bolsa de trabajo, fondo asistencial, etc. Debemos hacer notar, sin embargo, que no es en estos servicios asistenciales donde radican los beneficios de la Masonería, sino en la oportunidad que brinda a sus miembros para estudiarse a sí mismos y ponerse a prueba dentro de los trabajos de la logia, alcanzando un mejoramiento constante, gracias a las sabias normas y disciplinas de la Orden.
Finalmente, la Masonería brinda a quienes evolucionan dentro de ella, la oportunidad de ampliar su campo de acción en el mundo externo y desarrollar una actividad de mayores alcances y trascendencia. Esto se logra como resultado de la cohesión que se establece entre los masones y que después trasciende a los diversos campos de acción en que se encuentran profesionalmente. No es esto el producto de un plan de acción premeditado por la Institución Masónica y que aconseje colocar a fulano aquí y a zutano allá, como piezas de un ajedrez en que se juegue alguna trascendental partida política; es más bien la polarización espontánea de todos los hombres en quienes se ha sublimado el amor a la libertad, a la justicia social y al progreso, cuando con ocasión de un acontecimiento que viola los derechos del hombre y obstaculiza la marcha ascendente de la humanidad, convergen al unísono, impelidos por sus ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Para coordinar la actividad externa social, educativa, benéfica y política de los masones existen asociaciones civiles, en cuyo seno se reúnen los masones de todos los ritos, jurisdicciones y obediencias, para aunar sus esfuerzos y luchar hacia las nobles metas que en los talleres masónicos se enseñan. Estas asociaciones representan, para la masonería, lo que el brazo es para el cerebro: un órgano ejecutivo para la realización de los ideales masónicos.
Fuera de estas obligaciones y derechos de un masón no hay otros. Cada Masón lo es por su libre y espontánea voluntad, y tiene derecho a retirarse, como caballero, de la Masonería, cuando lo desee, si que por ello sufra persecuciones, amenazas o ataques. Sólo se le pide, bajo su palabra de honor que no revele los secretos de la institución, y si no lo cumple, el único que se perjudica es él mismo y no la Masonería, ya que el verdadero y más preciado secreto masónico es inviolable por su naturaleza.
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